Voces Contra El Imperio
Cuando
escuchaba al presidente Nicolás Maduro reflexionar sobre las últimas 28
leyes habilitantes, y especialmente la referida a la creación de las
Zonas Económicas Especiales (ZEE), recordé una interesante charla con el
camarada José Antonio Egido sobre un libro que había escrito varios
años atrás en razón del particular modelo económico de la República
Popular China que su dirigencia definió como “socialismo de mercado”.
En su escrito, el camarada Egido resalta la teorización que al respecto
desarrolló el hoy fallecido líder comunista chino, Chen Yun
(1905-1995), que resumía bajo la expresión “El pájaro en la jaula”. De acuerdo con Chen, “la jaula”
figuraba la planificación centralizada y dirigida por el Partido
Comunista Chino (PCCh) de las ZEE, pero dentro de ésta debía permanecer “el pájaro”
(la economía capitalista). Este era libre de volar como desee pero solo
dentro de los límites de la jaula. Aquel enunciado de Chen Yun sirvió
como título oportuno para el libro del camarada Egido.
Aunque
Deng Xiaoping (1904-1997) es considerado mundialmente como el padre de
las reformas económicas de China, luego de la muerte del legendario
líder de la revolución china, Mao Zedong (1893- 1976), fue precisamente
Chen quien más teorizó y se involucró directamente en los detalles de la
construcción de las reformas económicas adoptadas por Deng a finales de
la década de 1970 y 1980, más tarde definida bajo el nombre de“socialismo de mercado”, así lo reconoce el camarada Egido.
Chen
reclamaba que la revolución china, por la difícil situación de haber
heredado una economía semi-feudal y con escasas experiencias de
capitalismo incipiente, “debía dar cabida (por un tiempo determinado) a
la convivencia con los aspectos del capitalismo”, de forma que
permitiera desarrollar apresuradamente, y sin mayores traumas, las
fuerzas productivas del país asiático, pero sin comprometer los
principios de justicia social e igualdad que proclaman las banderas del
socialismo chino. Chen interpretaba las ideas de Carlos Marx en aquello
que decía:
“Ninguna
formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las
fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y
más elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones
materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia
sociedad antigua. Por eso, la humanidad se
propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, porque,
mirando mejor, se encontrará siempre que estos objetivos sólo surgen
cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones
materiales para su realización. (…) Pero las fuerzas productivas que se
desarrollan en la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las
condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta
formación social se cierra, por lo tanto, la prehistoria de la sociedad
humana.” [1].
Premisa que,
entre otras, sirvieron a Chen para argumentar la arquitectura de las
reformas económicas el Estado debía promover siempre que sean
controladas por este y el PCCh.
Insistía
Egido en que el pensador comunista chino estaba muy consciente de los
peligros de su propia estrategia económica, y por ello consideraba que
la aplicación de las reformas debía hacerse con sumo cuidado y que los
límites de “la jaula” debían estar bien definidos y asegurados.
Por esa razón, Chen demandaba el fortalecimiento del PCCh para hacer
frente a la naciente burguesía china que surgía junto a las fuerzas
productivas capitalistas desarrolladas en ese país; la que pretendía –y
sigue procurando- penetrar al partido para destruirlo desde dentro. El
sabio Chen alertaba que de no amurallarse ideológicamente el PCCh contra
la nueva burguesía “China estaría en peligro de abandonar el socialismo y de restaurar el capitalismo”.Premoniciones que, hasta cierto punto, se han cumplido.
Muchos
estudiosos opinan que la jaula construida por Chen Yun para controlar
al capitalismo en China se rompió muy tempranamente, y que la burguesía
china hoy logra controlar importantes espacios políticos. Otros, por el
contrario, consideran que el PCCh se mantiene consolidado y
constantemente luchando contra las desviaciones burguesas, lo que se ha
manifestado en los últimos congresos del PCCh y con los juicios a
distintos líderes del partido en los últimos años.
No
obstante, fue precisamente Chen Yun, en 1983, uno de los líderes
respetados del PCCh que más hizo públicas sus reservas y quejas por la
contaminación espiritual que había traído a la República Popular China
la introducción de un capitalismo “controlado” que, según el pensador
chino, muy tempranamente comenzó a violentar los límites que le había
impuesto el propio Estado; penetrando al PCCh y a representar una
verdadera amenaza para el futuro de la revolución China.
A nadie duda del éxito económico de China, convertida hoy en la indiscutible primera economía mundial, superando a Estados Unidos en tan solo 65 años (luego de la revolución en 1949), con
un PIB de 17,6 billones de dólares, frente a los 17,4 billones de
dólares de la otrora primera economía estadounidense, según datos del
Fondo Monetario Internacional (FMI). Esta sola razón hace del modelo
chino un atractivo digno de estudio para muchos de derecha e izquierda
en todo el mundo.
A
diferencia de la China pre revolucionaria, la Revolución Bolivariana
heredó un país en 1999 con una precaria economía capitalista
rentista-petrolero dependiente y una enorme carga social de pobreza,
hambre y desempleo. Los niveles de pobreza en Venezuela llegaron a
rondar el 50% en 1999, mientras que la pobreza extrema se ubicó en más
del 10% para la misma fecha [2].
La
revolución emprendida por el Comandante presidente Hugo Chávez se
planteó, en primera instancia, la nacionalización de las industrias
estratégicas del país: fundamentalmente la industria petrolera (PDVSA,
que estaba en proceso de privatización) y las industrias básicas (la
siderúrgica y la industria eléctrica), entre otras como CANTV que habían
sido privatizadas durante los gobierno de la 4ta República. Una vez
recuperadas las empresas estatales, el gobierno bolivariano pudo
disponer de un recurso importante para plantearse la revolución social y
económica: dos fases de una misma ofensiva revolucionaria. La primera
consistió en la inversión social. Se crearon Misiones y subsidios para
saldar la deuda social. La segunda fase es la que se construye hoy: la
revolución económica. Si bien para este propósito el Estado ha venido
realizado importantes inversiones, sigue estando aún en proceso de
despliegue pero con muchas dificultades que se explican, en parte, por
el modelo económico heredado y un contexto internacional poco favorable.
La
burguesía venezolana que controló el poder del Estado hasta 1999, nunca
alcanzó a desarrollar las fuerzas productivas del país, por el
contrario, continuó creciendo, a decir del gran intelectual venezolano
Orlando Araujo (1927-1987) “como una oligarquía importador” [3],
por ende, parasitaria y extremadamente relacionada con los capitales
transnacionales y dependiente de la renta petrolera del país. Pese a
esto, sí logró contaminar con sus ideas y su propia espiritualidad
(consumista, fetichista, egoísta, individualista, clasista) y sus falsos
sueños de progreso social) a una parte importante de la sociedad
venezolana.
El
capitalismo fracasó en Venezuela muy temprano, nunca logró
desarrollarse. Además, habría que añadir que el modelo capitalista
venezolano de subdesarrollo, monoproductor y dependencia de EE.UU.
era parte, también, de una imposición foránea aplicada en varios países
de la región y el mundo, de la que muy bien teorizaron y explicaron
reconocidos intelectuales economistas con la tesis de la Teoría de la
Dependencia, entre ellos Theotonio Dos Santos, André Gunder Frank, y muchos otros.
Volviendo
al punto. Sin lugar a duda, la experiencia económica china es una
experiencia digna de estudio, al igual que otras experiencias que
merecen también un debate obligatorio para los cuadros políticos y
técnicos (economistas) de la Revolución Bolivariana. Claro está, siempre
que se estudie bajo criterios válidos y científicos; que conciba las
particularidades históricas, las potencialidades, los contextos y los
aspectos culturales que permitieron el gran salto del gigante asiático;
en la medida que nos permita además conocer los aciertos y los errores
de ese modelo para evitar las repeticiones a calco y copia.
¿Serán
las ZEE en Venezuela una copia de las desarrolladas en China? ¿Concibe
el Estado una participación accionaria significativa en las nuevas
industrias más importantes a establecerse dentro de la jaula venezolana?
¿Se encuentra desarrollando el Estado venezolano una Planificación
Centralizada para promover el desarrollo de aquellas actividades que
realmente son necesarias para el país? ¿Qué hará la Revolución
Bolivariana para amurallar ideológicamente al Partido Socialista Unido
de Venezuela (PSUV) y evitar el aburguesamiento de sus cuadros? ¿Fuera
de los límites de la jaula, también concibe el Estado revolucionario
seguir desarrollando las fuerzas productivas sin la intervención del
capital privado? La respuesta a éstas preguntas serían fundamentales
para un debate de profundidad.
Espero
que la Editorial “El Perro y la Rana” aproveche este momento para por
fin publicar el citado libro del camarada José Antonio Egido.
Fuentes:
[1] Crítica a la economía política, Por. Carlos Marx.
[2] Pobreza en Venezuela
[3] Venezuela violenta, Por. Orlando Araujo
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