viernes, 26 de febrero de 2010

Afrovenezolanos gestan su emancipación plena rumbo a la nueva independencia.


Lena Jahn

Desmontar el modelo de sociedad colonial persistente, estructurado sobre las bases de la discriminación racial, es la labor que ocupa a los afrovenezolanos hoy, a 200 años de la independencia, cuando aún trabajan por su inclusión y emancipación plena.

Así lo precisa el coordinador General de la Red de Organizaciones Afrovenezolanas, Enrique Arrieta, quien asegura que luego de la gesta de 1810, e incluso después de la abolición jurídica de la esclavitud, en 1854, sobrevivieron formas de opresión que hoy se traducen en mecanismos exclusión y negación.

Arrieta defiende su causa como un movimiento social revolucionario que hace diez años agrupó acciones aisladas en la lucha por la transformación de una sociedad que todavía estratifica y discrimina de acuerdo con el origen étnico de sus ciudadanos.

“El tema de la afrovenezolanidad lo abordamos desde distintas áreas: la educativa, la económica, la sanitaria y, sobre todo, la cultural, donde nuestro aporte ha sido más visible”, señala.

Así, enredados -como él dice, en el buen sentido de la palabra-, dirigen al Estado planteamientos por el reconocimiento del sector que hoy hace vida en un porcentaje notable de la población venezolana, a partir de la presencia forzada de ancestros africanos que fueron obligados a venir en calidad de esclavos.

“Fuimos la instancia social menos favorecida y eso derivó en un proceso permanente de negación de derechos, pues si bien se dio una revolución política y militar que abolió formalmente la esclavitud, la transformación cultural aún está en curso”, sostiene.

“El presidente Chávez ha dicho que la lucha contra el racismo y la discriminación tiene plena vigencia en Venezuela en tanto no se modifique el modelo cultural que promueve ambas conductas”, subraya.


Afrodescendientes en rebelión

Mucho antes de la gesta independentista, los afrodescendientes esclavizados en territorio venezolano ya venían levantándose en rebeliones que no han sido reconocidas plenamente en la historiografía.

Arrieta lamenta lo poco que se habla en las escuelas del negro Miguel, de San Felipe de Buría, estado Yaracuy, quien en 1533 se alzó en contra de la corona española; así como Juan Andrés López del Rosario “Andresote”, quien batalló años después por las mismas tierras y por la misma causa emancipadora.

Ocurre lo propio con Jerónimo Guacamaya, con su insurrección en Barlovento, y el quizás menos olvidado por la historia, José Leonardo Chirino, cuyo movimiento rebelde provocó una seria alteración del orden colonial de entonces.

“Definitivamente en los textos de historia ha habido un afán por invisibilizarlos, pues hubo muchos héroes afrodescendientes esclavizados a quienes se les tenía negado todo derecho, motivador principal para que centenares de ellos lideraran innumerables revueltas y levantamientos”, detalla.

No obstante, Arrieta recuerda que en su calidad de esclavos fue poco lo que pudieron hacer durante el estallido independentista, en 1810, período en el que no participaron de manera masiva en la batalla.

“No es sino hasta que Simón Bolívar entiende que sin ellos no va a ganar la guerra que decide incorporarlos al ejército patriota, aunque la historia lo desconozca”, dice.

Fue entonces cuando tuvo lugar la abolición de la esclavitud, el 2 de junio de 1816, y es partir de allí que las rebeliones afrodescendientes adquirieron carácter permanente hasta asegurar, en 1854, una libertad medianamente tangible.

“Ellos fueron tan importantes como otros sectores en la lucha independentista, a pesar de que sólo se hable de Pedro Camejo, el Negro Primero”, critica Arrieta, quien propone incluir en la agenda pública venezolana la necesidad de reconocer esa batalla invisibilizada.


Victorias de libertad

Diversas iniciativas de la Red de Organizaciones Afrovenezolanas han sido recogidas y materializadas por el Estado, lo cual se ha traducido en la ganancia de espacios de la vida pública por parte de este sector poblacional.

Así, hoy pueden enumerarse algunos avances, como la creación de la Comisión Presidencial Permanente contra la Discriminación Racial en el Sistema Educativo Venezolano, ideada como una instancia vigilante de la ruptura de estereotipos que generan en el imaginario de niños y niñas afrodescendientes un proceso de autoexclusión.

“Si no me parezco a lo que veo entonces me avergüenzo de mi origen y trato de imitar ese patrón para hacerme visible”, ilustra Arrieta.

Con el mismo espíritu, se diseñó una Ley Orgánica de Educación que por primera vez reconoce que las comunidades afrovenezolanas poseen especificidades que deben ser incorporadas al estudio, especialmente en la evaluación de referentes para el repaso de la historia.

Asimismo, se creó la Subcomisión de Asuntos Afrodescendientes en la Asamblea Nacional, donde se debaten iniciativas parlamentarias en atención a estas comunidades, como las adaptaciones hechas sobre las leyes de Juventud y Defensa Pública, las cuales incorporan políticas específicas contra la racialización.

Entre los avances en materia de reconocimiento también destaca la celebración que desde el 2006 tiene lugar cada 10 de mayo, decretado como Día Nacional de la Afrovenezolanidad.

Entre los avances pendientes, destaca la elaboración en curso de un censo poblacional que refleje en cifras desagregadas la población de origen africano que hace vida en Venezuela.

“Es un acuerdo que Venezuela suscribió con las Naciones Unidas y que el Instituto Nacional de Estadística prevé materializar para el año que viene, cuando la huella de África será contada en cifras”, señala Arrieta.

Considera que dicho estudio es plenamente necesario con miras a ofrecer políticas públicas que respondan de manera específica a las necesidades propias de ese sector.

“Nuestra Constitución Nacional, en su artículo 21, establece que el Estado adoptará medidas positivas en atención a los grupos humanos objeto de procesos de marginación, propiciando su incorporación social”, dice.

Se trata de la denominada discriminación positiva, a partir de la cual se evalúan las condiciones en que vive un sector específico, en este caso los afrovenezolanos, y se diferencian sus rasgos y carencias por medio de estadísticas.

“Es la población que menos acceso tiene al agua potable, a la educación media y superior y eso hay que precisarlo; así como dar a conocer particularidades genéticas que responden al origen étnico, como la propensión a enfermedades como hipertensión arterial y ciertos tipos de anemia”, ilustra.

Asegura que, una vez precisados los datos será más fácil avanzar, en consonancia con el carácter multiétnico y pluricultural de la población que consagra la Carta Magna.

De acuerdo con Arrieta, los logros alcanzados y los pendientes responden a propuestas que el gobierno ha acogido con buena disposición, en reciprocidad a la lealtad que los afrovenezolanos han demostrado hacia el proceso de cambios.

“Hemos sido consecuentes con la revolución y el Estado nos ha incorporado como parte de un colectivo que tiene demandas puntuales pero también mucho que aportar”.


Lucha inacabada

Tan innegables como los avances son las reivindicaciones que faltan por alcanzar en materia de inclusión afrodescendiente, sostiene Arrieta, quien resume el trabajo de la red que encabeza como una lucha por el autorreconocimiento, primer paso en la batalla de ideas hacia la nueva independencia.

“Queremos que nuestra gente se identifique en su historia, pues un pueblo que no entienda su pasado jamás entenderá su presente ni su futuro. Concentramos el mayor esfuerzo en las comunidades para explicar que ha habido políticas que no son inocentes, que responden a estructuras de poder que buscan invisibilizar y discriminar”, detalla.

Paralelamente, trabajan en la descolonización de la educación para revertir patrones que muchas veces generan en el estudiantado afrodescendiente vergüenza étnica.

Asimismo, acercar la oferta de carreras con pertinencia socioeconómica a las poblaciones afrodescendientes a través de la Misión Sucre, a fin de que los cupos no sean abarcados en su totalidad por los mismos que, tradicionalmente, han tenido acceso a la universidad.

También prevén proponer los cumbes como equivalencia de las comunas para los pueblos afrovenezolanos, espacios libertarios para las relaciones sociales, económicas y políticas: “Son formas organizativas que se parecen más nosotros”, dice.

En el campo político, aspiran conquistar espacios en la Asamblea Nacional y a nivel ministerial, lo cual posibilitará mayores escenarios de diálogo e inclusión.

“Sabemos que desmontar el andamiaje de la dominación cultural es un proceso lento que debemos impulsar con el apoyo de los medios masivos, sobre todo los del sistema público, donde consideramos falta presencia de afrovenezolanos”, expresa.

Arrieta considera que han empezado a recorrer el camino la nueva independencia, pero insta a una celebración bicentenaria que reivindique figuras que, al igual que los héroes reconocidos, fueron clave en la gesta liberadora y plantearon la construcción de una país de iguales.

Ahora, dos siglos después, sostiene el que afrovenezolano cumple con el perfil que se busca para dar continuidad al proceso colectivo de cambios que terminará por visibilizarlos plenamente.

“Insistiremos en conjugar nuestra agenda con la del gobierno, con el socialismo como única vía para lograr los objetivos y con una meta bicentenaria fundamental: exclusión cero”.

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