jueves, 18 de noviembre de 2010

Ciencia y poder desde USA.

Roraima Quinonez 



Desde 1913, en el mudo occidental se comenzó a cocinar una relación de División Social de Trabajo en lo laboral y lo pedagógico. Es en USA donde el conductismo, término derivado del inglés behavior (comportamiento o conducta), cuyo principio básico es que "sólo la conducta objetivamente verificable puede ser objeto de toda ciencia, ya que términos como conciencia, pensamiento, voluntad, mente, sentimientos e imágenes del sujeto individual y social carecen de significación para un modelo de apropiación, al que solamente se le permite, mediante el uso del método de la observación, hablar de causa y efecto o estímulo respuesta…Para los conductistas ortodoxos de la Escuela de Chicago, si la psicología, o cualquier disciplina social, intenta estudiar lo humano, deberá seguir el ejemplo de las ciencias físicas tradicionales.. Hacerse positivista, mecanicista, determinista y predictivo” (1).
La intención fundadora del mundo científico de USA y en general del planeta, donde los humanos somos máquinas, ha venido recorriendo los ambientes docentes e investigativos, desde el comienzo mismo de la modernidad. Esta concepción ha arropado nuestras formas de pensar, trabajar, e inclusive ha negado el espacio de los sueños de la humanidad, casi execrados del hacer científico occidental.
Paralelamente, en la URSS se cocinaba la otra estratagema de control, en este caso de la Naturaleza,ya que era la fuerza de los trabajadores y en general de sus pueblos, quienes dominarían al ambiente con una gran industria pesada. Para lograr esto, se establecería una burocracia férrea, desde el partido.
Estas dos concepciones del mundo y por ende de lo político, arrastrarían los sueños civilizatorios de las dos grandes potencias, viéndose el fracaso desde toda la década de los 80, cayendo primero la líder soviética y luego comenzando a desinflarse la burbuja del poder y éxito del mercado, para explotar nuevamente en la casa yanqui, después de 1930 y recién en este 2009, con  grandes sacrificios humanos, materiales y ambientales, para que esta última dictadura de lo mercantil se mantuviera hegemónica en el trabajo y en general en todos los aspectos de la vida. 
Estas dos concepciones del vivir, en todas sus expresiones cotidianas, tales como amar, comer, pensar, estudiar, sanar y más, han intoxicado al mundo científico-académico universal. De allí que nuestro enfoque socialista, este emblemáticamente huérfano y sin organización coherente, para trascender esta orfandad. Desde 1968, mayo francés, y 1969 en Méjico y aquí en Venezuela, no se ha vuelto a revisar con fuerza el hacer universitario-científico. Con todo el respeto y consideración que nos merece, el  gobierno bolivariano en su esfuerzo titánico para la inclusión de miles de jóvenes con la ampliación y creación de decenas de centros de educación universitaria y el mantenimiento de las universidades autónomas, con sus gerencias ultra liberales y corruptas, en el más estricto sentido de estos términos. De allí que no nos asusten los mandarines de ese poder intelectual, como el tránsfuga Luis Fuenmayor Toro, quien es expresión de librito de esa academia mercantil negadora del saber popular y ancestral. Necesarios son los saberes desde el pueblo, deseosos de caminar a encuentros de docentes-investigadores con sus estudiantes en un diálogo amoroso de la construcción socialista de una vida buena. Donde el amor mate el billete. Con el optimismo de la voluntad. VENCEREMOS.
(1) PODER-SABER. Una ciencia política de la Liberación. Hiram Hernández Castro. Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 2005.

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