lunes, 22 de noviembre de 2010

¡Ciudad Bolívar: basta de tanto silencio!

*María Carolina Turarén 



La otrora Angostura, una ciudad privilegiada, definitivamente es una ciudad que la naturaleza y la historia han tratado con preferencia, desde que nuestro Libertador la nombro de manera provisoria Capital de la Republica e hizo celebre el famoso discurso de Angostura, marcaría para siempre la historia de nuestro país;  además es, en esta ciudad donde se edita el primer periódico del país.
Si, a los gobernantes de la Ciudad que además lleva el nombre del Libertador, se les aplicaran las disposiciones legales de la Ley Orgánica para la protección a las mujeres a una vida libre de violencia, varios Alcaldes de este País se encontrarían tras las rejas, por la cantidad de actos violentos que se cometieron y aún se cometen en su contra diariamente y sin piedad, contra ella. Ciudad Bolívar, ha sido catalogada por muchos como la Cenicienta del Estado, y existen otros menos románticos que la llaman: Macondo!, pero no será destruida por una tormenta de arena, como ocurrió en el célebre libro cien años de soledad,  sino por los actos de sus gobernantes y el silencio de sus habitantes.
Un tema que me preocupa altamente, al hablar de mi ciudad, son los buhoneros. ¿Quienes son considerados buhoneros?  Es denominado así a aquella persona que trabaja en la economía informal, vende diversos bienes de consumos, y funcionan con mesas donde promocionan su mercancía,  instalan de manera diaria un toldo  o dejan fijos unos pequeños kioscos, bien sean de hierros o de maderas, en las aceras de la ciudad. Pueden  funcionar de igual manera con la mercancía dentro de  algún bolso que lleva encima de su propio cuerpo o con algún medio de transporte que construyen o compran, en los cuales llevan y promocionan su mercancía de un sitio a otro.  Caracteriza entonces al buhonero el hecho de que traslada sus bienes de consumo diariamente de su hogar al sitio público donde decide trabajar, sin cumplir con la normativa legal que es exigida para el ejercicio formal del comercio.
En Ciudad Bolívar, un tema obligado es la existencia de los buhoneros. El ejercicio de este comercio informal abarca un amplio abanico de posibilidades, que va desde la venta de ropa, zapatos, bebidas de cualquier tipo, comidas preparadas en el lugar,  venta de carnes y  pescados,  sin ningún tipo de control sanitario,  e incluso se ofrece servicios como corte, aplicación de químicos y secado de cabellos, manicure y pedicura, entre otras, realizados en plenas vías públicas ante la mirada atónita de los habitantes de la ciudad, que observamos con horror la falta de gobierno en nuestra ciudad; sin dejar de mencionar la problemática colateral que generan estos vendedores informales, insalubridad, delincuencia, y además ocupan lugares públicos.
Existen tres sitios en la Ciudad que me impresionan al tocar el tema de los buhoneros, el Paseo Orinoco, La Avenida España de la Sabanita y la más reciente ocupación de una Plaza Pública en la Avenida Pichincha con Calle Machado.
Recorrer un día cualquiera el Paseo Orinoco, paso obligado para los que quieran (sean turistas o lugareños) admirar al majestuoso Rio Orinoco desde esta Ciudad o para los que pretendan adquirir a simplemente admirar algún tipo de bien comercial pues allí en las inmediaciones del Paseo Orinoco, se encuentran ubicados un considerable número de locales comerciales, es una tarea que implica niveles de estrés extremos, y se  coloca en riesgo la propia vida del transeúnte, por cuanto sus aceras se encuentran pobladas de Buhoneros y hacen imposible su paso por ellas y entonces terminan los ciudadanos, caminando por las calles con el riesgo evidente de un conductor (que circula legalmente por las calles, y que maneja esquivando kioscos y personas) los atropelle en un descuido y además que los ciudadanos invaden su espacio de circulación. Existe incluso un grupo escolar en el Paseo Orinoco, el “Grupo Escolar Mérida” y en lugar de escucharse la construcción de conocimientos de clases  en las aulas o la risas de niños y jóvenes en un receso a clases, solo se escuchan los gritos de los vendedores: ¿Que ropa buscabas?, ¡Todo a 5 bolívares!, ¡Tenemos lo que necesitas! que persiguen captar  clientes.
El populoso sector de la Sabanita, ha sido uno de los más golpeados en esta Ciudad, por la mala gestión de sus gobernantes y la invasión de los buhoneros en la Avenida España, las islas que separan las vías, se encuentran ocupadas por vendedores ambulantes y constituye una escena deplorable ver en lo que ha debido ser unas áreas verdes, y hoy día solo tiene kioscos de madera sobre una tierra árida, se puede observar buhoneros que practican la peluquería al lado de puestos informales de venta de pescados y así restos cabellos, lacas y químicos se esparcen entre carnes y pescados, ambiente propicio para infecciones y enfermedades.
Es impresionante como los buhoneros se han adueñado de la Ciudad, como los derechos de los habitantes y turistas de esta ciudad, son pisoteados diariamente y sin que el gobernante de turno (ni el anterior) materialice acciones fuertes y definitivas, que logren  la recuperación de un espacio de todos y no de unos pocos. Es innegable como esta situación ha fortalecido la delincuencia, porque ese hacinamiento en nuestras aceras, ha propiciado arrebatos de carteras  y otros objetos de valor, solo por mencionar uno de los delitos que aquejan la zona. 
La más reciente de las ocupaciones es la ocurrida,  en una Plaza Pública de la Avenida Pichincha, se comenzó hace un buen tiempo, con una sencilla venta de jugos naturales en una acera de la Plaza y hoy día de manera descarada, ocupan toda la plaza con mesas plásticas, sillas y toldos,  insisto ante la mirada atónita de un pueblo, que se pregunta: ¿Dónde estarán nuestros gobernantes?
Si me convierto en Abogado de los buhoneros, seguramente el argumento sería la situación económica del país y el derecho  que tienen al trabajo, que acuden a la buhonería producto de la crisis económica que se encuentran viviendo.  Sin embargo, un hecho es innegable, donde queda, el interés colectivo, el respeto a bienes comunes, bienes del dominio público, como plazas y aceras; el derecho a adquirir productos bajo estrictas normas de seguridad e higiene, el derecho a transitar libremente por los espacios públicos, el derecho a la recreación porque  ya el Paseo Orinoco, dejo ser un lugar de esparcimiento, donde  familias enteras  podían recorrerlo libremente sin ningún tipo de temor, es hoy una vergüenza pública, notoria, que incluso supera los límites de nuestra ciudad y de nuestras fronteras, ya que números turistas nacionales y extranjeros, que nos visitan diariamente y se horrorizan ante la negligencia manifiesta e  inexcusable de nuestros gobernantes.
He decido hacer pública estas líneas, por el infinito y profundo amor que siento hacia esta ciudad que me vio nacer y de la cual me siento orgullosa de provenir de su suelo, que estas líneas sirvan de reflexión y estimulo para evitar la destrucción de nuestra ciudad, que llevemos con dignidad el Hombre de nuestro Libertador Simón Bolívar.  Y que logremos con nuestro actuar una democracia participativa y protagónica, que los habitantes de nuestra ciudad rompan su silencio y conformismo, que reclamemos nuestros derechos, por una ciudad de todos y para todos y es imposible terminar sin citar, a Mahatma Ghandi:
Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena.                                  

*Abogada-Profesora

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