El prefecto Richard Blanco sería un político perfecto si no fuera porque asume ser hermano del alcalde metropolitano Antonio Ledezma, gobernador de Caracas en febrero de 1989 cuando fue uno de los que ordenó “democráticamente” masacrar al pueblo durante El Caracazo.
Tal prefecto sería perfecto si no fuera amigo de Henry Vivas, uno de los cómplices de homicidio a mano armada del 11 de abril de 2002. O sería más creíble si no hubiera salido tan rozagante de Yare III, donde supuestamente estaba pasando las de Caín.
Pero lo que sí es innegable en este prefecto casi perfecto, es su “solidaridad” con el preso Lázaro Forero con el cual disputará un puesto para entrar en el Parlamento. Eso de renunciar a la posibilidad de ser elegido y pensar en el otro al parecer no va con él. Defiende la frase “el vivo al pollo y el muerto al hoyo”.
El caso La Fiscalía venezolana imputó a Blanco por la presunta comisión de los delitos de lesiones personales graves e instigación a delinquir. Es acusado de haber golpeado el 22 de agosto a un policía durante una marcha organizada por la oposición en la capital venezolana. Posterior a su privativa de libertad, la oposición solicitó revocar la misma o que fuera trasladado Yare III, en el estado Miranda.
Curiosamente fue liberado sin ningún tipo de lesiones, y quizás, muchos quedaron sorprendidos cuando reconoció este 6 de abril en el programa Buenas Noches (Globovisión), que las autoridades de ese penal hacen un gran esfuerzo en impulsar un plan de rehabilitación para los reclusos.
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