jueves, 25 de febrero de 2010

Por el Caribe llegó a Cancún el sueño de Bolívar hecho realidad.


Hernán Mena Cifuentes

Desde Panamá, tras un viaje de 184 años por aguas del Caribe, El mar de la Libertad llegó a Cancún, México, para hacerse realidad, el sueño de Bolívar, la utopía que llevó al Libertador a entregarse en cuerpo y alma a la lucha por la unidad de América Latina, cuyos estandartes rotos por las intrigas del Imperio y sus lacayos han sido rescatados hoy por los herederos de su causa al aprobar la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

Desde diferentes partes del continente arribaron al balneario Playa El Carmen, en la Riviera Maya, los mandatarios de 32 países miembros del Grupo de Río, con excepción de Honduras, para participar en la Cumbre de la Unidad, cuyo tema central fue la imperiosa necesidad de crear un organismo regional ajeno a intereses foráneos que libere a la región del tutelaje político del imperio yanqui que durante más de 60 años la mantuvo atada al perverso yugo de la Organización de Estados Americanos (OEA), maquiavélico instrumento cuya nefasta historia está plagada de intrigas y de atentados contra la integridad y soberanía de los pueblos de la región.

La ausencia de Honduras se debió a que el país fue excluido de la OEA tras el golpe de Estado cívico-militar asestado contra Manuel Zelaya en junio de 2009, pero, una vez celebradas en noviembre de ese mismo año las espurias elecciones que dieron el triunfo a Porfirio Lobo, un grupo de “cachorros del Imperio” aprovechó ese hecho para solicitar que se invitara al ilegítimo mandatario a la cumbre, maniobra que fracasó ante la férrea posición asumida por los presidentes de Venezuela y Nicaragua, Hugo Chávez Frías y Daniel Ortega, además de otros mandatarios, quienes impidieron que con su presencia Lobo manchara la dignidad de ese foro democrático.

¿Y Zelaya no es presidente', ¿A quién le entregó la Presidencia', preguntó el Comandante venezolano al rechazar la indigna oferta. “A nadie, Zelaya sigue siendo el legítimo presidente de Honduras. Mi gobierno no puede reconocer a la nueva administración hondureña por cuestión de principios”, destacó en un gesto de dignidad, de moral y de ética.

Fue así como la cumbre se convirtió a partir de ese momento en la cuna donde despertó aquel sueño que se durmió en el istmo panameño en 1826, cuando el ilustre caraqueño convocó al Congreso Anfictiónico con el objetivo de crear una confederación de los pueblos iberoamericanos, desde México, en el Norte, hasta Chile y Argentina, en el sur de Abya Yala, a pesar de los esfuerzos que para destruirlo, sepultarlo y borrarlo de la memoria colectiva de los pueblos realizaron Estados Unidos (EEUU) y sus secuaces.

Con ese fin crearon en 1948 ese engendro de la OEA que sólo ha servido como instrumento de intereses imperiales, aprobando invasiones, como lo hizo en 1954 en Guatemala para derribar a Jacobo Arbenz; aislar a gobiernos negados a ser títere de EEUU, como el de Cuba revolucionaria, expulsada de la organización en 1962; y aprobar con su silencio cómplice injerencias e intervenciones militares en Panamá, Haití, República Dominicana, Venezuela y otras naciones.

Y para derribar a esa punta de lanza que es la OEA, instrumento del proceso de conquista que desde hace más de un siglo adelanta EEUU en la región, fue que un grupo de presidentes revolucionarios, liderados por Hugo Chávez, Luiz Inácio Lula da Silva, Evo Morales, Daniel Ortega, Rafael Correa y otros mandatarios progresistas, se aliaron para hacer posible la creación de un nuevo foro hemisférico, libre de la contaminación que significa la presencia de EEUU con su cuota de sobornos y chantajes políticos y económicos que compra votos y conciencias, unas veces para aprobar sus injerencias e invasiones y otras para evitar condenas a los delitos de sus lacayos.

Sustituir a ese mecanismo incondicional de Washington fue la misión que se trazaron los jefes de Estado que por mandato de sus pueblos han dibujado un nuevo mapa económico, político y social, el cual, además de desalojar a EEUU de sus antiguos feudos, ha comenzado a derribar las obsoletas estructuras de poder que levantó el capitalismo salvaje y su modelo neoliberal en la región y el resto del mundo en nombre de un “progreso y bienestar” plagados del vicios del consumismo, insaciable sed de posesión de bienes en su mayoría superfluos que está llevando a la desaparición de todo vestigio de vida en el planeta.

La propuesta de los dirigentes progresistas y revolucionarios de la región no era una idea peregrina o aventurada, ya que además de estar fundamentada en el pensamiento unitario presentado por Bolívar en Panamá, está avalada por ese moderno ensayo de unidad que en su momento inicial fue la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (Alba), convertido hoy en mecanismo integrador por excelencia, pesadilla del Imperio que por todos los medios a su alcance procura destruir.

Fue tan oportuna, como convincente y realista la propuesta de cambio presentada que no dejó espacio a las maniobras que se esperaban de parte de algunos declarados lacayos del Imperio, dispuestos a mantener viva a la alcahueta OEA, negados a cambiar la historia de vergüenza y sumisión escrita por un foro que sólo ha servido para alentar y proteger los bastardos intereses imperiales.

Conscientes del significado y relevancia histórica que para el futuro de sus pueblos significaba la creación del nuevo organismo, los mandatarios progresistas y revolucionarios que asistieron a la cita redoblaron su ofensiva de argumentos hasta lograr su aprobación, marcando con la creación de la nueva instancia hemisférica un antes y después de Cancún, lo cual deja atrás la historia de indignidad protagonizada durante mas de seis décadas por la OEA.

“Necesitamos una organización específica, un espacio nuestro, americano”, dijo horas antes de aprobarse su creación Hugo Chávez Frías, presidente venezolano y líder de la revolución bolivariana que hoy se propaga como un incendio de dignidad, independencia y libertad por América Latina y el Caribe.

“Venimos con mucha fuerza a apoyar la idea de crear una organización de repúblicas, una organización del pueblo, distinta a la OEA que ha funcionado siempre bajo la hegemonía de EEUU”, expresó.

El Comandante fue pionero en la idea de construir un nuevo mecanismo hemisférico, cuando hace cerca de dos años, en mayo de 2008, se preguntó: ¿Para qué sirve la OEA'. ¿Para que continúe el cinismo'. Venezuela podría salirse de la OEA y crear o convocar a los pueblos de este continente a que nos liberemos de esos viejos instrumentos y a que formemos una organización de pueblos de América Latina, de pueblos libres”. Y su idea se hizo realidad en Cancún.

Evo Morales, presidente de Bolivia, manifestó horas antes del encuentro, al referirse a los propósitos de la cita, que “se gesta un nuevo movimiento político de jefes de Estado, por tanto nuevas propuestas de presidentes de gobiernos de Latinoamérica, como una nueva OEA, sin el norte, sin EEUU ni Canadá. Los gobiernos que conforman el Grupo de Río están obligados a gestar un movimiento, una nueva institución, una nueva OEA sin el Imperio”.

Rafael Correa, el mandatario ecuatoriano, fue igualmente partidario desde hace tiempo de la creación de un ente hemisférico sustituto de la OEA.

“La Organización de Estados Americanos tiene que desaparecer y mientras más rápido mejor, (ya que) perdió su razón de ser o nunca la tuvo, (porque) no es posible que los problemas de Latinoamérica se discutan en Washington”, añadió.

“Ecuador trabaja junto con Venezuela en la creación de la Organización de Estados Latinoamericanos (OELA), pero sin la participación de países ajenos a nuestra realidad y a nuestra historia”, manifestó en clara alusión a EEUU y Canadá.

Otro ejemplo similar lo ofreció Evo al aprobarse en San Pedro Sula, Honduras, en junio de 2009 el reingreso de Cuba a la OEA, desde donde retó a ese organismo a que lo excluyera de sus filas como lo hizo con la isla en 1962 por tener un gobierno marxista.

“Pues bien, quiero decir a los miembros de la OEA que están aquí que quiero declararme marxista, comunista, leninista, y ahora que me expulsen, ahora quiero que me expulsen de la OEA. ¿Quién puede creer que por ser marxista- leninista lo expulsen a uno de la OEA'”, refirió.

Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, fue enfático al igual que el resto de sus homólogos revolucionarios al declarar hace algunas semanas que el nuevo organismo permitirá “discutir los problemas de esos países con más desenvoltura y al mismo tiempo descubrir las potencialidades de inversiones mutuas, de trueques comerciales y de integración en las áreas política y cultural”.

Y ayer, el presidente Felipe Calderón, de México, también propuso la creación de un nuevo organismo regional sin la presencia de EEUU, pero paralelo a la OEA, ente que con el nacimiento oficial de la nueva organización, que según informó el mandatario tendrá lugar el 5 de julio de 2011 en Caracas, Venezuela, dejará como un mal recuerdo de la historia latinoamericana y caribeña a una OEA aislada conformada únicamente por EEUU y Canadá, rodeados de un reducido grupo de lacayos.

Porque hoy bajó el telón que puso fin al drama que durante 62 años vivieron los pueblos de la región, víctimas de un imperio que usó como instrumento a la OEA para ejecutar injerencias, golpes de Estado, invasiones y rechazo a su inalienable derecho a escoger libremente su sistema político y social, tragedia que se revirtió en su último acto con un final feliz como ha sido la creación en Cancún de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

1 comentario:

Nadi E. dijo...

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