La semana pasada la oposición tenía preparado un plan que ni Cerebro, a saber: una resistencia heroica de los latifundistas del Sur del Lago; una avanzada arrolladora de los estudiantes clapclapclap, un cacerolazo estrepitoso y tal vez un golpe militar devastador. Todos lo anunciaron: Hay un golpe de Estado en curso de parte del rrrÉgimen, declamó MariCori; la Universidad resistirá hasta el último mohicano, entonó la Rectora Magnífica; el Sur del Lago será el Vietnam de Chávez, recitó uno de los tantos chiquilicuatros de la oposición. Hasta el malogrado Orlando dictaminó que el gobierno caería lanzando avioncitos de papel. Si la payasada fumada de Orlando forma o no parte del plan no importa, porque una bufonada más pasa desapercibida en este concierto de chuscadas.
Tal vez me equivoco y me paso de vivo, pero la oposición se volvió a propinar a sí misma una de sus tantas derrotas perfectas bit.ly/hkL7L3. La oposición me recuerda al villano de la inolvidable serie colombiana Caballo viejo, basada en la canción homónima de Simón. El héroe, el caballo viejo de la historia, nunca se enteraba de las maquinaciones campanudas de aquel villano aparatoso, que no pegaba una. Hay varios villanos así en la ficción: el Cuajináis, enemigo del Chapulín Colorado; Cerebro, el amiguito de Pinky; el Coyote, el enemigo del Correcaminos; el Malvado Carabel bit.ly/gI8Sz0.
Lo primero y más grave fue la arrugada del que estaba destinado a ser el cíclope legendario de la resistencia al rrrÉgimen en las marismas del Sur del Lago, dirigiendo por un teléfono satelital sus mesnadas de paracos como todo un señor feudal. “¡Aquí, aquí mis doscientos,/los que comedes mi pan,/que hoy era llegado el día/en que honra debemos ganar!” bit.ly/i1oaxv, etc. Mientras aquellas huestes homéricas cubrían de gloria los campos inundados del Sur del Lago, en Caracas los intrépidos estudiantes clapclapclap inundarían de honor las calles, que presenciarían atónitas los arrojos insólitos de los jóvenes estudiosos. Como decía la proclama de Cipriano Castro en 1902: “El sol de Carabobo vuelve a iluminar los horizontes de la Patria y de sus resplandores surgirán temeridades como las de las Queseras del Medio, sacrificios como el de Ricaurte, asombros como el del Pantano de Vargas, heroísmos como el de Ribas y héroes como los que forman la constelación de nuestra grande Epopeya” bit.ly/hvLD6n.
Nada.
A lo sumo sonaron algunas cacerolas palúdicas a las 8 pm del 22 de diciembre. Al mediodía de ese 22, Bernardo del Carpio, o sea, el legendario Chucho Meleán, de las gestas de la famosa vendetta, había libado un cafecito con el ministro Juan Carlos Loyo y el vicepresidente Elías Jaua. La sangre no llegó a la orilla del Sur del Lago. Al día siguiente los cuatro educandos que acudieron a la convocatoria y educandas no franquearon el muro de la guardia y fueron tan torpes que hasta les capturaron una gavera llena de bombillos de pintura. El 24 a mediodía, haciendo control de daños, la bizarra Rectora ripostaba con una enclenque misa campal, que no hacía sino recordar al pueblo inundado la estruendosa ausencia de la curia en el diluvio que lo enlutó en las semanas inmediatamente anteriores. Y que, de paso, derrumbó, espero que no para siempre, el carácter de bastión de la educación laica que siempre tuvo la UCV republicana.
El plan maestro, tal vez me equivoco, se les aguó, infiero que sea la humedad. Mientras tanto el Presidente andaba de barrizal en lodazal, salvando, curando, dando ánimo, endulzando la amargura, prometiendo, cumpliendo, llevando, entregando, guareciendo. Hasta el propio Palacio de Miraflores entregó y vimos conmovidos a niños haciendo historia correteando por los pasillos y el patio del pez que escupe el agua. Estaban los viejos presidentes tiritando bajo el polvobit.ly/ew1cEs.
En 2002 la oposición tenía a Pdvsa, a la cúpula militar, a Cantv, a RCTV, a Globovisión, a la curia, a la CIA, a Fedecámaras, entre otros recursos. Y no pudo. Ahora de eso ya no tienen ni la cúpula militar, ni Pdvsa, ni Cantv, ni RCTV. Como dijo una vez José Vicente: a la oposición solo le queda Bush. De este lado en 2002 solo teníamos un canal operado con cuatro trastos viejos que funcionaban gracias a los esfuerzos sobrehumanos y los rezos de Jesús Romero Anselmi, quien solo por eso merece que le den su nombre a una plaza. Unos círculos bolivarianos recién y mal constituidos. Y volvió, volvió, volvió. Ah, porque teníamos al pueblo civil y al armado, que no es poca cosa. Ahora además tenemos a Unasur, que ya ha demostrado su eficacia al menos en Bolivia y el Ecuador. Tampoco es poca cosa. Y un sistema de medios que aún está por ser el ideal, pero tampoco es poca cosa.
No sé si es triunfalismo, que es peor que el derrotismo, pero si vienen así, habrá que preguntarles: “¿Me vas a cortar con ese avioncito de papel?”.
roberto.hernandez.montoya@gmail.com
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