viernes, 31 de diciembre de 2010

La Columna de Amy Goodman El regreso del muchacho y los muchachos que no regresarán.

Amy Goodman



El Presidente Barack Obama promulgó una serie de proyectos de ley durante la sesión del Congreso saliente conocida como 'lame duck'–entre las elecciones de noviembre y la renovación definitiva de los congresistas en enero. Se ganó el apodo de “Comeback Kid” (en referencia a su capacidad de recuperación y posible reelección) bajo una lluvia de artículos de prensa colmados de elogios. Pero en medio de esta sorpresa bipartidista, la guerra, tema en el que demócratas y republicanos siempre se ponen de acuerdo, fue totalmente pasada por alto. La guerra en Afganistán ya es la más larga en la historia de Estados Unidos y 2010 ha sido el año en que se registró el mayor número de bajas de soldados estadounidenses y de la OTAN.

Al momento de esta emisión, 497 de las 709 bajas de soldados de la coalición informadas en 2010 fueron soldados estadounidenses. El sitio web iCasualties.org ha rastreado cuidadosamente los nombres de los soldados muertos. No hay una lista exhaustiva de los afganos muertos. Pero hay algo que está claro: los 497 soldados estadounidenses bajo el mando de “Comeback Kid”, no regresarán.
El 3 de diciembre, el Comandante en Jefe Obama hizo una visita sorpresa a sus soldados en Afganistán, los saludó y pronunció un discurso en la Base Aérea de Bagram. Bagram es la base aérea construida por la Unión Soviética durante su intento fallido de invasión y ocupación de Afganistán. Ahora es administrada por fuerzas estadounidenses y también alberga el tristemente célebre centro de detención. El 10 de diciembre de 2002, casi ocho años antes de la fecha en que Obama pronunciara su discurso allí, un joven afgano llamado Dilawar fue asesinado a golpes en Bagram. La terrible experiencia de su arresto por error, su tortura y asesinato fue reflejada en el documental de Alex Gibney, ganador de un Oscar de la Academia, titulado “Taxi al Lado Oscuro”. Dilawar no fue la única persona torturada y asesinada allí por las fuerzas armadas estadounidenses.
Obama le dijo a los soldados: “Están protegiendo a su país. Están logrando sus objetivos. Triunfarán en su misión. Dijimos que íbamos a doblegar la fuerza del Talibán, y eso es lo que están haciendo. Ustedes van a la ofensiva, cansados de pelear a la defensiva, tienen como blanco a sus líderes, sacándolos de sus bastiones. Hoy podemos estar orgullosos porque hay menos zonas bajo el control del Talibán y más afganos tienen la posibilidad de construir un futuro más esperanzador”.
Los hechos de la realidad contradicen su evaluación optimista desde muchos ángulos diferentes. Los mapas realizados por las Naciones Unidas, que muestran las evaluaciones del nivel de riesgo de Afganistán, se filtraron al Wall Street Journal. Los mapas describían el riesgo para las operaciones de la ONU en cada distrito de Afganistán, calificándolos de “muy alto riesgo”, “algo riesgo”, “riesgo medio” y “bajo riesgo”. El Journal informó que, entre marzo y octubre de 2010, la ONU descubrió que el sur de Afganistán continuaba siendo una zona de “muy alto riesgo”, mientras que 16 distritos pasaron a ser zonas de “alto riesgo”. Las áreas consideradas de “bajo riesgo” disminuyeron considerablemente.
Y también están los comentarios del portavoz de la OTAN, el Brigadier General Joseph Blotz, que dijo: “El período de combate no tiene fin.... Habrá más violencia en 2011”.
Mucho antes de que WikiLeaks publicara el tesoro de los cables diplomáticos de Estados Unidos, dos documentos clave se filtraron al New York Times. Los “cables de Eikenberry”, como se los conoce, eran dos memorandos del General Karl Eikenberry, embajador estadounidense en Afganistán, a la Secretaria de Estado Hillary Clinton, exhortando a que hubiera un enfoque diferente de la Guerra en Afganistán que se centrara en brindar ayuda para el desarrollo en lugar de enviar más soldados. Eikenberry escribió sobre el riesgo de “involucrarnos cada vez más aquí y no tener forma de salir de esto, además de permitir que el país vuelva a caer en el desorden y el caos”.
Un problema que enfrenta el gobierno de Obama, mayor aún que una coalición internacional desgastada, es la creciente oposición a la guerra de la gente de su país. Una reciente encuesta de Washington Post/ABC News revela que el sesenta por ciento de la población cree que esta guerra no ha tenido sentido, comparado con un cuarenta y uno por ciento en 2007.
Cuando el Congreso se vuelva a reunir, preparado para promover lo que seguramente serán recortes presupuestarios polémicos, los casi seis mil millones de dólares que se gastan al mes en la guerra en Afganistán serán cada vez más el tema del debate.
Como el ganador del Premio Nobel de economía Joseph Stiglitz señala reiteradamente, el costo de la guerra va mucho más allá del gasto inmediato: hay décadas de disminución de la productividad entre muchos veteranos con lesiones, asistencia a los miles de veteranos discapacitados y familias destruidas por la muerte o la discapacidad de sus seres queridos. Stiglitz estima que las guerras en Irak y Afganistán terminarán costando entre 3 y 5 billones de dólares.
Uno de los principales motivos por los que Barack Obama es hoy presidente es que al oponerse abiertamente a la guerra de Estados Unidos en Irak, primero ganó la candidatura demócrata y luego las elecciones nacionales. Si asume la misma postura con la guerra en Afganistán y pide a los soldados estadounidenses que regresen, entonces tendrá verdaderas posibilidades de ser reelecto en 2012.
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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2010 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps, editado por Gabriela Díaz Cortez y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 650 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 250 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Amy Goodman

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