miércoles, 16 de junio de 2010

“Descubrimiento” en Afganistán confirma que guerras del imperio tienen origen económico.


Hernán Mena Cifuentes

La historia demuestra que la mayoría de las guerras tienen origen económico y las desatadas por Estados Unidos (EEUU) siempre lo han tenido, como la lanzada contra Afganistán para saquear sus vasta riqueza mineral estimada en miles de miles de millones de dólares, cuyo descubrimiento acaba de anunciar el Pentágono tras ocultarlo durante años pensando que podría explotarla impunemente una vez conquistado el país.

Con ello viene a conocerse que la invasión estadounidense al país de Asia Central hace más de nueve años no tenía por objetivo, como entonces se hizo creer al mundo, capturar a Obama Bin Laden, señalado por Washington como autor intelectual de los atentados del 11-S, sino el perverso proyecto de apoderarse de la fabulosa riqueza que posee una nación considerada hasta ayer como una de las más pobres del mundo.

No obstante, como en otros países del Tercer Mundo, cuyas riquezas son explotadas por las transnacionales capitalistas, nada cambiaría para el pueblo afgano, el cual seguiría sumido en el hambre, la miseria, la ignorancia, la enfermedad y otras plagas sociales, ya que las ganancias irían a parar a las arcas de los explotadores y de los gobernantes corruptos, cómplices hoy del Imperio en la guerra contra el pueblo como mañana lo serán de las multinacionales en el saqueo de esos recursos.

Por eso es que los medios mercenarios, apenas conocida la noticia del hallazgo, comienzan a dibujar el escenario de supuesta prosperidad que para los afganos tendría la explotación de esos recursos, alabando el radical cambio que tendría en sus vidas, cuando lo cierto es que, como otros pueblos hermanos, estarían condenados a vivir sumidos en miseria en medio de una riqueza que únicamente beneficia al explotador.

Porque lo poco que dejan al pueblo las transnacionales son los despojos de sus ganancias que, cual limosna, van a parar en su mayor parte a los bolsillos de sus cómplices, la oligarquía y corruptos gobernantes que copian muchas de las aberrantes costumbres de sus amos, como el vicio del consumismo obsceno y degradante importado de EEUU y de toda sociedad capitalista.

Pero los cálculos le salieron mal al imperio que, derrotado y al borde de perder la guerra, viendo cómo se les escapa de las manos el botín, decidió, en otra de sus diabólicas maniobras, revelar un secreto guardado tan celosamente a ver si consigue que sus aliados de la OTAN no se retiren del país, cegados por la ambición de compartir con EEUU los billones que generaría esa riqueza que les impulsaría a seguir luchando para lograr una victoria que están muy lejos de alcanzar.

Porque, ¿de qué otra manera se explica que, mientras la realidad da cuenta de que EEUU está perdiendo la guerra, se revela la existencia en Afganistán de ese fabuloso tesoro de reservas minerales que contienen incalculables cantidades de hierro, cobre, cobalto, oro, niobio, litio y otros materiales estratégicos de gran demanda en el mercado internacional, convirtiéndolo de la noche a la mañana en una de las naciones más ricas del planeta'.

El litio, por sólo mencionar uno los minerales descubiertos en Afganistán y cuyas reservas serían superiores a las de Bolivia, consideradas hasta ahora como las mayores de la tierra, podría convertir al país en “el Arabia Saudí del litio,” dado su gran valor como elemento básico en la fabricación de los modernos equipos electrónicos, entre ellos computadoras portátiles, celulares y baterías.

Según versión del New York Times, que dio el lunes la sospechosa primicia, fueron los geólogos del Pentágono los autores del espectacular descubrimiento, valorado, según los cálculos más conservadores, en un millón de millones de dólares, lo cual obliga a preguntarse: ¿Qué hacían allí esos geólogos militares realizando prospecciones mineras si de antemano no sabían de la existencia de esos minerales'.

Y bien que lo sabían, pues de acuerdo con la información que da cuenta del descubrimiento los geólogos yanquis lo habrían realizado en base a datos recolectados por expertos soviéticos durante la ocupación de Afganistán por parte de la URSS en la década de los 80 de lo que se infiere que el hallazgo no es nuevo, sino que por razones estratégicas ha sido revelado apenas hace pocas horas.

Otro hecho que mueve a la sospecha de que el hallazgo no es algo nuevo es que desde hace cuatro años, según publica el New York Time, el Pentágono viene realizando labores de cartografía aérea que han cubierto 70% del territorio afgano, utilizando equipos y sistemas de cartografía capaces de dibujar mapas tridimensionales, mediante lo cual se obtienen datos de asombrosa precisión que permiten la ubicación exacta de cualquier mineral bajo la tierra.

Además, Hamid Karzai, el corrupto títere que Washington impuso como presidente de Afganistán, dijo durante la visita que efectuó a la capital estadounidense hace seis meses que “los yacimientos minerales no explotados en su país tienen un potencial económico de hasta tres billones de dólares (3 mil millones de millones)”, así que no es noticia de última hora ese descubrimiento hecho por los militares estadounidenses.

Lo que se busca en verdad con ese anuncio, de acuerdo con algunos analistas, es prolongar la agonía de una guerra perdida antes de empezarla, porque, así como la historia enseña que las guerras tienen origen económico, también recuerda que Afganistán es un país indomable, porque su pueblo ha vencido a cuanto conquistador se ha atrevido a invadirlo.

No por algo a Afganistán se le conoce como “Cementerio de imperios”, donde han sido derrotados los más poderos ejércitos del mundo, desde el de Gengis Kan, Alejandro y más recientemente el inglés, el soviético y ahora el yanqui, el alemán, el canadiense, el italiano, el español y otros 40 miembros más de la OTAN.

Porque esta semana superó el millar la cifra de bajas fatales sufridas por el ejército de EEUU, mientras se cuentan por centenares las de las tropas de la OTAN a manos de los guerrilleros del Talibán que hoy dominan gran parte del país y resisten exitosamente cuanta ofensiva han desplegado las tropas ocupantes para derrotarlos, habiendo fracasado la más reciente cuando intentaron tomar la zona de Marjah, donde no han podido lograr su cometido y donde mueren cada día más soldados extranjeros.

Es por ello que el corrupto Karzai convocó, apoyado por Washington, unas espurias negociaciones de paz a las que asistieron simulando ser representantes del Talibán unos falsos jefes guerrilleros que acudieron a la “Jirga” a la que asistió el traidor, quien debió escapar de la muerte en su vehículo blindado luego de que dos cohetes lanzados por la guerrilla impactaran a escasa distancia de la carpa donde se celebraba la reunión.

“No entableremos conversaciones de paz hasta que el último soldado ocupante haya abandonado Afganistán”, fue la respuesta que dio con ese ataque el Talibán, lo que echa por tierra ese intento de confundir la realidad que es la derrota total a la que están condenados los invasores y ocupantes yanquis y de la OTAN, por lo que Washington hoy recurre al recurso del “descubrimiento” de la gran riqueza minera del país buscando evitar el desastre inexorable que allí le espera.

Ese plan de convertir una derrota inevitable en una ilusoria victoria, además de ser inviable, desnuda en toda su magnitud la miseria humana de un imperio que pretende seguir segando vidas al incentivar la ambición de sus aliados europeos con la promesa de compartir una riqueza fabulosa a cambio de atizar el fuego de la guerra que los hunde aún más en los abismos del conflicto que tiene pintado el rostro del fracaso.

No es viable porque enfrenta las condiciones más adversas para su exitosa ejecución, como lo es el caos social, político y administrativo que reina actualmente en un país envuelto en la vorágine de una guerra que hace demasiado arriesgada, por no decir imposible para cualquier transnacional capitalista, utilizar ingentes sumas de dinero en una inversión que está muy lejos de ser segura y confiable.

A lo anterior hay que agregar la descomunal corrupción del régimen afgano que corroe como un cáncer la economía del país sustentada por EEUU, responsable además de la desastrosa crisis financiera que afronta el Imperio que invierte anualmente más de 600 mil millones de dólares en el conflicto, costo que ha aumentado tras la demencial decisión de Obama, el Premio Nobel de la Paz que hace la guerra de enviar más tropas a Afganistán.

El plan enfrenta ese otro obstáculo que es el tráfico de drogas que ha convertido a Afganistán, después de la invasión y ocupación de EEUU y sus aliados de la OTAN, en exportador de más de 95% de la heroína producida en el mundo, cultivada por los “Señores de la Guerra”, cuyo poder es tan grande que los hace intocables a los ojos de Washington convertido en su cómplice al permitirles completa libertad para el negocio.

Y por si eso fuera poco el proyecto de realizar inversiones para explotar la ingente riqueza mineral de Afganistán deberá enfrentar otro y mayor obstáculo, similar al que encara EEUU en Irak, donde no han podido reactivar la poderosa industria petrolera devastada por sus propias bombas y por la fiera resistencia de los combatientes iraquíes que hacen explotar oleoductos cada vez que procuran restaurar la producción.

Y ese obstáculo se llama Talibán, ejército de combatientes entregados en cuerpo y alma a una lucha en la que utilizan las más innovadora táctica de la guerra irregular y llegan hasta el sacrificio de inmolarse para liberar a su patria del invasor y es esa resistencia, que es cada día mayor, la que deberá enfrentar el proyecto del Imperio de explotar la riqueza minera del país que invadió dando inicio a una guerra fracasada que está por cumplir nueve años.

Porque es a los pueblos a los que les corresponde disfrutar de las riquezas que la naturaleza dotó a sus patrias y no al Imperio que hace guerras para saquearlas, como lo ha hecho en América Latina y el Caribe donde hoy están siendo rescatadas a través de procesos libertarios e integracionistas, como la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (Alba), y como lo hará el pueblo afgano cuando al fin se libere de las garras de ese monstruo y sus secuaces europeos explotadores del tercer mundo.

No hay comentarios: