sábado, 20 de febrero de 2010

Las opciones de Ravell.


Roberto Hernández Montoya

Había una vez, contaba Bertolt Brecht, un burgués que contrató a un guía para atravesar algún desierto. Durante parte del viaje el burgués maltrató al guía, lo humilló, lo vejó, lo insultó. Al inexperto patrón se le acabó el agua, cosa que no pasó al baqueano. Entonces se invirtieron los roles: fue el guía quien maltrató, humilló, vejó e insultó al burgués, a cambio de una gota. Moraleja: No nacemos burgueses o proletarios sino devenimos tales por nuestro papel en las relaciones de producción, que puede cambiar. El guía se volvió capitalista porque en un desierto agua vale más que dinero.

En otra obra el didáctico Brecht cuenta cómo cuando el señor Puntila se emborrachaba, mimaba a su criado Matti, le ofrecía favores, lo trataba de hermanazo querido y esas cosas que hace la gente borracha. Matti se ilusionaba y cuando al día siguiente le recordaba sus promesas, Puntila lo aborrecía del modo despótico normal en los burgueses. El mismo tema está en Luces de la ciudad de Charles Chaplin y en alguna película en que Sara García asume el papel de la burguesa olvidadiza.

Lo que pasó en Globovisión, fuera de un anecdotario que no conozco ni me interesa porque muy probablemente no añade nada esencial a esta grande cuan verdadera historia, fue que, por cualquier entrevero, los dos Puntilas se acordaron de que eran los dueños del negocio.

A Ravell le hicieron lo que a Renny Ottolina en Radio Caracas Televisión (así se llamaba RCTV antes de que los bates quebrados que la dirigen perdieran hasta su nombre). Y a Mingo. De pronto vieron que Renny ganaba tanto o más que el canal y lo echaron de la gran familia de RCTV. Cambiado su lugar en las relaciones de producción, Renny descubrió y denunció las miserias de la televisión. Ten cuidado, Granier.

En estos días vi a una buena señora ataviada con una blusa de “RCTV alto pana”. Todo el tiempo me estuve preguntando si el advenedizo Granier deslizará su augusta mirada hasta ella y le dedicará un indolente mohín de aprobación.

Porque así como el Imperio es tan sádico con sus mandaderos en desgracia, como con Huseín, como con Noriega, como quizá pronto con Uribe, los burgueses se ponen histéricos con los igualados y solo les deja Twitter. Si acaso.


roberto.hernandez.montoya@gmail.com

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