Ernesto Wong Maestre
El libertador de América, Simón Bolívar, comprendió como ningún otro líder de pueblos, anterior a él que “la felicidad consiste en la práctica de la virtud”, y así lo estampó para la historia en el Discurso de Angostura que hoy cobra nueva y significativa vigencia. Cuanto se escriba del pensamiento de Che Guevara debe hacerse considerando las condiciones histórico-concretas en que se fue forjando, desde las particularidades de su núcleo familiar y de su grupo escolar en interrelación con ese Ernesto, hasta que escribió su último reporte en su diario de guerra, allá en Bolivia, también en esa compleja madeja de vínculos y relaciones con diversas personalidades. Fueron sólo 39 años de vida y ¡cuánta riqueza ha dejado a las generaciones actuales y venideras!. Se distinguió desde joven y se enfrentó a su asesino, también distinguiéndose. Fue feliz ante la bala que le cercenaría la vida porque así se cumplía su palabra de hombre de virtud, de talento y de valor. “En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea” le confesó a Fidel Castro en la famosa carta de despedida de 1965. Décadas después, con la revolución victoriosa de Evo Morales en Bolivia se está dando al Che otro gran homenaje, porque así se cumplieron otra vez sus palabras, aquellas que condicionaban su “bienvenida sea” a la muerte, pues no fue en vano. Muchos en el mundo entonaron sus gritos de guerra y de victoria, para vencer y seguir venciendo al imperialismo, incluso allí en la misma Quebrada del Yuro en Ñancahuazú donde cayó herido. Evoquemos entonces al Libertador Simón Bolívar, raíz de los revolucionarios latinoamericanos: “Que los hombres nacen todos con derechos iguales a los bienes de la sociedad, está sancionado por la pluralidad de los sabios –dijo Bolívar-; como también lo está que no todos los hombres nacen igualmente aptos a la obtención de todos los rangos; pues todos deben practicar la virtud y no todos la practican; todos deben ser valerosos, y todos no lo son; todos deben poseer talentos, y todos no lo poseen. De aquí viene la distinción efectiva que se observa entre los individuos de la sociedad más liberalmente establecida”.(1) Che obtuvo todos los “rangos” posibles porque practicó a fondo la virtud, fue valeroso hasta el último minuto de su vida y poseyó talento por creces que le valió ser el primer hombre de la Sierra Maestra al que Fidel entregó el grado de Comandante; y todo ello resumido en esa más alta cualidad del ser humano: ser revolucionario. Hoy es una luz mundial para iluminarse en esta penumbra de la crisis global capitalista. Recordemos que al concluir la 2da guerra mundial, en 1945, Che con 17 años, ya estaba en la edad en que la base de los valores, sobre los cuales se van fundando las inclinaciones políticas, está casi definida. Esas tres cualidades ético-morales que Simón Bolívar nos legó en el discurso de Angostura, para entender los pensamientos y conductas revolucionarios, ya están presentes en el Che desde su formación como adolescente y quedan demostradas con el primer viaje en bicicleta por Suramérica recién graduado de medicina para conocer la realidad social, humana y cultural de los andinos, y se consolidan con su unidad al grupo de cubanos liderados por Fidel en la Revolución Cubana. Virtud, valentía y talento se conjugan sólo armónicamente en los revolucionarios de teoría y práctica: una de las enseñanzas de Bolívar corroborada en el ejemplo del Che junto a Fidel, y que adquiere especial relevancia en la vía venezolana al socialismo abierta por Hugo Chávez en la Patria donde nació Bolívar. De esto se trata la comprensión de la dialéctica de la revolución social en que los aspectos objetivos y subjetivos mezclados con el azar marcan el ritmo, los saltos y la armonía de los procesos sociales, es decir, del movimiento revolucionario. ¡Cuanta virtud, valentía y talento! pueden apreciarse en esa carta escrita al amigo comunicador Manuel Quijano, editor de la revista uruguaya Marcha, luego de casi siete años del fragor combativo como alto dirigente de la revolución social en Cuba, que ha pasado a la posteridad con el título “El hombre y el socialismo en Cuba” (2), y que constituye una pieza fundamental para comprender en toda su extensión lo que hoy se conoce como la “guerra de 4ta generación” y su vertiente mediática. Durante su extensa carta Che expone sus principales tesis acerca de la construcción del socialismo en las condiciones histórico-concretas de Cuba. Desmonta las matrices de opinión lanzadas por el imperio y sus órganos contra la Revolución Cubana y el socialismo. Para lograr ello, Che conoció a profundidad al ser humano cubano porque convivió intensamente con ellos, en la guerra y en la paz y hasta hizo familia dejando dos hijas y dos hijos muy pequeños. Y además, estudio lo más destacado del pensamiento político cubano, desde Luz, Varela y Martí, hasta Mella, Guiteras y Fidel, a la luz del marxismo-leninismo estudiado junto a Fidel, sus compañeros de la dirección revolucionaria y los trabajadores en círculos de estudios. “Hay sentimientos que no se pueden contener en el pecho de un amante de la patria; ellos rebosan agitados por su propia violencia, y a pesar del mismo que los abriga, una fuerza imperiosa los comunica”, dijo Bolívar en Angostura. Hoy no se puede estudiar a profundidad la Revolución Cubana y el tránsito del capitalismo al socialismo en la Isla si no se estudia la obra del Che. Tampoco se podría comprender el pensamiento político de Fidel, en sus dimensiones estratégicas y gerenciales, si no se estudia la obra del Che en sus diagnósticos y en sus propuestas, comunicadas por esa “fuerza imperiosa” a la que alude Bolívar. Parte de esas propuestas las sintetiza al concluir la obra “El hombre y el socialismo en Cuba” que también es una síntesis del pensamiento de Simón Bolívar, precisamente expresado en su discurso de Angostura al que recientemente Chávez ha citado como pleno de riqueza teórico-práctica. “La esclavitud -dijo Bolívar en Angostura- es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia, de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad; la traición por el patriotismo; la venganza por la justicia”. “Permítame intentar unas conclusiones –expresó Che Guevara al terminar su carta a Quijano: “Nosotros, socialistas, somos más libres porque somos más plenos; somos más plenos por ser más libres”, fue la primera conclusión del Che y constituye la base de la conducta revolucionaria sin la cual resultaría imposible transitar hacia el socialismo. Con esa interdependencia de cualidades entre libertad y virtud se construye el ser socialista que es más libre porque es más virtuoso, en palabras del Libertador, y como en el socialismo se es más libre porque no se está explotado por el capitalista, se es más virtuoso, más pleno. La segunda conclusión del Che parte de la primera, que debe ser completada con la acción como decía Marx: no se trata solamente de interpretar al mundo, sino de transformarlo. Y el Che dice: “El esqueleto de nuestra libertad completa está formado, falta la sustancia proteica y el ropaje; los crearemos”. Pero para el Che, la creación de la libertad concreta –como nos dice Chávez- no es una tarea exenta de peligros. “Nuestra libertad –dice Che- y su sostén cotidiano tienen color de sangre y están henchidos de sacrificio”, su tercera conclusión. Por ello es por lo que Bolívar hablaba en Angostura de los tres valores necesarios, entre los cuales el valor para enfrentar los peligros y realizar los sacrificios constituye una de las condiciones sine qua nom junto a la virtud y el talento. En el paradigma guevarista, el talento como condición sine qua nom del ser revolucionario debe ser reconocido como tal. Por ello dice Che en su quinta conclusión: “Nuestro sacrificio es consciente; cuota para pagar la libertad que construimos”. No se trata de realizar sacrificios de forma anárquica y espontánea por simple instinto de conservación la libertad alcanzada, eso es necesario pero no es suficiente porque si por circunstancias ajenas a quienes construyen el socialismo, esa verdadera libertad que se está construyendo requiere más sacrificio, eso requerirá talento para hacerlo con eficiencia y eficacia. Y por ello que Che Guevara alerta a los revolucionarios y expone su sexta conclusión: “El camino es largo y desconocido en parte; conocemos nuestras limitaciones. Haremos el hombre del siglo XXI: nosotros mismos”. Cuando se lee esta sexta conclusión de Che debería recordarse también ese artículo escrito por Albert Einstein en 1949 ¿Por qué el socialismo” pues para Che a diferencia de Einstein, el socialismo no era del todo desconocido, y menos para él o para Fidel quienes siempre fueron conscientes de las limitaciones propias, ajenas o de todo el colectivo, y por ello condujeron con eficacia una guerra de sólo dos años de duración pues entre 1957 y 1958 constituyeron un ejército rebelde y con él derrotaron al ejército más apertrechado por el imperialismo yanqui en América Latina para entrar triunfantes el 1ro de enero de 1959 a La Habana. Por tal razón, y con extraordinaria lógica dialéctica el Che sostiene su séptima conclusión acerca del cómo: “Nos forjaremos en la acción cotidiana, creando un hombre nuevo con una nueva técnica”. Y parte de esa técnica no fueron sólo las computadoras ensambladas en Cuba desde 1963-64, sino también los procedimientos, instrumentos e instituciones que por fases van modelando el hombre y mujer nuevos en su devenir diario, revolucionario bolivariano. Es precisamente en esa forja de la acción cotidiana que la personalidad articula en toda su profundidad las tres cualidades básicas del ser revolucionario, apuntadas por Bolívar desde 1919 en Angostura. “La personalidad juega el papel de movilización y dirección -dice Che- en cuanto que encarna las más altas virtudes y aspiraciones del pueblo y no se separa de la ruta”. Su octava tesis. Esto es válido no sólo para los principales cabezas del movimiento revolucionario en acción, sino también para los cuadros de base en plena formación como dirigentes revolucionarios. Virtudes y aspiraciones del pueblo, dos elementos indispensables en el paradigma metodológico guevarista para ejercer el liderazgo a todos los niveles y poder construir el socialismo venciendo al caduco capitalismo. Por todo ello, dice Che en su novena tesis, “quien abre el camino es el grupo de vanguardia, los mejores entre los buenos, el Partido”. No hay movimiento, ni físico, ni mecánico, ni social, que no esté iniciado y encabezado por un elemento o grupo de elementos, de todo el conjunto de elementos que se mueve. Ese grupo que “abre el camino” es necesario identificarlo en todo proceso para que construirlo si fuera necesario, y se va transformando y ampliando en la medida en que se va abriendo el camino, y se van transitando las fases de construcción del nuevo poder. Como el proceso transita un “camino largo” resultan necesarios los relevos, que deben ir formándose desde la adolescencia y juventud, como formó Che Guevara las bases de sus valores, quien en su 10ma tesis cierra su sistema teórico más abstracto o su constructo teórico como gusta decirse ahora en el siglo XXI. “La arcilla fundamental de nuestra obra –estimó Che- es la juventud, en ella depositamos nuestra esperanza y la preparamos para tomar de nuestras manos la bandera”. Es en esa preparación de la juventud como relevo, que otra máxima de Bolívar planteada en Angostura nos debe guiar en el trabajo diario revolucionario con adolescentes y jóvenes en la vía venezolana al socialismo: “La naturaleza, a la verdad, nos dota al nacer del incentivo de la libertad (…) ella reposa tranquila aunque ligada con las trabas que le imponen”. Por ello es que en esa preparación necesaria de la juventud que nace con la libertad dada por la naturaleza debemos evitarles las trabas que impuso el capitalismo, y las enseñanzas del Che, así como de Bolívar, Martí, Fidel, Chávez y todos los líderes que poseen con creces virtudes, valores y talento, son tan significativas en la construcción de la nueva sociedad que con ellas transitaremos exitosa y más rápidamente la vía venezolana al socialismo. Parafraseando a Che al finalizar su carta, en el Aniversario 82 de su Natalicio, digo: si este artículo aclara algo, ha cumplido el objetivo con que lo hice. Termino como mismo concluiría Che, con esa felicidad y optimismo que le caracterizó, si estuviera físicamente aquí con nosotros practicando la virtud: ¡Patria Socialista o Muerte, Venceremos! NOTAS: (1) Discurso de Simón Bolívar en Angostura, febrero-marzo 1819. (2) Carta dirigida a Manuel Quijano, director del Semanario Marcha, marzo de 1965, Montevideo, Uruguay. |
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