miércoles, 31 de diciembre de 2014

La libertad de los héroes cubanos fue una fiesta para el pueblo antillano.

Diego Olivera


Que implica la propuesta  de Obama de establecer  relaciones entre Cuba y EEUU
Cuando recibimos la noticia de la liberación de los 3 detenidos cubanos en EEUU, Antonio Guerrero, Ramón Labañino y Gerardo Hernández, acusados injustamente por las autoridades estadounidenses. Nos sorprendimos, porque no esperábamos una noticia de estas características, los medios de prensa en Cuba, mostraban a un pueblo, que de manera masiva se volcó a las calles, todos los entrevistados hablaban de la libertad de los compañeros, si manifestaban la importancia de una apertura diplomática, pero principalmente hablaban de una victoria popular. Toda América latina festejo este viraje del gobierno de Obama, los 53 años de bloqueo estaban presentes, su injusticia reclamada, en decenas de Asamblea de la ONU desde hace 23 años, por mayoría de países, fueron vetadas por EEUU y sus socios. Hoy se habla de una relación diplomática, de distensión en mecanismos económicos, pero también se recuerda el compromiso con la carta “seudo” Democrática de la OEA.
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Para los que vivimos un periodo en Cuba, que conocimos al pueblo cubano y a su Líder Fidel Castro, como a muchos compañeros, que estamos eternamente agradecidos por su solidaridad, con los pueblos de América Latina, en los nefastos planes Cóndor, en las dictaduras, miles de refugiados y asilados, recibimos la solidaridad y el afecto de un pueblo indomable. Esta nación se merece el respeto, sus convicciones no claudicaron, en décadas de ataques, de conspiraciones, de atentados, soportaron un bloqueo, siempre sus líderes Fidel, Raúl, el comandante Che Guevara, entre otros compañeros, marcaron una batalla épica, contra el Imperio más poderoso y guerrerista de la Historia.
En el desarrollo de este , nos parece importante citar al presidente Raúl Castro, al manifestar que “Desde mi elección como Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, he reiterado en múltiples ocasiones, nuestra disposición a sostener con el gobierno de los Estados Unidos un diálogo respetuoso, basado en la igualdad soberana, para tratar los más diversos temas de forma recíproca, sin menoscabo a la independencia nacional y la autodeterminación de nuestro pueblo”. A lo que agregaba “Esta es una posición que fue expresada al Gobierno de Estados Unidos, de forma pública y privada, por el compañero Fidel,  en diferentes momentos de nuestra larga lucha, con el planteamiento de discutir y resolver las diferencias mediante negociaciones, sin renunciar a   de nuestros principios”.
Que implica la propuesta  de Obama de establecer  relaciones entre Cuba y EEUU
Nos parece importante resaltar que se establezcan relaciones con EEUU, sabemos la actitud moral del gobierno del Presidente Raúl Castro, pero nos permitimos dudar del presidente Barak Obama y sus funcionarios, si bien hoy se habla de muchas conversaciones, desde presidentes latinoamericanos, hasta el Francisco, donde ellos aconsejaron a Obama, para dar un paso de esta naturaleza. Debemos analizar estos hechos de manera objetiva, con la alegría de los compañeros liberados, pero con la claridad que en una apertura de estas características, el asedio será diferente, todas las agencias de EEUU, ampliaran sus acciones, ejemplo de esto, es que “John Kerry ya se ha anotado de primero en la lista de visitantes a la Isla”, pero a veces se deben aceptar los retos, para lograr mejorar la calidad del pueblo cubano, que ha sufrido estoicamente el bloqueo más largo de la historia.
En el marco de estas políticas de Obama hacia Cuba, se referían las páginas del New York Times. Que esta apertura “Lo susurran sus empresarios, apurados por hacer negocios con Cuba frente a la competencia europea y ahora el avance inversor de . El bloqueo ha sido un  y absoluto fracaso. Cuba sigue de  y ha vuelto con fuerza, en el marco de la integración latinoamericana”.
También en parte de su discurso el presidente Raúl Castro manifestaba, que “Esto no quiere decir que lo principal se haya resuelto. El bloqueo económico, comercial y  que provoca enormes daños humanos y económicos a nuestro país debe cesar. Aunque las medidas del bloqueo han sido convertidas en Ley, el Presidente de los Estados Unidos puede modificar su aplicación en uso de sus facultades ejecutivas”.
Es importante señalar que ya la postura de la mayoría republicana en ambas, senadores y diputados, se opondrían no solo a levantar el bloqueo a Cuba, es decir de la Ley Helms-Burton de 1996, como bloquearían los  y la designación del embajador de EEUU, en Cuba. Los acontecimientos y las negociaciones, irán determinando los alcances de estos acuerdos, que abren una puerta a los nuevos desafíos, pero somos conscientes de los valores del gobierno cubano, de su fidelidad y de la fortaleza del pueblo cubano. 
diegojolivera@gmail.com

Mark Udall podría hacer historia al hacer público el Informe sobre la tortura.

Amy Goodman, con la colaboración de Denis Moynihan
Mark Udall, el senador demócrata saliente por Colorado, está a punto de dejar su cargo en menos de una semana, pero podría tener aún por delante su tarea más importante como senador. Durante la semana que le queda en el cargo, todavía será miembro de la Comisión de Inteligencia del Senado, dato que no es menor, dado que como miembro del comité trabajó en el épico informe de 6.700 páginas sobre el programa de detención e interrogatorios de la CIA, también conocido como “Informe sobre la tortura”, que aún permanece en secreto. La Comisión de Inteligencia ha publicado recientemente un resumen desclasificado del informe, redactado bajo estricta censura, en el que se han hecho públicos por primera vez nuevos y terribles detalles de la tortura llevada a cabo durante el gobierno de Bush y Cheney.
Udall está furioso por el programa de tortura de Estados Unidos y por la gran censura que hubo sobre el resumen ejecutivo. También está furioso por la interferencia de la CIA y la Casa Blanca en la labor de supervisión de la Comisión de Inteligencia y quiere que el informe completo esté a disposición de la población. Aunque todavía tiene calidad de secreto, Udall podría publicar el documento clasificado en su totalidad. Para poder entender cómo es útil volver a 1971 y recordar la publicación de los Papeles del Pentágono y a un senador de Alaska llamado Mike Gravel.
Los documentos conocidos como “Los Papeles del Pentágono” son una crónica secreta de la participación de Estados Unidos en Vietnam, escrita por orden del entonces Secretario de Defensa Robert McNamara. Daniel Ellsberg, uno de los analistas de inteligencia que trabajaron en el proyecto, filtró los Papeles del Pentágono al periódico The New York Times. Ellsberg me dijo: “Me encontré ante 7.000 páginas de documentos altamente secretos que demostraban comportamiento inconstitucional por parte de una sucesión de presidentes, la violación de su juramento y la violación del juramento de cada uno de sus subordinados [incluyéndome], que habían participado en ese fraude horrible e indecente a lo largo de los años en Vietnam, que nos arrojó a una guerra inútil”.
El New York Times publicó su primera crónica sobre los Papeles del Pentágono el 13 de junio de 1971. Un tribunal federal ordenó al periódico que dejara de publicar notas sobre el tema, por lo que Ellsberg buscó un senador federal cercano a su causa que pudiera hacer incluir los Papeles del Pentágono en el Registro del Congreso. Por esta vía lograría además que todos los documentos quedaran a disposición de la población en su versión completa, no solamente los extractos seleccionados por el Times y otros periódicos. Ellsberg encontró a Mike Gravel.
Gravel se oponía a la guerra en Vietnam y había realizado maniobras obstruccionistas en el Senado para bloquear el servicio militar obligatorio. Ellsberg le había entregado una copia de los documentos secretos del Pentágono a Ben Bagdikian, editor del Washington Post, bajo la condición de que le diera una copia al senador Gravel. Bagdikian se reunió con Gravel una medianoche frente al Hotel Mayflower y trasladó los documentos del baúl de un coche a otro. Para lograr incluir estos documentos clasificados en el Registro del Congreso, Gravel halló un vacío legal sobre el que me habló recientemente en “Democracy Now!”:
“Como era el presidente del Subcomité de Edificios y Terrenos del Senado, yo podía convocar ese subcomité a sesión en cualquier momento, tomando como precedente a la Comisión de Actividades Antiestadounidenses de la Cámara de Representantes, que se llamaba a sesión en cualquier lugar del país y a cualquier hora con el objetivo de lograr que la gente testificara, muchas veces bajo engaño. En ese momento eran cerca de las 11 [pm] y decidí convocar de manera urgente al subcomité. Habíamos podido conseguir un congresista de Nueva York, [John G.] Dow, que se presentó ante el comité a testificar. Él quería que se construyera un edificio federal en su distrito. Y yo le dije, ‘Bueno, lo comprendo y me encantaría autorizar la construcción de un edificio federal en su distrito, pero no tenemos el dinero. Y la razón por la que no tenemos el dinero es que estamos malgastándolo en el sudeste de Asia. Permítame que le lea cómo nos metimos en ese lío’. Y luego procedí a leer en voz alta los Papeles del Pentágono”.
Exhausto, conmocionado y sin certezas sobre las consecuencias jurídicas de sus acciones, Gravel comenzó a leer el registro de los horrores de la guerra de Vietnam de los que dan cuenta los Papeles del Pentágono. Y si bien no pudo seguir leyendo porque rompió en llanto, ya no importaba: al haber leído una parte del documento, el resto se podía entregar al registro público del Congreso para su divulgación completa. Sin embargo, los intentos para lograr que la población conociera el contenido de los Papeles del Pentágo no habían terminado. Gravel procuró que fueran publicados por el brazo editorial de la Iglesia de la Asociación Unitaria Universalista, Beacon Press, pero el gobierno de Nixon hizo todo cuanto estaba en su poder para detener la publicación, al punto de casi llegar a destruir la Iglesia. La edición de los Papeles del Pentágono, dividida en varios tomos, finalmente vio la luz, con la cara de Gravel en la portada.
Recientemente, Dick Cheney respondió preguntas sobre el uso de la tortura en “Meet the Press”. Allí dijo: “Lo haría de nuevo en un minuto”. ¿En serio? ¿El submarino? ¿Muerte por hipotermia o golpes? ¿Alimentación rectal? ¿Privación del sueño? Tal vez al ex vicepresidente le gustaría que la práctica de la tortura continúe, pero no es algo que dependa de él. Depende del pueblo estadounidense. Y para ello, el pueblo necesita información.
Ahí es donde entra en juego el senador Mark Udall. Él puede publicar el informe completo sobre la tortura. Como senador, está protegido por la cláusula de Discurso y Debate de la Constitución y no puede ser procesado. El ex Senador Mike Gravel tiene un consejo para el todavía Senador Mark Udall. Dado que el informe secreto sobre la tortura ya forma parte del Registro del Congreso, Gravel afirmó: “Lo único que tiene que hacer es (...) tomar este documento de 6.000 páginas, publicar un comunicado de prensa que detalle por qué lo va a hacer público y presentarlo a la población. Es así de simple”.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2014 Amy Goodman
Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

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KISSINGER TENÍA RAZÓN: VOLVIERON Y NO NOS DIMOS CUENTA

Toby Valderrama y Antonio Aponte

Dicen, y estas cosas son de difícil comprobación, que consultado sobre la situación en Venezuela Kissinger preguntó: “¿Hacen elecciones, la televisión y la prensa son privadas, hay mercado, hay propiedad privada de los medios de producción?”Ante la respuesta afirmativa, el ex secretario de Estado de EE.UU. sentenció: “Do not worry, nothing will be taking place over there (No se preocupen, allá no va a pasar nada)…instead worry when the revolution takes a sacred character, then it will be dangerous (preocúpense cuando la Revolución tome carácter religioso, allí sí habrá peligro)…then crucified the Messiah, God, Jesus Christ (entonces crucifiquen al Mesías, a Dios, a Cristo) …do what every empire have done (hagan lo que han hecho todos los imperios)”.

Y así lo hicieron. Estimularon el egoísmo, base del capitalismo, se apoyaron en su lógica, y cuando Chávez se convirtió en Cristo, cuando lo reconoció la masa y fue bautizado, entonces la Revolución tomó carácter religioso y se cumplió el designio de Kissinger.

Después vinieron estos aprendices de brujo, estos hechiceros de utilería, y terminaron el mandado que el imperio había inducido. Con presteza de trapecista de circo, saltaron la talanquera, tan raudos que pocos advirtieron la engañifa. Se vistieron de Revolución para entregarla, asistieron a la última cena para darle el beso de judas al Comandante, a su obra, a su sueño.

Primero tenían cierto rubor de quinceañera, delicadamente comenzó la alianza con los verdugos de Chávez; dijeron que era para hacer Socialismo, para elevar las fuerzas productivas. Luego, ya viendo que no había reacción, que la disidencia había sido aplastada, apagada, siguieron con furor de meretriz a entregar todo: trozos de la Patria con las zonas especiales; la gloriosa PDVSA convertida en la misma meritocracia que derrotó el pueblo junto con el Comandante en aquellos días heroicos del sabotaje petrolero; revierten lo que Chávez construyó, y van mucho más allá. 

          A esta realidad de entrega de la Revolución corresponde una espiritualidad de obediencia, de humillación, de aceptación dócil de la traición. Nadie disiente, en el gobierno reina la calma de los camposantos, nadie se mueve, la adulación sustituyó al pensamiento crítico, el murmullo es el nuevo himno nacional. Había que desaparecer a Chávez, su imagen, su ejemplo, y lo poco que quede debe deformarse, hacer una historia que favorezca a la restauración y a los restauradores. Así, por ejemplo, en la celebración del triunfo sobre el sabotaje petrolero los héroes son otros; no entremos en detalles, los obreros petroleros saben a quiénes borraron y a quiénes pusieron en pedestal ajeno. Los chavistas conspicuos son incómodos, son perseguidos, a los más destacados los van guillotinando uno a uno. El último fue Ramírez, ¿quién será el próximo? No es difícil adivinar, quedan pocos. Al Cuartel de la Montaña van a asegurarse, como dice Alí, que el Comandante siga allí, que no irrumpa de nuevo.

Es así, volvió la cuarta con todos sus aperos, sus zancadillas, su vista corta, sus yates y sus dólares, sus intrigas palaciegas. Mientras los príncipes se distraen con el boato del palacio, otros planifican en escritorios técnicos los discursos y las leyes de la entrega.  Mientras unos aún permanecen en la inercia del pasado, ciegos, arropados por la penumbra que regresó, otros planifican la nueva forma de gobierno del capitalismo post Chávez. Se preguntan ¿será bipartidismo?, ¿será fascismo?, ¿será este o aquel? La realidad responderá. No importa si, tal como dijo Kissinger, hay mercado, elecciones, televisión y prensa privada, propiedad nosocial de los medios de producción. No importa con tal de que no surja un Mesías. No importa mientras el pueblo y los dirigentes ciegos asistan al circo.


Libertad, wuón, libertad.

Carola Chávez.

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Aquella mañana de navidad, el sol de mediodía despertó a los valientes luchadores por la libertad:
- O sea, wuón, la lucha por la libertad nos liberó de calarnos la ladilla de cenita con la family, o sea, que si ponte tal ropa, que si esos zapatos no, o sea, que te peines esas greñas que no pareces hijo de tu papá, que la abuela y su besuqueo, o sea, que te deja hediondo a perfume de jeva, ¡y el mantel, wuón! Y mi mamá arrecha porque se mancha de vino, o sea, y nos echa el cuento de la historia del motherfucker mantel, o sea, que es un regalo de bodas, que si Finita lo trajo de París, y esa vaina dice made in China, o sea, wuón, y todos los años se mancha y al mantelito de mierda, que es como Terminator, “hasta la vista baby”, lo llevan a la tintorería y, “I’ll be back”, regresa nuevecito, listo para volverse a joder, o sea…
- Sí, wuón, y eso que a tu casa no van los primos de Acarigua, o sea, que serán muy ganaderos y estarán forrados de plata, wuón, pero son de un campuruzo que, o sea, tipo Duck Dinasty pero de aquí, o sea, y no usan Converse, wuón, y el iPhone lo tienen full música llanera, o sea, cero rock.
- ¿Y la comida, wuón? O sea, mi mamá se pone fancy, wuón, y le da por mandar a cocinar, o sea, comida que viene cruda y que se cocina de verdad, o sea, wuón, que en la nevera de mi casa había un pavo crudo, o sea. Lo arrecho, wuón, es que mi vieja esconde el ketchup y la mayonesa porque dice que no es no, y tal, o sea, wuón…
- Pero esto sí es libertad, wuón, o sea, aquí tirados como borrachos de plaza, o sea, literalmente, o sea, curdos, cuatro días sin bañarnos, con las greñas en vías de dreds, o sea, cool…
- Demasiado, wuón, ¿tú sabes la Play 4 que mi mamá no me quería comprar porque andaba arrecha porque le escoñeté su carro contra un poste? Ahora me la va a regalar porque soy un héroe de la libertad, wuón.
- ¿Wuón, esa que viene por ahí con una bolsa como de Santa Claus no es tu mamá?
- ¡Wuón sí, o sea, y viene con mis primos de Acarigua, wuón, mírales los zapatos… what the fuck!
- ¡Feliz navidad, mis valientes bebés! Vine orgullosísima a traerles pedacitos de la cena de anoche: Pavo en salsa de peras y nueces, champiñones rellenos, hallacas y pan de jamón… Y para sumar y sumar, mis querubines, les traje a los primos de Acarigua que, solidarios, también se quieren encadenar.
- ¡O sea, wuón, nooo!
- ¡Libertad, libertad!

Venezuela delinea Programa Económico de Recuperación para garantizar crecimiento e inversión social

Bitacora y Asesinato de Bolívar.

Informe Oficial Muerte Bolívar.

HUGO CHAVEZ CARTA DE MARIA O EL SENTIMIENTO DE UN LIDER

Bolívar lo Mataron.

domingo, 28 de diciembre de 2014

Maduro presidió acto de salutación a la Fanb: “El 2015 será el año de aseguramiento de la paz”

Por mayoría constitucional la AN designó a los nuevos magistrados del TSJ

La AN ratificó la designación de Rafael Ramírez como embajador ante la ONU.

Regaño de Chávez

Hugo Chávez canta "Lucerito" en Aló Presidente

Mis reflexiones de Navidad y Fin de este Año 2014.

*JUAN MARTORANO.

Disculpen que el inicio de este artículo refleje aspectos personales míos. El socialismo que entiendo es profundamente humano, del sentimiento, del  compartir. Reconozco que, a diferencia de otros años, no había hecho un escrito de despedida y de anuncio de un necesario receso, de un descanso que necesito para oxigenar ideas, pensar y organizar cosas, y vaya que estos días, desde el 19 de diciembre lo he hecho, pero ha sido un reposo que, pese a estar de descanso, siempre he estado atento a los acontecimientos, y que surgiera alguno que me obligara a activarme y a desplegarme lo haría, y ese acontecimiento llego.
En este receso, en este reposo del guerrero como algunos llaman, en el que he compartido con seres que tenía tiempo que no lo hacía, en el que he visitado lugares que no he visitado, en el que me he encontrado en estudios, reflexiones, hallacas, pan de jamón. Entre músicas y sonrisas, en familia. A las vísperas para el momento en que escribo estas líneas, del nacimiento de mi sobrina Eva Angelina, y que me permito compartirlo con todas y todos ustedes. A pocas horas de rendir homenaje a mi padre, Juan Martorano Figuera, que hace dos años se me fue físicamente aunque por dentro lo llevo conmigo. A las vísperas de este año 2014 que está terminando, pese a lo duro y a todas las dificultades que  hemos enfrentado y afrontado, es que me quiero permitir escribir estas líneas.

Hace algunos días debí “tragar arena”, y sentirme bastante incómodo, Disculpen si esta alusión es muy personal, pero permítanme hacerla, porque estoy completamente seguro que muchos se sentirán identificados con lo que a continuación voy a relatar: Estaba en un almuerzo cuando recibí la llamada de una hermana que se encontraba en Maturin, Estado Monagas. Cuando me informa que a mi señora madre y a uno de mis hermanos fueron víctimas del hampa y lamentablemente nuestro vehículo fue robado. Gracias a Dios, a ellos, afortunadamente no les ocurrió nada y pudieron formular su denuncia ante el CICPC de dicho estado. Como dicen por allí, “lo material se recupera, la vida no”.
A veces la realidad se encarga de golpearte en el rostro. Ya había tenido reportes sobre lo delicado de la situación en materia de seguridad en el Estado Monagas, pero es muy delicada, muy sensible. Creo que hemos tenido fallas en dichas políticas y en el caso de los cuadrantes del Plan Patria Segura, hay fallas que es importante solventar.
Sin duda el tema de la criminalidad no ocupa el primer lugar de la tabla de problemas en nuestro país, ya que fue superado por el tema de la Inflación y la Guerra Económica, pero no por ello deja de ser un tema importante. Coincidencialmente luego del robo del vehículo de mi madrem en menos de cuarenta y ocho (48) horas, a unos amigos de Ciudad Guayana, les fue robado su vehículo muy cerca de Villa Central. Un Gobierno que se precie de ser Revolucionario y Socialista debe aprender a ser eficiente, eficaz, a mantener las calles limpias, a recoger la basura, a imponer la autoridad democrática del Estado sin represión desmedida hacia los más pobres, pero tampoco con una impunidad criminal bajo la mampara de los derechos humanos de la que gozan los delincuentes, hay que tener los conceptos en ese sentido muy claros.
Sin embargo, también estoy muy claro que para el año 2015, a iniciarse esta próxima semana que viene, tenemos retos inmensos. Los enemigos de esta Patria no descansan ni descansarán en su empeño por la restauración del capitalismo, y de abalanzarse como hienas para destrozar la Patria que nos dejó Hugo Chávez para entregar sus despojos a sus amos foráneos. La respuesta y los pilares sobre los que debemos sostener este proceso, ahora con la ausencia física del líder, nos la dejo el propio Comandante Hugo Chávez en su despedida del 8 de diciembre de 2012: “Ante este escenario de nuevas dificultades, del tamaño que fueren, al respuesta de todos y de todas las patriotas, los venezolanos, las venezolanas, los que sentimos la Patria desde las vísceras como lo diría Augusto Mijares es Unidad, Lucha, Batalla y Victoria”.

Pero, a veces pienso que hubo otras cosas que al Comandante Chávez se le olvido mencionar, puesto que algunos que hoy detentan posiciones de poder se han olvidado de muchas críticas y autocríticas que el propio gigante se formulo referido a la gestión del Gobierno Bolivariano. Por eso, sin dejar de tener claro las amenazas que por parte del imperialismo estadounidense y sus lacayos de aquí tendremos en este próximo año 2015, que de paso será electoral, también tenemos la responsabilidad los que tenemos algún tipo de responsabilidad dentro del Gobierno Bolivariano, de ser más eficientes y eficaces en la solución de los problemas de nuestra gente, de dejarnos interpelar y hasta reclamar por nuestro pueblo. Creo que en este punto, sino estamos raspaos, estamos bastante cerca de ello.

Estamos obligados a derrotar la Guerra Económica, la cual se encuentra totalmente desatada, la Sundee me parece que es un jarrón chino, ya que no solo ha sido el control de cambios, sino que el control de precios ha sido totalmente perforado y tiene coladores por todos lados. ¿Qué está pasando? ¿Será que nuestro hermano Andrés Eloy Méndez no escucha los reclamos de mucha gente nuestra que se queja por los altos precios no solo de alimentos, sino de bienes y servicios al acceso de nuestro pueblo? ¿Será que gente con altas responsabilidades en nuestro Estado no escucha ni ve el descontento de mucha de nuestra gente chavista, que si bien no ha salido a saquear ni a un estallido social es porque el recuerdo, el respeto y el amor a la memoria de un hombre como Hugo Chávez, que ofrendo hasta su vida por darnos Patria, aún está vivo y vigente no solo en la mente sino en el corazón de cada uno de ellos y de ellas?
Sin duda debemos  contar con un modelo productivo socialista, una economía diversificada. Y que de verdad contribuya a la satisfacción de las necesidades de nuestro pueblo. Definitivamente debemos empezar a producir de lo que nos alimentamos, lo que usamos en nuestro país. Debemos aprender a ahorrar y a no despilfarrar tanto nuestros recursos porque en muchas ocasiones somos botaratas. El país, su mayor riqueza más que el oro, la plata, el petróleo, las playas, las montañas o sus selvas, es la gente que lo habita, definitivamente.

Debemos mejorar muchísimo en nuestra política comunicacional. Somos pésimos comunicándonos con nuestro pueblo, para explicarle las cosas, la coyuntura actual, los problemas que afrontamos y que afrontaremos durante un tiempo. Pero además de ello, somos muy malos para mostrar y defender los logros, los avances, nuestras conquistas. A los medios alternativos y comunitarios no les apoyamos como deberíamos. A nuestros mejores comunicadores y analistas los tenemos marginados y apartados de los cañones comunicacionales más potentes (algunos caerán en cuenta rápidamente a lo que me estoy refiriendo). La no presencia del Comandante Chávez en nuestro ámbito, el único que desmontaba y destrozaba las matrices de opinión de los enemigos de la Patria nos ha dejado un enorme boquete en ese ámbito que nadie ha podido ni podrá sustituir, por lo menos durante un buen tiempo.

Definitivamente estoy convencido que el año 2015 debe ser declarado como el año de la lucha a muerte contra el burocratismo, contra la corrupción, la ineficiencia, la ineficacia, la inefectividad, el sectarismo y la criminalización de la protesta. Si no lo hacemos, pues pudiéramos estar cavando la fosa de esta Revolución. Tengamos mucho cuidado con el “Efecto Nicaragua”, mirémonos en ese espejo de lo ocurrido en ese país en las elecciones presidenciales de finales de 1989, cuando electoralmente el sandinismo fue derrotado en las urnas electorales por la candidata de derecha, Violeta Chamorro, y donde ellos tuvieron que esperar 14 años para volver al Poder y prácticamente empezar desde cero nuevamente.
Pero creo, que una de las cosas más grandes, y el reto más grande que tiene Nicolás Maduro y junto a él, nuestro Alto Mando Político y Militar de la Revolución es el de combatir este estado de decepción y desmoralización que pareciera ha empezado a calar dentro de las filas revolucionarias, alimentadas por múltiples y variadas Operaciones Psicológicas (OPSIC), y también por errores nuestros, por nuestra falta de respuesta. Es bueno acotar, desde mi óptica, que este estado de desmoralización y decepción dentro de filas chavistas no es responsabilidad exclusiva de la derecha ni es sólo por nuestros errores, sino una combinación de ambas. Mientras el pueblo venezolano siga amando, creyendo y respetando la memoria de Hugo Chávez, en este país no ocurrirá absolutamente nada, pero, si este pueblo llegare a cansarse, si algunos lograren desaparecer y borrar a Chávez del corazón de este pueblo, pues este pueblo saldría a las calles, cual Boves, cual 27 de febrero, pero no a tratar de derrocar a un Gobierno, ni a aniquilar a una oposición, este pueblo saldría con esa rabia descarrilada y con esa fuerza indómita de un volcán, a arrasar, a destruir, y a apropiarse de lo que considera por derecho como suyo. La Revolución que Chávez trato de llevar por cauces pacíficos, nuevamente se despeñaría y se iría por el camino de una Revolución violenta.

Espero que todo esto solo sean conjeturas mías, especulaciones, y que nuevamente cuando me corresponda retomar la pluma en este año 2015, pueda alegrarme de que estos pronósticos que pudieran ser agoreros, hayan sido desacertados de mi parte. Sería el primero en reconocerlo.

Espero que este pueda ser el último artículo por este año 2014, espero que en estas 72 horas que restan de este 2014, año duro y complejo, no surja cualquier otro acontecimiento que me obligue a fijar algunas posturas. Solamente me restaría desearles a todas y a todos, que terminen de pasar unas felices pascuas, y que este año 2015 nos preparemos con todos los hierros para afrontar todos los retos que se nos avecinan, sin que ello deje de colmarles a todas y a todos ustedes que puedan leer estas líneas de paz, salud, luz y libertad, como lo diría mi buen amigo el profesor Dannilo Torrealba.

¡Feliz Navidad y Feliz año 2015!
¡Bolívar y Chávez Viven, y sus luchas y la Patria que nos legaron siguen!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!

*Abogado,Activista por los Derechos Humanos,Militante Revolucionario y de la Red Nacional de Tuiter@s Socialistas (RENTSOC). http:// juanmartorano.blogspot. com /http://juanmartoranowordpre ss.com/ .jmartoranoster@g mail .com ,j_martorano@hotmail.com ,juan _ martoranocastillo@yahoo. com. ar . @juanmartorano (Cuenta en Tuiter).



¿Paz y amor?

¿Cómo se asfixia a un pueblo sin tirar un cañonazo?

¿Hasta cuándo seguiremos inmolando nuestros petrodólares?

viernes, 26 de diciembre de 2014

Venezuela: la revolución sigue.

“En Venezuela no faltan dólares. Lo que está en juego es el destino de la renta petrolera”
Claudio Katz (citando a Modesto Guerrero)
marcolussiCon este epígrafe, tomado de dos agudos conocedores de la realidad venezolana, pretendemos dar el talante del presente escrito: es un intento de aportar en el análisis del proceso que allí se está desarrollando sin ocultar, por supuesto, la simpatía para con el mismo.
Decimos esto como primer punto para que quede claro el sentido de lo que se presentará: estamos ante un proceso de transformación social muy sui generis, con connotaciones a veces sumamente complejas de comprender, que no deja de ser una provocación para repensar la situación de las izquierdas, de la revolución socialista, y si se quiere: del panorama actual del mundo. La Revolución Bolivariana que se está llevando a cabo en el país caribeño es un laboratorio del que se pueden sacar muchas conclusiones.
¡Y del que no se puede estar indiferente!
Por diversos motivos (un proceso que vuelve a poner el socialismo en la palestra luego de la caída del socialismo real en tierras europeas, un líder carismático como pocos en la historia que lo impulsó por muchos años, una ventana de esperanza que se vuelve a abrir), lo que sucede hoy en Venezuela a nadie deja de importar. Si bien no es una revolución socialista con las características de otros procesos transformadores acaecidos en el siglo XX, en Venezuela hoy día se habla abiertamente de socialismo. Para las izquierdas esto es una invitación a debatir qué significa en la actualidad algo así: ¿se puede seguir levantando un ideario socialista?, ¿cómo construir una opción socialista en este mundo post Guerra Fría?, ¿qué funcionó y qué debería superarse de las primeras experiencias socialistas?
Para las derechas –la venezolana y la internacional– el proceso en curso encendió sus alarmas. Si bien es cierto que dentro del esquema económico del país no se produjeron expropiaciones ni confiscaciones en sentido estricto, la dinámica de los hechos confiere cuotas de poder a los sectores populares que siguen mostrando que la lucha de clases está presente, más allá del grito triunfal del neoliberalismo propinado por el japonés-estadounidense Francis Fukuyama al proclamar el supuesto “fin de la Historia”. Venezuela, a su modo, devolvió cuotas de esperanza al campo popular y a las luchas por el cambio político-social.
Nada de lo dicho hasta ahora en el presente texto es nuevo; el debate sobre el “socialismo del siglo XXI” inició hace ya algunos años, y las renovadas esperanzas que todo esto trajo alteraron el panorama político latinoamericano reciente. Pero más aún: no sólo despertó esperanzas en los pueblos y en la militancia de izquierda sino que propició transformaciones reales en las relaciones políticas del subcontinente, con la creación de nuevos centros de poder e influencia, como el ALBA, Petrocaribe, la CELAC, UNASUR, Telesur y Radio del Sur, entre otras novedades.
Claramente las aguas se partieron: nadie puede, ni dentro ni fuera de Venezuela, dejar de ser “chavista” o “antichavista”. Forma, quizá, bastante particular de seguir demostrando que las luchas de clase continúan, tan al rojo vivo como años atrás, con o sin Guerra Fría, con o sin sindicatos y organizaciones populares politizadas. ¿Por qué habrían de desaparecer? Sucede que la marea neoliberal –asentada en sangrientas represiones de años atrás– y el grito triunfal del fin de la Historia, pudieron llegar a hacer creerlo. Pero sin dudas, ahí están.
Escribo esto no tanto para analizar esta historia –muy bien analizada ya por otros, como recién decía– sino casi como un ejercicio personal, como refrescamiento y nueva inyección de esperanza que puede dar energías para continuar la lucha. De ahí que lo titulé: “La revolución sigue”.
Viví en la República Bolivariana de Venezuela algunos años, aún en vida elpresidente Hugo Chávez. En su momento no ahorré críticas ¡constructivas! a lo que allí sucedía, siempre viéndolo desde una óptica de izquierda; pero al mismo tiempo apoyé el proceso, por considerarlo una fuente de esperanza. Vuelvo ahora con motivo del Encuentro del X Año de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad, de la que surgiera una muy elocuente Declaración Política. Ese contacto después de más de cinco años de lejanía permite ver varias cosas que me parece importante señalar. Si lo hago –al menos así lo entiendo conscientemente y creo no traicionarme en lo que digo– en modo alguno es para criticar con altanería desde fuera del campo de juegosino para, con toda la modestia del caso, aportar en esa gran obra que se está llevando a cabo. Si además del apoyo levanto una crítica seria y responsable, como diría Martín Fierro: “no es para mal de ninguno sino para bien de todos”.
Rápidamente aclaro esto porque me parece imprescindible: lo que sigue es producto no tanto de esa Declaración Política o de intercambios con académicos e intelectuales en un hotel de lujo donde fuimos albergados por varios días, sino del reencuentro con compañeras y compañeros de colectivos populares con los que trabajé años atrás, del recorrer calles, barrios y espacios públicos en la ciudad de Caracas, de hablar con ciudadanos de a pie en el metro o comiendo una cachapa, todo con la intención de tener un barómetro más real de la verdadera situación.
  1. Hay una imagen distorsionada de Venezuela desde fuera del país
La prensa comercial de todo el mundo sigue una matriz determinada, fijada por grandes poderes mediático-políticos visceralmente anti-chavistas, cuyos intereses ven en todo el proceso bolivariano un peligro. La idea, obviamente, es presentar una sensación de “catástrofe” en que viviría el país, para desprestigiar la Revolución en curso. Sin quitarle peso real a la terrible guerra económica que la derecha vernácula –con apoyo encubierto y abierto del gobierno de Estados Unidos– está llevando a cabo, no es real que la población esté en una situación de crisis, de insolvencia absoluta, de situación pre-golpe de Estado al modo delChile de 1973 donde apareció un Pinochet dando el toque final a un proceso que se venía desmoronando (o mejor dicho: que había sido calculadamente desmoronado) en un buen tiempo de gestación, con desabastecimiento y mercado negro.
En Venezuela no se vive eso, en absoluto. La inflación y el desabastecimiento existen, y por supuesto son odiosos, molestos, dañinos. De todos modos, la presencia del Estado a través de sus programas sociales por medio de las numerosas Misiones existentes (hoy día alrededor de 30) intenta complementar esos desajustes.
Sin negar las dificultades de la vida cotidiana –por ejemplo, el acceso a divisas, con un dólar paralelo por las nubes, hasta 10 veces por arriba del precio del oficial y todo lo que esa economía subterránea pueda traer aparejada– la preconizada “crisis” no afecta sustancialmente la vida cotidiana. Hay un intento de crear un clima de zozobra, logrado fundamentalmente en la población no-chavista –clase media y alta–, manipulada y acicateada en forma continua con los fantasmas del “castro-comunismo” (“te van a poner otra familia a convivir dentro de tu casa”, y pamplinas por el estilo que, aunque cueste creerlo y hagan recordar los risibles estereotipos de la fenecida Guerra Fría, siguen presentes). Los sectores populares, mayoritariamente comprometidos con la Revolución, no se sienten en crisis. De hecho: no lo están. Por otro lado, la voraz furia consumista de la época navideña lo que menos muestra es retracción en las compras sino, por el contrario, centros comerciales atestados. Hay largas colas… ¡para comprar!
Siempre en relación a esa matriz mediática que barre el mundo, otro mito tejido fuera de Venezuela es la situación de absoluta inseguridad que se vive en las ciudades, con una delincuencia desbocada. La constatación in situ muestra una realidad diametralmente opuesta: el manipulado tema de la violencia callejera no es, ni por cerca, preocupación para los venezolanos de a pie. Hay muertos, y no pocos, en enfrentamientos entre bandas juveniles, nada distinto a lo que sucede en cualquier capital o gran urbe latinoamericana, básicamente en los sectores “rojos”, que por supuesto no faltan, pero ello está totalmente lejos de ser el cáncer que presenta la prensa antichavista.
Como último dato para intentar dar la verdadera imagen de lo que acontece en el país, fuera de la tergiversación de las industrias de la desinformación, está la figura del presidente Nicolás Maduro. La tónica dominante es presentarlo como un tonto, un inepto que cada vez que abre la boca dice una sandez. ¡Nada más absolutamente alejado de la realidad que eso! Maduro es un militante sindical que viene de la izquierda política, muy bien preparado y siempre a la altura de las circunstancias que le tocó vivir. De hecho la población chavista lo respeta mucho y nadie osa verlo como un improvisado, como la “pesada” herencia que dejó Chávez al que hay que soportar. Por el contrario, es todo un estadista que se sabe manejar con gran tino respecto a su pueblo.
  1. Sigue el acoso a la Revolución por distintos medios
Sin que esto sea justificación de nada, y asumiendo que hay muchas tareas que una revolución socialista debería acometer con mayores cuotas de autocrítica o de profundidad, de espíritu clasista incluso, construir una nueva sociedad en medio de un continuo bloqueo y ataque no es tarea nada sencilla.
El actual gobierno bolivariano, en todos sus niveles, está sometido al furioso bombardeo mediático de la prensa de derecha. Además, como se anticipa más arriba, el mercado negro y el manejo de divisas no está bajo el control del Estado, por lo que esos temas terminan convirtiéndose en una molestísima urticaria que corroe la vida cotidiana.
Quizá en esto no hay mucho que abundar y una corta estadía en el país no aporta nada especialmente nuevo, porque de nadie es desconocido que desde que asumió la presidencia, Nicolás Maduro ha debido soportar una presión mayor a la que le tocara resistir a Hugo Chávez. Por lo pronto, en los primeros meses del año 2014 las fuerzas políticas de la derecha nacional, siempre bajo financiamiento y asesoramiento directo de Washington, arreciaron de un modo brutal sus protestas, con el saldo final de 43 muertos y cuantiosos daños materiales. Ello, si bien no logró parar el avance del proceso bolivariano, mostró que la oposición sigue siendo tan beligerante como siempre, y está dispuesta al uso de cualquier medio para lograr su cometido: terminar con la Revolución.
Insistimos con la idea: aunque el escenario no es el mismo que el de Chile de 1973, el agio y el mercado negro son constantes en la vida económica cotidiana. El contrabando hormiga a través de la frontera con Colombia, en muchos casos de gasolina venezolana, causa enormes pérdidas a la economía nacional, valoradas en miles de millones de dólares.
En complemento a esta desestabilización económica, también debe considerarse la no menos dañina provocación militar a la que se ve sometida la Revolución, con infiltraciones continuas de paramilitares colombianos, con acciones violentas encubiertas, con sabotajes, con el siempre mantenido intento de ganar cuadros de las fuerzas armadas para proyectos contrarrevolucionarios.
Lo dicho más arriba respecto a la imagen que se crea de Venezuela tanto dentro de sus límites como a escala planetaria, es parte también de ese acoso: los medios de comunicación cada vez más deciden la vida política. Por tanto, la creación de esas matrices de opinión furiosamente antirrevolucionarias, satanizando y denigrando lo que realmente sucede, ayuda a mantener: 1) en lo interno, una población enfrentada en forma irreconciliable, dividiendo a la ciudadanía de un modo un tanto absurdo, siendo presa de ese visceral odio “antichavista” sectores de clase media que incluso se benefician de los programas sociales; y 2) en lo externo, preparando condiciones para aislar al país y tenerlo demonizado, justificando de ese modo cualquier posible acción “en defensa del mundo libre” (léase intervención militar, por ejemplo).
Complementa el acoso arriba mencionado una movida política que no es poca cosa y debe vérsela con mucha preocupación: la actual caída de los precios del petróleo.
Venezuela, por una sumatoria de causas, sigue aún después de 15 años de Revolución, dependiendo en un 80% de la venta del oro negro. Se llegó a hablar, incluso, de “socialismo petrolero”. Esto abre otro debate, en el sentido que es imposible edificar algo sólido en este mundo globalizado y manejado por grandes corporaciones capitalistas a partir de la venta de un recurso natural no renovable. Si bien hay reservas petroleras hasta fines del presente siglo (la reserva del río Orinoco es la más grande del mundo, y aún se la explota en pequeña escala), la falta de diversificación productiva es una bomba de tiempo. Si no se tiene asegurada la producción de alimentos (la Revolución sigue comprando alimentos en el exterior), si tecnológicamente se depende de terceros en relaciones comerciales capitalistas, el pronóstico a futuro es incierto.
En relación a eso, y como una clara maniobra desestabilizadora para los tres países que, hoy por hoy, son una pesadilla para la lógica imperial de Estados Unidos y para el gran capital global (Rusia, Irán y Venezuela, con grandes reservas petroleras e intentando negociar ese bien ya no con dólares sino con nuevas monedas), la caída de los precios en el barril de petróleo es una maniobra política que intenta cortarle el ingreso de recursos a esas economías, obviamente para ahogar sus respectivos proyectos de países independientes y soberanos.
Incluso –valga esto como hipótesis– el probable embargo que se le levantaría a la Revolución Cubana puede tener como uno de sus objetivos hacer que la isla deje de depender de los petrodólares venezolanos para aislar políticamente a Caracas, dejando sus iniciativas de integración latinoamericana muy reducidas, o detenidas.
En otros términos: el acoso está por todos lados y convivir con él se torna sumamente complicado. Aunque todos sabemos que hacer una revolución es enfrentarse a esos demonios, decirlo es fácil. Soportarlo, no tanto.
  1. Continúan las discusiones en torno a la construcción del socialismo
Algunos años atrás, cuando vivía en suelo venezolano, era un debate permanente entre militantes, cuadros de la izquierda, dirigentes comunitarios, sindicalistas y activistas varios el rumbo que debería tomar la Revolución. Asumiéndose que lo vivido en Venezuela no es comparable con otros procesos de transformación social (Rusia, China, Cuba, Vietnam, Nicaragua), dado que aquí la Revolución no nació de una insurgencia popular ni de la lucha armada sino que vino desde un líder carismático que, sorprendiendo a propios y extraños, fue radicalizándose poco a poco desde la casa de gobierno, la discusión respecto a cómo pasar de esa fase a una profundización socialista estaba en el día a día. En un momento, incluso, se propuso casi como una exigencia teórica definir qué era este nuevo socialismo del siglo XXI.
El tiempo pasó, el líder ya no está, y la discusión sigue abierta. Los sectores más radicales siguen viendo una gran lentitud en el proceso. Es innegable que la Revolución tiene un tiempo muy propio, muy “caribeño”, podría decirse, para usar un eufemismo que no lastime a nadie y diga mucho. En otros términos: tiene mucho de pintoresca.
La cultura rentista y consumista amasada en décadas de bonanza petrolera no han desaparecido. Más aún: la Revolución no ha encarado un trabajo realmente fuerte y sostenido buscando modificar eso. Si bien se habla continuamente de valores socialistas, de una nueva ética, de una batalla contra la corrupción, la imagen de una Miami plástica y adoradora del despilfarro sigue presente en la conciencia colectiva; de ahí que la Miss Universo sigue siendo un símbolo nacional (por la calle, el ciudadano común puede preciarse de ser el país del mundo con mayor cantidades de títulos de belleza).
No cabe la menor duda que la construcción de una alternativa nueva, en cualquier sentido, es tremendamente difícil. Una cosa es tomar el poder político, el asalto a la estructura del Estado (que sigue siendo capitalista). Otra muy distinta es derrumbar esos esquemas y edificar algo nuevo. Eso –la experiencia de los distintos socialismos desarrollados en el siglo XX lo enseñan a sangre y fuego– toma generaciones. E implica, por fuerza, enormes esfuerzos, cambios de mentalidad, luchas a muerte contra viejos valores. Todo eso es una agenda pendiente aún en la Revolución. Pero lo importante es que, al menos, no deja de estar en discusión.
Quien capitanea el rumbo político del país es el Partido Socialista Unido de Venezuela, el PSUV. Pero esto no ha pasado de ser una bien aceitada maquinara electoral. No es, como sucede en otras organizaciones de izquierda, un partido de cuadros. No hay mayor, o casi no hay ningún trabajo de formación política con sus militantes.
No caben dudas que existe hoy día en el país un nuevo talante antiimperialista, que la idea de socialismo (aunque no se sepa con exactitud qué es el socialismo del siglo XXI) está presente, que las discusiones en torno a todo esto están abiertas. No puede dejar de mencionarse que las posiciones más “suaves”, más moderadas (llegándose a hablar de conciliación de clases, por ejemplo) parecieran ser las dominantes. Los grupos más radicales que piden profundización revolucionaria y socialismo con mayúscula, en general son marginales. La conducción política del proceso se hace más en clave de moderación que de profundización, pero ello no quita que un espíritu nuevo de debate, de conciencia política, de valores socialistas, impensable décadas atrás antes de la aparición de Hugo Chávez, domine toda la escena política.
Ese debate, al menos da esperanzas: las cosas se siguen moviendo.
No puede dejar de mencionarse en esta suerte de comentario/análisis la presencia omnímoda de Chávez. Hoy día ya pasó a la categoría de mito. Eso puede ser importante para tener un punto de convergencia de distintos sectores, un elemento que une, que congrega. Hugo Chávez ya pasó a ser Comandante Supremo y Eterno. Pero ello también abre alguna pregunta (¡que alguna vez hay que comenzar a formularse, y más aún: a responderse!) respecto a qué se construye con tamaño endiosamiento. Pregunta, sin dudas, que lleva a indagarnos por qué en todos los grandes procesos revolucionarios del socialismo ha existido siempre la figura de un gran líder carismático (heroico, siempre masculino por cierto): Lenin, Mao Tse Tung, Ho Chi Ming, Fidel Castro, Che Guevara, Chávez, Yasser Arafat. ¿Para construir enormes cambios se necesita de esas figuras colosales? Se podría dejar abierta la interrogación en relación a lo religioso que hay en juego en todo ello: ese culto a la personalidad, ¿no pasa a tener un valor religioso? (religión, de religare, en definitiva es “lo que une, lo que amarra a una sociedad, lo que la mantiene unida”).
Pero un planteo socialista –propiedad colectiva de los medios de producción y poder popular– no necesita de un pensamiento mágico-religioso centrado en la adoración de ningún ícono, sino más bien que debe tomar distancia de él. Y eso, con la veneración casi desmedida que pareciera tener la figura del extinto presidente, no pareciera estar planteándose en la Venezuela actual. Tamaño culto a la personalidad podría entenderse –beneficio de la duda– como un momento necesario en un largo y complejo proceso. Es posible. Pero no debe dejar de considerárselo como algo no menor.
  1. La Revolución sigue, y si algo da esperanzas es el poder popular
Como se dijo más arriba, pese a lo lento del proceso, a la falta de profundidad socialista de muchas medidas –la propiedad privada de los grandes capitales no se ha tocado, por ejemplo, ni la banca, sector clave que puede definir toda la Revolución– es alentador ver que el proceso está en marcha. Quizá la misma provocación continua de la derecha con sus numeras formas de ataque obliga a mantener la guardia muy en alto. Si es así, de momento puede decirse que la contrarrevolución lo que ha logrado es armar mejor la respuesta del movimiento bolivariano.
Hablamos del Chile de 1973 con Salvador Allende y su triste final con el golpe de Estado del general Pinochet. En Venezuela, hoy por hoy eso no puede pasar, por dos motivos: las fuerzas armadas, sin negar que habrá algún quinta-columna escondido esperando la orden de “la Embajada”, son una garantía para la continuidad del proceso bolivariano. Pero más aún, mejor y más fiable garantía, es el poder popular que se viene construyendo.
Sin caer en excesos triunfalistas, sin ver lo que uno quiere ver (lo cual es, en definitiva, pura imaginación, fantasía extinguible), es real que estos años de proceso bolivariano, aún con los defectos y contradicciones que pueda tener, ha ido construyendo una red de poderes populares locales, comunales, territoriales, que ya pasaron a ser una considerable fuerza político-social. La idea de “empoderamiento” (permítasenos utilizar este discutible término) ha cobrado real fuerza en la experiencia venezolana.
Si algo de novedoso tiene este mal definido socialismo del siglo XXI es la explosión de participación popular. Las medidas de fondo, es cierto, las sigue tomando la conducción política, que está sentada en el Palacio de Miraflores. Pero todos estos embriones de poder popular que mencionamos (consejos comunales, organizaciones barriales, colectivos de mujeres, fábricas recuperadas bajo autocontrol obrero, grupos de jóvenes, etc., etc.) son un verdadero resguardo del calor transformador. Ahí están las Milicias Populares, trabajando en coordinación con las fuerzas armadas, como una garantía de continuidad revolucionaria.
Sin dudas que la transformación de una sociedad lleva un trabajo fabuloso, monumental. No hay que cambiar sólo relaciones de poder, relaciones económicas: hay que cambiar mentalidades, culturas. ¡Eso es de lo más difícil! Y la única posibilidad para transformar hondamente una sociedad –la experiencia lo afirma– es trasladar el ejercicio del poder a las poblaciones, a la gente real de carne y hueso, más allá de anquilosado mecanismo del voto. En Venezuela eso está sucediendo, y es eso justamente lo que mantiene viva las esperanzas.
  1. Hay que tomar medidas más drásticas en el manejo de los recursos (nacionalización de la banca)
Este es el punto crucial. Es aquí cuando cobra todo su sentido el epígrafe con el que abríamos el presente texto: “En Venezuela no faltan dólares. Lo que está en juego es el destino de la renta petrolera”.
Venezuela en su conjunto, durante todo el siglo XX, no fue un país pobre, dado el aluvión de petrodólares que recibió y sigue recibiendo (en este momento algo reducido por la manipulada caída del precio del petróleo fijada por las Bolsas de Valores de las potencias occidentales). Antes de Chávez, y por supuesto infinitamente más a partir de él, los sectores populares recibían algunos beneficios de esa renta. En otros términos: Venezuela ha sido un país rico, pero lleno de pobres.
Ahora, con la Revolución, las cosas empezaron a cambiar: esa renta petrolera, como nunca antes en su historia, comenzó a llegar a los sectores históricamente más postergados. Es cierto que llegó con forma de programa asistencial (“Chávez me dio la casa”), pero ese fue un inicio. De lo que se trata ahora es de ir más allá en la construcción de un nuevo modelo, un modelo socialista y participativo, donde la gente sea la que no sólo recibe algunos beneficios (cultura asistencial) sino que decide el destino de sus vidas, y por tanto, del colectivo. Pasar de la cultura rentista –y si Chávez “da” la casa, no se superó la cultura rentista-asistencial– a la apropiación popular, al socialismo real donde el pueblo manda, es la tarea siguiente. Aquello de “mandar obedeciendo” del zapatismo es para pensar seriamente. ¿Se podrá, o hay que tomar todo el poder, sin miramientos, para proponer cambios?
Pero mientras se discute esto, ¿quién maneja esa entrada de petrodólares? (que, aunque mermada, sigue siendo muy grande). Ese es el cuello de botella de la Revolución.
El Estado venezolano invierte mucho en los distintos programas sociales. Ello ha traído como consecuencia un mejoramiento sustancial en la calidad de vida de los sectores más pobres y olvidados. Salud, educación, vivienda, servicios básicos, transporte, alimentación, son todas esferas que cada vez más la Revolución viene atendiendo con logros indubitables. De ahí que, en una apreciación muy pacata y corta de vista, la conciencia clasemediera ve el “peligro” que representa este pobrerío ahora puesto de pie, sintiéndose poder, representado por una figura intocable como la de Hugo Chávez, ocupando espacios que antes le estaban absolutamente vedados. “¿Los pobres entrando al Teatro Nacional?”. ¡Efectivamente! Eso es un símbolo de lo que significa revolución. Y eso está sucediendo en Venezuela.
Pero el mantenimiento de ese Estado y su posibilidad de seguir invirtiendo en programas sociales encuentra un terrible límite: las divisas que trae el petróleo van a parar al sistema financiero. Y ese sistema financiero es patrimonio de la empresa privada. Ahí está el tope.
La República Bolivariana de Venezuela, más allá de las reales transformaciones que está llevando a cabo, no deja de ser un país capitalista, que se mueve en la lógica del capital, y cada vez más, del capital financiero. Hoy por hoy, con este capitalismo especulador y mafioso que se ha venido construyendo en estas últimas décadas a escala planetaria, toda la Humanidad está en dependencia de los grandes centros bancarios que van controlando las finanzas mundiales, y por tanto la política así como la ideología y la cultura. En otros términos: la vida. La actual baja de los precios del petróleo –o su eventual subida cuando así lo deciden en algún lujoso lobby unos cuantos hiperpoderosos– lo permite ver de modo palmario. Hoy por hoy, el mundo lo manejan los grandes bancos y no los presidentes de los países.
El Estado revolucionario de Venezuela dispone de los petrodólares, de eso no caben dudas. Y más allá de las medidas que intenten aislar al país e impedirle salirse del campo del dólar como divisa de transacción, sin dudas la renta, en mayor o menor medida, seguirá asegurada por un buen tiempo, por unas décadas quizá. La cuestión básica estriba en ver cómo se maneja esa renta. Y si la misma termina finalmente en las arcas privadas de estos especuladores de poder global, la capacidad de maniobra de la Revolución no es muy grande precisamente.
Con Chávez vivo, genial estadista sin ningún lugar a dudas, los juegos de poder y las tensiones se dirimían (un poco al menos) a partir de su fenomenal carisma, de su muñeca política. Pero la vida de un país o de una Revolución es más complejo que eso. Los grandes poderes globales como la banca no se pueden enfrentar sólo a base de talento personal.
No contar con un sistema financiero propio de la Revolución obliga a esta dependencia mortal de un circuito que 1) sigue haciendo negocios como siempre, o como nunca antes, pero que pese a ello 2) es enemigo irreconciliable del proceso, por su carácter objetivo de clase enfrentada a muerte con una opción socialista.
Por todo ello la nacionalización de la banca se impone como principal tarea revolucionaria inmediata. No hacerlo es seguir en esta situación de dependencia, ofreciéndole al enemigo los propios recursos de una manera ignominiosa. No hacerlo, es quedar a su merced, sin posibilidad de poder invertir para crear una sólida base industrial que permita despegarse del rentismo petrolero, y lo peor: es quedar en sus manos para que –tal como lo está haciendo ahora– ahogue la Revolución con sus deleznables manipulaciones financieras.
  1. ¿Qué pasa si se pierde la próxima elección presidencial?
Entiendo que en Venezuela es necesaria hoy una revolución dentro de la revolución. Es decir: si el proceso avanza con lentitud, si la banca –talón de Aquiles de todo el complicado panorama– no se ha tocado, si estamos en la disyuntiva de construir un castillo de naipes (dólar manejado por el sistema financiero privado) o una fortaleza inexpugnable (asegurada por el poder popular desde abajo, armas en mano incluso), entonces es preciso dar un salto adelante. Se podrá atacar esto diciendo que es expresión de “izquierdosos intelectuales trasnochados”. Puede ser. De todos modos, reitero lo dicho más arriba: la crítica apunta a ser “no para mal de ninguno sino para bien de todos”.
Es cierto que el panorama político internacional actual es tremendamente más complicado para el campo popular que décadas atrás. Hoy no hay Unión Soviética, y la China puede ser aliado táctico, pero hoy funciona como gigante comercial y no otra cosa. Estos últimos años de capitalismo salvaje, eufemísticamente llamado neoliberalismo, asentados en feroces represiones que tiñeron de rojo todo nuestro continente, hicieron retroceder mucho las conquistas de los trabajadores y los ideales socialistas. No están muertos, pero sí bastante golpeados. La aparición de Chávez y todo el proceso que puso en marcha ayudó a recobrar fuerzas, a levantar esperanzas caídas. Ese es el verdadero y más importante legado de la Revolución Bolivariana.
Si hablamos de límites, de fallas, de cosas a rever, ahí tenemos la experiencia sandinista de Nicaragua en 1990. Igual que la venezolana, fue una revolución que se manejó dentro de los parámetros de la democracia representativa capitalista. Al perder una elección, tuvo que retirarse del poder. Y como las estructuras de poder popular se habían ido deteriorando –producto de la guerra, del bloqueo, de errores propios– el abandono del gobierno significó el fin de la revolución. En Venezuela, si se perdiera la próxima elección presidencial en el 2019, ¿pasaría lo mismo?
No se trata de hacer ejercicios de futurología. El presente escrito no tiene ese objetivo, sino abrirse preguntas críticas mostrando los puntos débiles en juego (y saludando efusivamente con fervor revolucionario los reales e incuestionables avances, por supuesto). Pero pensemos en ese escenario: si toda la Revolución asienta en el triunfo electoral, ¿qué sucedería –tal como efectivamente podría pasar– si Nicolás Maduro, o el candidato del PSUV que fuere, no gana en las urnas?
Es ahí donde el poder popular (léase milicias populares en combinación con las fuerzas armadas oficiales), la banca nacionalizada y el calor chavista cohesionado en torno a la figura del líder muerto pero vivo en la conciencia del pueblo y que sigue funcionando como aglutinador, deberían servir como garantía de no retroceso en los logros obtenidos.
 No hay dudas que estas cosas se discuten, y mucho, dentro de Venezuela. Quienes apoyamos desde fuera no estamos en el día a día de esos debates, aunque podamos dejar nuestro modesto aporte. El presente texto no es sino eso, así como podría serlo para Bolivia o para cualquier proceso que intente aportar transformaciones. En otros términos: un granito de arena para mantener viva la esperanza en que sí, efectivamente, otro mundo es posible, y que hay que seguir trabajando para darle forma a la utopía.