Reinaldo Iturriza López
El 7 de octubre estaban en disputa dos proyectos de país. La mayoría del pueblo venezolano ha ratificado su voluntad de seguir profundizando la revolución bolivariana. El neoliberalismo, insólitamente redivivo en el programa de gobierno suscrito públicamente el 23 de enero de este año por Capriles Radonski, ha sido derrotado una vez más. De manera contundente.
El 7 de octubre estaban en disputa dos proyectos de país. La mayoría del pueblo venezolano ha ratificado su voluntad de seguir profundizando la revolución bolivariana. El neoliberalismo, insólitamente redivivo en el programa de gobierno suscrito públicamente el 23 de enero de este año por Capriles Radonski, ha sido derrotado una vez más. De manera contundente.
El 16 de diciembre, como en cada elección desde el 6 de diciembre de 1998, ambos proyectos volverán a enfrentarse. En Miranda, Elías Jaua es el candidato indiscutible de la revolución bolivariana. A Elías le corresponderá luchar electoralmente contra más de lo mismo: otra vez Capriles Radonski. Una vez más el neoliberalismo.
Pero esto, que parece todo, no es lo único que está en juego: como consecuencia inexorable de la derrota encajada el 7 de octubre, a lo interno de la clase política antichavista tiene lugar una enconada disputa por el liderazgo opositor.
Los hechos son los hechos. Veamos:
- La oposición ha sido derrotada en 22 de 24 estados (si contamos Distrito Capital), incluyendo el estado Miranda, donde Chávez sacó una ventaja de poco más de 7 mil votos. En otras palabras: ha sido literalmente arrollada.
- La médula del discurso de Capriles Radonski durante la campaña estuvo dirigida a granjearse el apoyo de al menos una parte del chavismo descontento, y en menor medida a desmovilizarlo. El resultado ha sido un índice de participación histórica, en particular en los sectores populares.
- 2 millones 188 mil 702 personas votaron por la tarjeta de la Unidad (14,78 % del total de votos opositores), y sólo 1 millón 829 mil 178 personas lo hicieron por la tarjeta de Primero Justicia (12,35 %). Si esto no es un mensaje claro contra la arrogancia y el sectarismo del partido de Capriles Radonski, no imaginamos qué puede serlo.
- La oposición ha sido derrotada en 22 de 24 estados (si contamos Distrito Capital), incluyendo el estado Miranda, donde Chávez sacó una ventaja de poco más de 7 mil votos. En otras palabras: ha sido literalmente arrollada.
- La médula del discurso de Capriles Radonski durante la campaña estuvo dirigida a granjearse el apoyo de al menos una parte del chavismo descontento, y en menor medida a desmovilizarlo. El resultado ha sido un índice de participación histórica, en particular en los sectores populares.
- 2 millones 188 mil 702 personas votaron por la tarjeta de la Unidad (14,78 % del total de votos opositores), y sólo 1 millón 829 mil 178 personas lo hicieron por la tarjeta de Primero Justicia (12,35 %). Si esto no es un mensaje claro contra la arrogancia y el sectarismo del partido de Capriles Radonski, no imaginamos qué puede serlo.
No hay excusas que valgan. El miércoles 17 de octubre, entrevistado por Leopoldo Castillo en Globovisión, Capriles Radonski hacía la siguiente valoración sobre los resultados electorales: "Si usted descuida una mesa, le quitan los votos… En el caso de Miranda… yo veo que hay centros donde tenemos cero votos, hay centros donde tenemos un voto. Eso no es una trampa en una máquina, eso es un descuido".
¿Quién le ha quitado los votos a Capriles Radonski? Nadie, por supuesto. Pero después de su irrefrenable tendencia a la victimización, ¿alguien puede sorprenderse de tales declaraciones? De ninguna manera. Pero ellas constituyen un detalle casi pintoresco. Un nuevo arranque de malcriadez del sifrinaje metido a la política.
Lo central es la disputa por el liderazgo opositor. Sí, está bien, la de Capriles Radonski fue una campaña "heroica, grandiosa, histórica", caracterización que, a lo sumo, despeja cualquier duda que pueda existir sobre la modestia del líder de Primero Justicia. Pero los resultados están a la vista.
Es absolutamente normal, por tanto, esta disputa, y es noticia que reviste de mucho interés para toda la sociedad venezolana, urgida como está de una oposición digna de llamarse tal.
Lo que no podemos interpretar como "normal" es que Capriles Radonski utilice las elecciones del 16 de diciembre como un camino para intentar garantizar la supervivencia de su partido político, aún a costa del pueblo mirandino.
Lo que no es aceptable es que esa rancia oligarquía, heredera del mantuanaje, que encarna Capriles Radonski, obsesionada como está por retomar el control de la Presidencia de la República, pretenda utilizar la Gobernación de Miranda, una vez más, como trampolín político.
Seguramente Capriles Radonski volverá a poner el énfasis en el tema de la gestión: pero esta vez no tanto para criticar al gobierno nacional, sino para "mostrar" la suya propia. Seguramente lo veremos intentando convencernos de que el país real es el país de fantasías en el que él vive: uno donde logró reducir los índices de criminalidad, por ejemplo. Pero la verdad es que eso es asunto suyo.
Lo que debe quedar claro de entrada es que, tal y como lo hizo durante la campaña presidencial, el partido Primero Justicia hará hasta lo imposible por despolitizar la contienda de cara al 16 de diciembre. Todo su empeño estará puesto en ocultar su agenda real.
¿Cómo lo hará? ¿Seguirá haciendo mímesis de las ideas-fuerzas del chavismo? Puesto que el 7 de octubre ha dejado claro que no es muy popular que digamos esa versión descafeinada y baja en grasas de Chávez.
El 7 de octubre hemos reelegido a Chávez, el original, y ahora vamos con Elías, quien por cierto ya fue blanco de los insultos de Capriles Radonski durante la campaña. Así son: se disfrazan de lo "nuevo" y resultan ser más de lo mismo. Elías, en cambio, es otro beta.
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