MERCEDES CHACÍN
mechacin@gmail.com
Twitter: @mercedeschacin
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El próximo jueves 4 de octubre termina la campaña electoral. Campaña que se me antojó larga, graciosa y reveladora. Cayeron caretas, disfraces y mucha baba. El candidato perdedor luchó con lluvias, fallas de borde, cachicamos, culebras, sayonas, sapos y “suaparas”. El realismo mágico volvió por sus fueros. Así como en Macondo llovió por cuarenta días con sus cuarenta noches seguidas, el candidato perdedor del autobús del progreso se “perdió” en las carreteras de 250 pueblos. Quedó afónico de tanto decirle al chofer del autobús que lo dejaran “ahí mismito”, pero el tipo nunca paraba, porque quien lo contrató dijo que le pagarían sólo si recorría todos los pueblos de Venezuela en 30 días. Y como el candidato perdedor es parco el chofer se le fue de las manos.
Y esas mismas manos las usaron para un capítulo muy novelesco dedicado a convencer a la gente de que cuando alguien recibe dinero subrepticiamente para la campaña electoral del candidato perdedor sin declararlo debidamente al CNE, es culpa, no de Chávez, sino de Diosdado Cabello. Dicen que Chávez agradeció tal deferencia pues es la primera vez que pasa algo en el país y no es culpa de él sino de Diosdado. Y es que el joven dirigente excopeyano y ahora “justiciero” fue pillado recibiendo plata, cuadrando reuniones entre el candidato perdedor y quien le estaba dando el biyuyo y aun así, se llenó de valor y le dijo al país con un desparpajo surrealista de marido o esposa infiel que ni Salvador Dalí hubiese imaginado: “No es lo que ustedes creen. Todo es culpa de Diosdado”.
La campaña también contó con la participación desinteresadísima de los medios de comunicación privados. Capriles “engalanó” las primeras páginas de los diarios y le ganó en minutos de televisión y radio a Chávez. Tales acciones confirmaron que efectivamente lo único en lo que tiene ventaja el candidato perdedor es en la preferencia de la que goza entre los dueños de los medios de comunicación. Si es por ellos, dice el candidato perdedor, yo gano. A la pregunta de los periodistas sobre qué es lo que ganará se quedó callado, con la mirada perdida.
Ya en las postrimerías de la campaña, un señor abogado muy serio él, un periodista muy hablador él y un exgobernador muy elocuente él, criticaron con distintos grados de vehemencia el paquetazo neoliberal que tenía encaletado el candidato perdedor y fueron “siquitrillados” en las redes sociales, subiéndoles y bajándoles la talanquera dependiendo del peso de cada uno. Tales acciones revelaron que la dirigencia opositora además de racista también le tiene ojeriza a los gordos (y a las gordas) pero como es habitual lo ocultarán hasta después del 7 de octubre, aunque no les importe mucho porque prefieren a los flaquitos. Así fue la campaña del perdedor, graciosa, larga y reveladora. No habrá sorpresas el 7, salvó que decidan desviarse hacia algún vericueto del que brote la violencia. Sigamos…
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