domingo, 5 de diciembre de 2010

Cambiemos el sistema, no el clima.

Tibisay Maldonado 



Basta ver la televisión un ratico, para darse cuenta, que la situación del planeta, es de desequilibrio e inestabilidad total.
No sólo es Venezuela, o Colombia las que están atravesando por problemas con las lluvias, es que en el norte vino el invierno con toda su fuerza y así como aquí  nos ahogamos en agua, por allá se están ahogando en nieve.
¿Y qué nos quiere enseñar esto?, ¿Qué nos está diciendo la naturaleza? Que o cambiamos el sistema en el que vivimos, o terminamos destruidos junto con la madre tierra.
Esto por supuesto se dice fácil, el gran problema es cómo lograrlo, como poner en la práctica las ideas sobre el cambio del sistema capitalista y depredador en el que vivimos, y que aun en momentos de revolución, en el caso de nuestro país, no hemos podido dar con soluciones concretas que permitan dar pasos más rápidos hacia el cambio del modelo.
A mi humilde parecer, hay varias acciones que pudiéramos estar analizando para ir cambiando el modelo y por ende organizándonos para un nuevo tipo de sociedad: la sociedad del BUEN VIVIR.
El BUEN VIVIR como lo señalan nuestros hermanos originarios, no es más que vivir en armonía con la naturaleza, respetarla y no dominarla, comprenderla y no someterla.
La cultura blanca occidental que nos impusiera la conquista, vino con esa carga de dominación de todo, no sólo de  las personas para esclavizarlas, sino también de la naturaleza: cambiamos los cursos de los ríos, hacemos represas, explotamos minerales, en fin, hacemos con la naturaleza lo que a nuestro entender, es necesario para vivir bien. ¿Pero vivir bien, es lo mismo que el buen vivir? NO, absolutamente no, el primero se centra en la persona humana, la persona es el todo, y por ella o él debemos hacer hasta lo imposible, para satisfacer sus necesidades, a veces creadas por el propio sistema consumista capitalista.
En cambio el BUEN VIVIR, tiene en cuenta primero la madre tierra, pues es sustento de la vida para todos y todas, incluidas las personas, y la armonía en nuestra relación con ella, será beneficiosa para todos y todas: las plantas, los animales, el clima y por supuesto las personas.
Entonces, para el buen vivir, debemos empezar a organizarnos de manera distinta, para comenzar a vivir de manera distinta, las ciudades son prueba de la necesidad de vivir de manera distinta. No se vive en las ciudades, se sobrevive. No tenemos tiempo de nada, ni siquiera de descansar, de compartir con la familia, del ocio creativo para el desarrollo intelectual de nuestro ser. Es imposible, pues la ciudad nos traga, nos demuele diariamente, para ponernos a producir, a veces sólo burocratismo, o eso que llamamos servicios, que en muchos casos además no funcionan bien.
Por ello el buen vivir, nos obliga a pensar en soluciones que nos pongan a vivir en armonía con la naturaleza, con el cosmos, con la vida, con la familia, con el vecino, y para ello, necesitamos ocupar el territorio de manera distinta también.
No es gratuito que las lluvias que no están azotando actualmente, están haciendo sus mayores estragos en la zona norte costera del país, territorio donde se asienta el 60% de la población del país. En el caso de Caracas, quizás estoy equivocada, pero creo que ya no da más, creo que debemos pensar en cómo hacer para hacerla más vivible, igual pasa con el estado Vargas, territorio vecino de la capital.
Por ello y pensando en la necesidad de contribuir con algunas ideas he aquí algunas propuestas:
  • Al igual que se hizo en Brasil, mudar la capital política de Caracas, hacia el centro del país, podría ser Guárico, que es un estado bien grande y se ubica en el centro, es decir equidistante al resto de los estados, por lo menos mas que Caracas. Como proyecto es un proyecto de años, pero comencemos a pensarlo, y a diseñarlo para concretarlo en 5 o 6 años.
  • Comencemos a utilizar otras fuentes de energía naturales como la eólica y la solar. En el trópico nos podemos dar el permiso de utilizar ambas sin problemas pues tenemos todo el año luz, y zonas muy buenas de vientos. Ya basta de seguir pensando en represas para producir energía eléctrica, que a fin de cuentas depende de grandes obras de infraestructura que cuestan millardos y afectan a la naturaleza y a los pueblos cercanos al proyecto de represa.
  • Recuperemos todos los cursos de agua, hasta la más pequeña quebrada, NO AL EMBAULAMIENTO DE QUEBRADAS. En el caso de Caracas, es vital, pues el valle esta cruzado por quebradas que regaban la ciudad, y que hoy están presas debajo de embaulamientos y casas, convertidas en desagües de aguas servidas con todo lo que ello implica. Por eso el sueño del proyecto Guaire, debe hacerse una realidad. Hay ejemplos en el mundo de cómo podemos recuperar esas quebradas, y en aquellos cauces secos, hacer bellos paseos, como el paseo Anauco, pero siempre dejando y respetando la existencia de ese cauce, pues los ríos vuelven a su lugar de origen, y las aguas que corren por debajo de la ciudad, y que hoy día están tapados, nos deben alertar de problemas mayores sino los atendemos con celeridad. Un ejemplo de una ciudad de quebradas es la ciudad de Luxemburgo en Europa. Toda cruzada por el Valle de Petrus, y puentes sobre lo que fueron quebradas, hoy día secas por la industrialización, pero en cualquier caso, hoy día son paseos hermosísimos para el disfrute de las familias que viven en esa ciudad. (Ver foto)
  • Mejora del sistema de transporte público superficial: autobuses y servicios de taxi. El Metro de Caracas, ha crecido y eso es imposible de negar. Pero el colapso del metro también es un hecho, pues la ciudad, su gente, ha crecido, y el servicio superficial, sigue siendo ineficiente, además que sigue secuestrado por las mafias de latifundistas de vehículos, que en una sólo dueño, poseen flotillas enteras de camionetas y autobuses, manejados por los famosos “avances”, que no son más que empleados de estos latifundistas. Que difícil se le hace al ciudadano común, chofer de su unidad, poder acceder a un crédito para comprarse una nueva o una más grande. El que deja sus riñones pegado a un asiento todo el día, no es el dueño de su medio de producción, sino un empleado. Sinceremos esta situación y apoyemos la organización de la comunidad de choferes de transporte superficial para que se apropien del servicio y derroten el monopolio que tienen algunas “y que” centrales.
  • Cierre de algunas avenidas o calles, para hacerlas de uso peatonal, pues la preferencia por los vehículos, ha hecho de esta una ciudad para los carros y no una ciudad para caminar. Muchas de las enfermedades del hombre moderno, amén de las enfermedades ocupacionales, vienen dadas por el sedentarismo, pues el carro ha sustituido las piernas, y hasta para ir a la panadería que queda a dos cuadras de la casa, quiero llevar el carro. Promover el uso del carro en colectivo, vecinos que se dan la cola, familias que viajan juntas y se reparten en sus distintos lugares de destino, esto especialmente para la clase media, que gusta de tener cada quien su carro para vivir cada quien su vida, la buena vida, pero no el BUEN VIVIR.
  • La reducción de la jornada laboral, debe mantenerse así como se hizo durante el racionamiento. No se justifica con este impacto de las tecnologías, que sigamos trabajando ocho horas, cuando una computadora vino a realizar el trabajo de 21 secretarias, no se justifica que sigamos con este horario de explotación. Inclusive organizarnos para trabajar por turnos, asi tendremos oportunidad de hacer otras cosas como estar con la familia, criar a nuestros hijos, y estudiar, leer, poner nuestro pensamiento en actividad creativa.
Todas estas propuestas por supuesto deberán acompañarse de una campaña comunicacional, pero muy principalmente, un cambio en los contenidos del currículo desde el preescolar hasta la universidad, pues el modelo sigue intacto en nuestros libros de texto, en nuestros salones de clase: educación para triunfar, educación para el éxito, educación para hacer dinero, pero no para el BUEN VIVIR.
Si no cambiamos el sistema, pereceremos, pues la naturaleza sabe cómo recuperarse y reinventarse nuevas formas de vida, pero los humanos somos frágiles, y no queremos admitirlo, estamos supeditados a ella para todo: el aire que respiramos, el agua que tomamos, la comida que comemos, todo nos lo brinda la naturalez. Vamos hacia el BUEN VIVIR, para luego es tarde…



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