domingo, 1 de agosto de 2010

Quién tiene la culpa del conflicto Venezuela y las FARC: ¿Nada que ver?

Andrea Coa

No es verdad que nosotros podamos hacer algo para restablecer la paz en Colombia. Hay demasiados intereses:

Los que están haciendo dinero con ese conflicto, los que lo han mantenido vivo para vender armas, para posesionarse de un país con acceso al Pacífico y al Atlántico, justo al Norte del Sur del continente. Se sabe que ni los colombianos ni los venezolanos tenemos la culpa de toda esa violencia, de toda esa desgracia, de toda esa guerra.

Pero no hay persona sobre el planeta que no padezca los efectos de una guerra, así sea en las antípodas, porque la humanidad es una sola, y está herida de ignorancia, de maldad, de capitalismo. Hoy, más que nunca, las guerras son un asunto de negocios, algo que da dinero, que está alguien contando cuando se dispara cada tiro, porque cada proyectil cuesta dinero que alguien paga y alguien cobra para acumular. Es la carrera indetenible de la codicia, que nunca se sacia, y que está sacrificando a toda la humanidad.

COMO NOS AFECTA LA GUERRA “DE COLOMBIA”

Y nadie más perjudicado por ese conflicto que nosotros, que hemos visto escalar la violencia en nuestro país. Cada paraco “desmovilizado” que viene a nuestra tierra a hacer lo que sabe hacer, aumenta el clima de inseguridad, y eso ha estado aumentando sobre todo en los últimos años, a tal nivel que parece ser producto de un plan preconcebido y calculadamente ejecutado, mediante el cual se mantiene a la gente en zozobra mientras se nos va infiltrando con tipos capaces de todo por dinero. Y cada colombiano refugiado que viene a buscar una posibilidad de vida, de que sus hijos lleguen a adultos, de poder vivir una vida normal; cada colombiano y colombiana que viene a a aprovechar las oportunidades que existen aquí, y la extraordinaria hospitalidad que los venezolanos y las venezolanas ofrecemos a todo extranjero, cada uno, viene porque en su país no encuentran eso.

Así que el conflicto de Colombia, que no desatamos ni mantenemos nosotros, nos implica. Por todos los lazos históricos que nos unen, que están en la raíz misma de la existencia de nuestros países, que tienen una raíz común; porque son los vecinos, los familiares más cercanos que tenemos. Y todos queremos que ese conflicto termine.

QUIENES SOSTIENEN ESA GUERRA

Se ha demostrado que el gobierno de Uribe es el menos interesado en que finalice la guerra, y el de Santos, por los vientos que soplan, no se diferenciará mucho, sino para peor.

Las FARC son sólo un lado del conflicto, como parte del pueblo de Colombia. El otro lado es el imperio, con sus corporaciones y su industria armamentista, con sus intereses geopolíticos, con toda su maldad existencial. Una sola parte puede finalizar el conflicto, muy temporalmente: Las FARC. Rindiéndose.

QUÉ PASARÁ SI LAS FARC SE RINDIERAN

Si algo tienen las FARC (y tengo derecho a decirlo) es la determinación a mantenerse luchando, que es la única opción que tienen. Con todos sus errores y aciertos, con todas las dificultades y posibilidades. Entregar las armas... Imagínenlo. Si lo hicieran de inmediato, el Imperio, libre de ese obstáculo, vendría directamente por nosotros, envalentonado por su victoria y acicateado por su codicia de nuestras riquezas, que hoy, con todas nuestras fallas, constituyen una oportunidad de vida para mucha gente, dentro y fuera de Venezuela.

Las FARC no tienen la capacidad para salirse del conflicto a menos que se rindan incondicionalmente, que es lo que solicita Uribe. Ya intentaron participar en elecciones hace años, y todos sus activistas fueron asesinados. Como siguen siendo asesinados sistemáticamente todos aquellos que de alguna manera tengan liderazgo. Como lo fue Gaitán, hace medio siglo.

Todo el mundo sabe que esa guerra la mantienen los gringos, y que no van a ceder. Si las FARC se rindieran, inventarían otra excusa, o sencillamente ocuparían del todo el país, como lo hicieron con Costa Rica, porque tienen allí un gobierno arrodillado. Y todo el poderío militar presente en Colombia sería utilizado para lo que fue concebido: para someter al resto del continente, comenzando por nosotros.

¿Y QUÉ PODEMOS HACER?

Desde el punto de vista de las acciones del Estado, el Presidente Chávez es quien sabe de eso, y dirige nuestra política exterior. Hasta ahora, el unir a los países antes débiles, organizarnos para una economía unida en el continente, hacer cada día más amigos y aliados, derrotar el ALCA, crear la ALBA y participar activamente en UNASUR y otras organizaciones regionales que, aunque no son tan radicales como la ALBA, tienen su importancia en la lucha por nuestra soberanía, son suficientes muestras de que nuestro Presidente y muchos de los que contribuyen a trazar las estrategias, saben lo que hacen. La ruptura de las relaciones con Colombia, y todas las declaraciones que hace, cumplen con un fin que, aunque por el momento no comprendamos, viene con el paquete de nuestra Soberanía. Confío en eso.

Construir una opción al margen del imperialismo, de manera soberana, en la cual cada cual tenga sus derechos y deberes, respetando a los demás, es la mejor manera de impedir las guerras. Aunque no sirva para extirpar un conflicto que lleva medio siglo, la ALBA es una esperanza para todos, hasta desde el punto de vista militar.

Desde el punto de vista de nosotros, la gente sencilla, que no ve en el pueblo colombiano a ningún enemigo, no tenemos por qué involucrarnos en ese conflicto, sino tratar a los cinco millones de hermanos que conviven con nosotros, con la hospitalidad que nos caracteriza. No debemos permitir que la armonía en las relaciones de persona a persona sea influida por la guerra ideológica a que nos someten, y los colombo-venezolanos no deben dejarse chantajear. Aquí no hay que tomar partido en ninguna guerra. Hay que vivir y trabajar, al margen de los intereses imperiales que quieren utilizarnos para seguir haciendo dinero con la muerte de los demás.

andrea.coa@gmail.com


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