miércoles, 9 de junio de 2010

No celebres con Playboy!!!


Iris Rodríguez Acevedo

En Puerto Rico, como en todos nuestros países hispanos, abundan las mujeres jóvenes, inteligentes, hermosas, cuya autoimagen y autoestima han sido tan lesionadas por la publicidad capitalista y mercantilista, que ya son incapaces de juzgarse a sí mismas por otros criterios que no sean la belleza externa, la forma del cuerpo, el color de la piel, la forma de caminar, o el tamaño de sus pechos. Los responsables de todo este disparate social, en los últimos 50 años, que mide el valor del ser humano por el grosor de sus labios o la forma graciosa de la nariz, son los mercaderes del sexo, que fundaron la compañía Playboy . Por supuesto, estos individuos no inventaron el abuso sexual, ni la degradación del ser humano, pero han llenado los espacios dolorosos y nauseabundos de estas actividades morbosas con el brillo de la elegancia y el espejismo de la diversión que compra el dinero.

Desde entonces, hemos observado la segmentación y la deshumanización de mujeres que se convierten en lujosas acompañantes complacientes, deslumbrantes modelos sensuales, bellos objetos decorativos para el placer de los que puedan pagar el precio requerido y, sobre todo, generadoras de fortunas millonarias para los tratantes de cuerpos femeninos.

Un festivo anuncio publicado en la prensa boricua recientemente, invita al público a conocer a una famosa “playmate” de Méjico y Venezuela, en una fiesta al estilo de la Mansión Playboy. Por supuesto, esto no es más que una descarada oferta para entusiasmar a hombres y mujeres a incursionar en un mundo que antes sólo nos llegaba a través de películas, revistas e internet. “Las damas entran gratis”, proclama la propaganda, como si se tratara de un regalo, una cortesía para quien merece un trato especial. Lo que no se dice es que precisamente ésa es la carnada en el anzuelo, para que muchas muchachas que no pueden, posiblemente, pagar la entrada, se presenten con la idea de ser las invitadas de honor a lo que no es otra cosa que la pesca en masa de hermosas y prometedoras candidatas a conejitas que pagarán su asistencia con sus propios cuerpos. Cada una de ellas será tasada y medida con disimulo malicioso, para ver a quién se le puede hacer la oferta mágica que la convertirá en la figura cotizada y sexy que siempre soñó. Posiblemente, estos codiciosos pescadores saldrán de las aguas caribeñas con las redes llenas de sirenas, que usarán y desecharán cuanto y cuando les plazca, tras haber ampliado su mercado, llevándoles a los paladares de sus clientes chicas que no parezcan hechas en serie, aunque luego todas terminen luciendo como Barbie.



No es una casualidad que Playboy seleccione a Puerto Rico para promoverse con su glamorosa imagen de la empresa que más conoce de belleza femenina y de los apetitos sexuales masculinos, en un momento en que muchas transnacionales norteamericanas, que llevaban años en nuestro país, han cerrado sus operaciones y que, además, el mismo gobierno colonial boricua ha despedido a miles de trabajadores de todo tipo. Con la celebración de su cincuentenario, Playboy contribuye a crear un ambiente enajenante y, de paso, les abre sus puertas a muchas jovencitas que terminaron la escuela superior o la universidad y necesitan trabajo, ingresos y experiencia laboral para salir adelante.

“Música/Modas/Playmates y Bunnies” son las ofertas que el “Playboy Club” publica a toda página en el periódico, ilustrado con la imagen, casi discreta (para lo que no muesran) de una muchacha en ropa interior. Promesas de “sana” diversión, en un país agobiado por el desempleo, el crimen, la corrupción y la ausencia de un programa educativo que prepare a nuestros ciudadanos y ciudadanas de todas las edades y clases sociales para discernir acerca de toda esta barbarie que conduce a nuestr@s jóvenes a ser víctimas del capitalismo, del consumismo y del patriarcado criminal. Hay que alertar al pueblo, a todos los pueblos por donde se pasean impunemente estos mercaderes de la carne, para que le digan ¡NO A PLAYBOY! , con todo y sus conejitas, porque ellas ya no son jovencitas con sueños: ellas han traspasado el umbral de la amargura, la segmentación y el lavado de cerebro con el que el patriarcado las transformó en muñecas de lujo que, a los 25 años, ya serán demasiado viejas para jugar…

Si queremos a nuestras hijas, hermanas, vecinas, compatriotas y compañeras, ¡¡¡DIGAMOS NO A PLAYBOY!!!! ¡¡¡ Todos y todas al piquete!!! Participación gratis. Recordemos lo siguiente: ¡Indignarse es un derecho y expresarlo, un deber patriótico!


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