Maryclen Stelling
Innegable el peso histórico del discurso político en la realidad
nacional y, más aún, desde el advenimiento de Chávez, para muchos
símbolo de esperanza y redención, consagrado como mito revolucionario.
Se inserta este ejercicio discursivo en el mesianismo político, suerte de providencialismo que condiciona a aceptar los destinos individuales y sociales como determinados por fuerzas ajenas a la voluntad, como por personajes excepcionales. Seres singulares, "elegidos" y percibidos como instrumentos de Dios, que impulsan el tránsito de la visión fatalista de la vida a la visión esperanzada de una existencia mejor. Sin embargo, tal providencialismo igualmente elude el control y responsabilidad individual y coloca la vida en manos de un "nuevo otro", en este caso el líder redentor. Se refuerza así la cultura política que algunos definen como "pragmática-resignada", que curiosamente cohabita con el mandato del poder popular y protagónico.
El providencialismo supone que los sucesos históricos —dirigidos por la voluntad divina— señalan en cada época y lugar a la persona indicada para gobernar. Ello genera en estos personajes la "convicción mesiánica" de los que se sienten predestinados a cumplir una misión salvadora. De allí que emprendan una cruzada mesiánica salvacionista que se comunica en un discurso político impregnado de fuerza religiosa, mística y espiritual. Discurso inspirador con alta capacidad convocatoria que transmite fe, pasión, voluntad e ímpetu revolucionario y logra, por tanto, amalgamar razón política y esperanza mesiánica. Destacan 4 componentes discursivos: denuncia y descripción de la situación real a cambiar; análisis de causas y culpables; y, en tanto elemento mesiánico, necesidad cambio hacia una sociedad posible; finalmente, un proyecto político ideológico, el socialismo Siglo XXI, que dota al mesianismo de una racionalidad explicativa y orientadora. "Toda revolución es esperanza, toda revolución es un mesianismo".
En el caso del presidente Maduro, estaríamos en presencia de un liderazgo instrumental, designado por Chávez para continuar su proyecto de país. Ello sin duda incide en su estilo de gestión e irremediablemente en su ejercicio discursivo, obligado a procurar contenido y forma propios. Más aun con la sorpresiva reanudación de las relaciones EEUU-Cuba.
Se inserta este ejercicio discursivo en el mesianismo político, suerte de providencialismo que condiciona a aceptar los destinos individuales y sociales como determinados por fuerzas ajenas a la voluntad, como por personajes excepcionales. Seres singulares, "elegidos" y percibidos como instrumentos de Dios, que impulsan el tránsito de la visión fatalista de la vida a la visión esperanzada de una existencia mejor. Sin embargo, tal providencialismo igualmente elude el control y responsabilidad individual y coloca la vida en manos de un "nuevo otro", en este caso el líder redentor. Se refuerza así la cultura política que algunos definen como "pragmática-resignada", que curiosamente cohabita con el mandato del poder popular y protagónico.
El providencialismo supone que los sucesos históricos —dirigidos por la voluntad divina— señalan en cada época y lugar a la persona indicada para gobernar. Ello genera en estos personajes la "convicción mesiánica" de los que se sienten predestinados a cumplir una misión salvadora. De allí que emprendan una cruzada mesiánica salvacionista que se comunica en un discurso político impregnado de fuerza religiosa, mística y espiritual. Discurso inspirador con alta capacidad convocatoria que transmite fe, pasión, voluntad e ímpetu revolucionario y logra, por tanto, amalgamar razón política y esperanza mesiánica. Destacan 4 componentes discursivos: denuncia y descripción de la situación real a cambiar; análisis de causas y culpables; y, en tanto elemento mesiánico, necesidad cambio hacia una sociedad posible; finalmente, un proyecto político ideológico, el socialismo Siglo XXI, que dota al mesianismo de una racionalidad explicativa y orientadora. "Toda revolución es esperanza, toda revolución es un mesianismo".
En el caso del presidente Maduro, estaríamos en presencia de un liderazgo instrumental, designado por Chávez para continuar su proyecto de país. Ello sin duda incide en su estilo de gestión e irremediablemente en su ejercicio discursivo, obligado a procurar contenido y forma propios. Más aun con la sorpresiva reanudación de las relaciones EEUU-Cuba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario