Roberto Correa Wilson
Las naciones europeas de Portugal, Francia y España colonizaron tres países con el nombre de Guinea en el África Occidental, región de la cual los traficantes arrancaron millones de sus hijos para esclavizarlos.
Esas infortunadas personas fueron vendidas como esclavos a los dueños de plantaciones en América, Oceanía y otras regiones del mundo.
El nombre común de Guinea que ostentaban los tres países (Guinea, Guinea Bissau y Guinea Ecuatorial), proviene probablemente del antiguo reino de Yenne, que en el siglo VII d.n.e. tuvo su centro en el nacimiento del río Níger.
Estaban situadas en las riberas del gran Golfo de Guinea, junto a otras naciones como Nigeria y Níger, también irrigadas por la poderosa corriente del río antes mencionado.
Los navegantes lusitanos fueron los primeros marinos del Viejo Continente en arribar a las costas africanas.
Desde el siglo XV los gobernantes portugueses, fundamentalmente el rey Manuel, financiaron proyectos destinados a la apertura de una ruta comercial más segura hacia la India.
Nombres como los de Fernando Poo, Juan Santarón, Diego Cao, Paulo de Novais, Nuno Tristao, Fernando Gomes, Pedro de Escobar o Vasco de Gama, entre otros muchos, están inscritos en la historiografía occidental como descubridores de naciones africanas.
En realidad, cuando los conquistadores llegaron a África, ya había una historia iniciada en el siglo III y hasta el XVI: varios de sus territorios habían sido asiento de grandes imperios autóctonos como los de Ghana y el de Mali, y de comunidades bien estructuradas.
Ellos eran los verdaderos descubridores del continente, comprobada cuna del hombre, y este mérito al menos debería reconocerse.
En el siglo XVI los portugueses iniciaron el tráfico de esclavos desde África hacia Brasil.
En el año 1500 llegó Pedro Alvares Cabral a la que posteriormente sería la primera y única colonia de Portugal en tierras americanas (Brasil), y en breve tiempo llegaron allí los primeros esclavos.
Desde los territorios controlados por Portugal, Francia y España salió una parte considerable de los 20 millones de africanos que, según estiman los estudiosos, llegaron a América.
Otra cantidad, difícil de calcular pereció en el trayecto al no poder soportar las penalidades de la inhumana travesía.
Guinea Bissau
En 1446 llegó a esta pequeña nación el portugués Nuno Tristao. Mucho antes de su arribo, el territorio estaba ocupado por miembros de las etnias mandingos y fula.
En el siglo XV había un grupo de pueblos, balantos, manjeques y pepales que coexistían con el Estado creado por los mandingos en el interior del país.
Casi dos décadas después Fernando Gomes tenía el control absoluto del comercio, pero más tarde tuvo que compartirlo con la Compañía Portuguesa de Guinea, que además recibió en 1697 la autorización de la Iglesia para introducir esclavos en el llamado Nuevo Mundo.
Uno de los peores crímenes de la humanidad fue santificado por la religión.
El monopolio del comercio humano, ejercido por Portugal, hasta el primer tercio del siglo XVI, resultó afectado por las compañías francesas, inglesas y holandesas, cuyos traficantes nutrían de esclavos las colonias del continente y las Antillas.
Guinea
Esta nación colonizada por Francia tiene una rica herencia étnica y cultural y en el territorio habitaban de forma armoniosa los grupos fullah, maleiké, susú, entre los más importantes.
Se dedicaban al cultivo de la tierra, sus creencias eran animistas y respetaban la autoridad del kani o jefe de la etnia.
Sus hábitos y costumbres fueron alterados con la llegada de los conquistadores.
En el período de la Trata de esclavos en el siglo XV, Ríos del Sur, antiguo nombre de la región occidental de Africa, servía de lugar de reparaciones y almacenaje de las embarcaciones españolas y portuguesas.
Eran barcos negreros que tras su reparación trasladaban a los africanos cazados en la región para su venta.
Fue tal la importancia que adquirió Guinea y, en general, la zona del Golfo de Guinea que las oficinas comerciales esclavistas se establecieron allí.
Franceses, ingleses, italianos, belgas y portugueses rivalizaban por el dominio del territorio, debido a los notables ingresos que obtenían de la Trata.
Las metrópolis europeas con colonias al otro lado del Atlántico también se beneficiaban del comercio de esclavos.
Guinea Ecuatorial
Contrariamente a Guinea Bissau y Guinea, el territorio de Guinea Ecuatorial se divide en dos partes.
Una de estas era la continental, con varias islas cercanas denominada Río Muni, y otra formada por la mayor de las islas conocida en tiempos coloniales por el nombre del navegante portugués Fernando Poo.
Los pobladores autóctonos de esta última fueron los budis, en tanto que los primeros habitantes de la parte continental estuvieron compuestos por fangs, así como tribus procedentes de Gabón y Camerún, países vecinos.
Río Muni vivió constantes expediciones de portugueses, ingleses, franceses, holandeses y españoles en misiones de conquista y rapiña.
En cada una de las tres Guinea se repetían los mismos actores con idénticos fines.
En el siglo XVIII pasó a ser colonia de España por medio de un Tratado con Portugal a cambio de concesiones territoriales en la frontera sur de Brasil. Esa posesión fue la única del país ibérico en África Subsahariana.
En 1834 la Corona británica prohibió el comercio de esclavos en sus colonias de África y América.
Gran Bretaña desarrollaba la Revolución Industrial y la Trata no convenía a sus intereses. La obtención de materia prima en las colonias pasaba a un primer plano.
Las autoridades de Londres que intentaban instalar una base para actuar contra los traficantes de esclavos, propuso a España en 1939 la compra de esos territorios, pero las negociaciones fracasaron.
El siglo XX trajo consigo la independencia de las tres Guinea (Guinea-1958, Guinea Ecuatorial-1967, Guinea Bissau-1974); tras larga lucha armada o política. Portugal, Francia, España y la Trata de esclavos forman parte de un triste y oscuro pasado.
(*) Periodista cubano especializado en política internacional, ha sido corresponsal en varios países africanos y es colaborador de Prensa Latina.
domingo, 6 de junio de 2010
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