María Alejandra Díaz Marín.
Para entender las razones de porqué se ha desatado una especie de locura
imperial y de los yanakonas internos queriendo acabar, -ahora sí-, con
el proceso de cambios iniciados en el año 1999, a partir de la
promulgación de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela; debemos comenzar por el escenario geopolítico mundial.
El imperio se encuentra un pleno ocaso, su modo de vida está amenazado
debido a una crisis energética producto del mismo consumo desmedido y de
que entre otras razones se les acabaron las reservas petroleras. Por
ello el desespero de optar por métodos de fracturación de la roca para
obtener hasta la última gota de hidrocarburo para con ello atacar el
precio del petróleo y desestabilizar la OPEP.
Por otra parte, el propio imperio conoce -porque así se lo informa su
servicio de Geología, a través de la Agencia de Información de Energía-
que la mayor reserva petrolera del mundo reposa en la Faja Hugo Chávez
Frías ubicada en el Orinoco, y que no es cierto que sea de 278.000
millones de barriles de petróleo, sino que en realidad hay depositados
bajo el subsuelo del Orinoco 517.000 millones de barriles de petróleo
extrapesado, ósea, petróleo para 500 años al menos.
Y esta es la razón fundamental del recrudecimiento del bloqueo contra
Venezuela que ahora no sólo es encubierto sino que además se exhibe como
un logro por parte de la derecha nacional que saliva profusamente.
Comenzó con el bloqueo militar: se nos negó venta de repuestos para
nuestros aviones F16 y demás unidades militares lo que obligó a Chávez a
buscar nuevos proveedores y en donde aparece Rusia y China como
protagonistas. Hasta el día de hoy el bloqueo militar se mantiene
incólume.
Pasó por el bloqueo tecnológico negándonos la posibilidad de adquirir
equipos médicos modernos, maquinarias para la construcción y la
producción de alimentos o productos terminados varios, derivados del
petróleo, etc… para enfrentar esta circunstancia Chávez acudió a otras
alianzas internacionales con Cuba, China, Irán, entre otras naciones.
Luego, el bloqueo aumenta después del golpe de Estado de 2002, cuando
desde los organismos internacionales tales como la Comisión
Interamericana de DDHH, la Corte Interamericana de DDHH y ahora más
recientemente, la propia ONU -a través de sus grupos de trabajo
infiltrados por enemigos de sistema político venezolano- y el parlamento
Europeo, constantemente se pronuncian contra el país y lo condenan para
mostrarlo como un sistema antidemocrático, con categoría de forajido.
Otro aspecto del bloqueo es el implementado desde las calificadoras de
riesgo quienes de forma unilateral, sin utilizar ninguna lógica
económica para ello, califican a Venezuela como un país de altísimo
riesgo y donde los intereses por los empréstitos que pagamos son sin
lugar a dudas, los más altos del mercado financiero internacional y
quizás del mundo.
El ataque contra nuestra moneda no ha cesado y esto obligó a Chávez a
decretar un control de cambios que impidiera la salida abrupta de
capitales que buscaba quebrar al país: hoy en día el ataque no ha
cesado, mas bien se ha incrementado, y lo más triste de esto es que hay
personajes que se dicen venezolanos que apuestan a ello, y trabajan sin
cesar todos los días para que esto suceda, y además resultan
beneficiados directa e indirectamente de los resultados de estas
especulaciones financieras internacionales.
El control desafortunadamente muestra síntomas de desgaste, debido a
varias razones, entre ellas, por el ataque que desde el exterior se la
hace a la moneda, fijando un precio arbitrario para el cambio
bolívar/dólar que no responde sino a factores especulativos con
profundas raíces en mafias contrabandistas de la frontera colombo
venezolana, las casas de cambio en Cúcuta y sus redes que se extienden
hasta Miami, otro centro de la conspiración contra Venezuela, que
trabaja las 24 horas del día los 365 días del año sin descanso. Ahí
tenemos al famoso dólar paralelo que utilizan los “industriales” para
fijar los precios de bienes y servicios en el país negándose incluso a
implementar el PVJusto.
El bloqueo ahora se extiende a otras áreas de la economía y la actividad
política del país: campañas para alertar a viajeros de que no viajen a
Venezuela, bloqueo aéreo (en franca violación del Convenio de Chicago,
viajar de Bogotá a New York en primera clase cuesta alrededor de 750
dólares, el mismo destino pero partiendo de Caracas –que está mas cerca
en términos de millas- cuesta 4.000 dólares), bloqueo en el suministro
de repuestos automotrices, equipos médicos, maquinaria pesada,
medicinas, tecnología y pare usted de contar.
Pero este bloqueo no declarado pero sí aplicado a Venezuela, no se
conforma y ahora viene en una nueva modalidad más cruenta y peligrosa:
los “industriales” que se dicen venezolanos decidieron que no soportan
tener que compartir sus ganancias con los pobretones venezolanos a
quienes Chávez y Nicolás decidieron apoyar, y que la renta petrolera
debe ser para ellos y para sus generaciones, que son la únicas
reservadas por Dios a dirigir el destino de Venezuela, en una especie de
evocación trasnochada de la tesis “del destino manifiesto” en el que
Bush y otros genocidas, creen les corresponde para guiar al mundo
entero.
Este bloqueo está funcionando además internamente: inflación inducida
desatada, acaparamientos, la baja inversión en tecnología para aumentar
la producción lo que se traduce en bajísima productividad de la
industria nacional, distribución zonal de los productos de manera
irregular, todo ello aderezado por el contrabando de extracción que
significa según palabras del Presidente Maduro mantener a tres países: a
Colombia y sus quince millones de habitantes en la frontera, a los
acaparadores y contrabandistas y a los propios venezolanos a quienes nos
cambiaron nuestro patrón de consumo y que ahora –gracias al poder
adquisitivo que tenemos- podemos comprar dos o tres veces lo que
realmente necesitamos, en una especie de locura y neurosis colectiva.
Todo esto sucede ante el peor de todos los bloqueos: el comunicacional. A
Venezuela le han aplicado un “armagedon comunicacional”, se han
dedicado páginas completas durante los últimos 15 años en diarios,
libros, páginas web, películas, series, premios, líderes de opinión
nacionales e internacionales haciendo la más vulgar propaganda de guerra
contra el país. Lo preocupante es que nuestra política comunicacional
ha sido tímida y en algunos casos, en otros funciona la tesis del
avestruz, o en otras funciona aquella consigna de Eudomar Santos en “por
estas calles”: como vaya viniendo vamos viendo.
Que nos queda entonces: primero comprender que estamos frente a un
bloqueo similar, muy similar al Cubano, con otros matices y bajo otras
circunstancias, que pretenden quebrarnos emocional, física, mental,
económica y financieramente; segundo identificar quienes son nuestros
enemigos en esta guerra: no es precisamente el gobierno quien está
interesado en quebrar la economía y provocarnos molestias, colas y demás
maluqueras: no, es una burguesía parasitaria y antivenezolana que
quiere quebrarnos moralmente y que con base en esta estrategia de guerra
informativa, económica, financiera, monetaria, comunicacional,
aplicando operaciones psicológicas y de control reflejo de avanzada
pretende que votemos contra nosotros mismos en el 2015, y así ellos
lograr acceder al poder para desde allí implosionar definitivamente al
proyecto constitucional; tercero: ante esta realidad debemos armarnos de
conciencia, paciencia, fuerza, unidad, seguir luchando y resistiendo,
exigiéndole al pueblo organización y al gobierno mano dura y eficiencia
en la gestión. Llegó la hora de las definiciones: en honor a Chávez y a
su sacrificio, no vale rendirse.
alecucolo@cantv.net
No hay comentarios:
Publicar un comentario