Mariadela Linares
Le confieso que cuando Últimas Noticias hizo el reacomodo en sus páginas de opinión y me puso a compartir quincenalmente este espacio con usted, me sentí incómoda, básicamente porque ya tenía años acostumbrada a la grata compañía de la lamentablemente desaparecida Stefanía Mosca y posteriormente a la de Isabel Rivero y Laura Antillano, aunque no tengo el agrado de conocer a ninguna de estas últimas.
Pero haciendo honor a eso que mientan el equilibrio (en el cual de paso no creo porque si nos ponemos a hacer análisis de contenido, encontraremos hacia dónde se inclina el fiel de la balanza), opté por aceptar calladamente el contrapeso. Después de todo, usted es un alto dirigente, no sé si presidente o algo así, de un partido político, y yo sólo una humilde ama de casa que antes hacía periodismo y había pasado por una maestría en ciencia política. O sea, más bien debía sentirme honrada. Debía.
También confieso, para terminar de ser honesta, que no leo su columna. No me interesan sus opiniones, como tampoco deben importarle a usted las mías. Pero sí sigo con alguna frecuencia sus intervenciones mediáticas, sobre todo porque era usted uno de los pocos líderes a quienes consideraba serio, y pienso, ya lo he expresado en otras oportunidades, que el chavismo requiere urgentemente de una oposición sensata que excluya a tanto payaso que se le cuela.
La primera sorpresa la vimos todos en cadena nacional cuando intempestivamente quiso arrebatarle el micrófono al Presidente de la AN porque no le gustaron los señalamientos que le estaba haciendo Diosdado Cabello. Esa destemplanza le quedó muy fea, señor Borges, muy inapropiada.
Pero lo último, lo que tal vez los lectores de su columna o de este artículo no hayan podido ver, fue de lo peorcito. En plena comparecencia ministerial, ponerse a jugar con su telefonito y tomarle una foto a la cabellera de Iris Varela para hacerla circular como un "regalo" a sus seguidores, con el despectivo calificativo de "las greñas de Iris", terminó de tumbarle la careta. No sólo no es usted un dirigente serio (si lo fuera, hubiese estado atento a las intervenciones en lugar de ponerse cómico), sino que ha evidenciado lo que siempre hemos sostenido: la nuestra, señor Borges, es una lucha de clases y de razas.
Usted desprecia la cabellera de la diputada porque ella está llena de negritud. Los de ella no son pelos lacios y planchaditos como norman los dictados de la estética que nos gobierna, muy apegada a que lo bonito es lo blanco. Son rizos naturales, venidos seguramente de algún antepasado africano que usted probablemente no tiene. Se ha burlado usted de la inmensa mayoría de las mujeres venezolanas que tenemos sangre mulata o mestiza. Su acción sólo se equipara a la de su compañera de bancada que se limpió la mejilla después que una mujer de pueblo puro le estampó un besote en un cachete. Es el mismo asco.
Primero Justicia ha pateado mucho cerro en Petare, eso hay que reconocerlo, pero cuando a usted se le ocurra ir para allá, piénselo dos veces antes de pasarle la mano a "las greñas" de las mujeres de aquellos barrios, porque no son muy distintas de las de Iris Varela y puede ser que ellas comiencen a darse cuenta de la hipocresía, del doble discurso, de la máscara. No se tome la molestia de responderme. Ignóreme. Favor que me haría.
Mlinar2004@yahoo.es
Le confieso que cuando Últimas Noticias hizo el reacomodo en sus páginas de opinión y me puso a compartir quincenalmente este espacio con usted, me sentí incómoda, básicamente porque ya tenía años acostumbrada a la grata compañía de la lamentablemente desaparecida Stefanía Mosca y posteriormente a la de Isabel Rivero y Laura Antillano, aunque no tengo el agrado de conocer a ninguna de estas últimas.
Pero haciendo honor a eso que mientan el equilibrio (en el cual de paso no creo porque si nos ponemos a hacer análisis de contenido, encontraremos hacia dónde se inclina el fiel de la balanza), opté por aceptar calladamente el contrapeso. Después de todo, usted es un alto dirigente, no sé si presidente o algo así, de un partido político, y yo sólo una humilde ama de casa que antes hacía periodismo y había pasado por una maestría en ciencia política. O sea, más bien debía sentirme honrada. Debía.
También confieso, para terminar de ser honesta, que no leo su columna. No me interesan sus opiniones, como tampoco deben importarle a usted las mías. Pero sí sigo con alguna frecuencia sus intervenciones mediáticas, sobre todo porque era usted uno de los pocos líderes a quienes consideraba serio, y pienso, ya lo he expresado en otras oportunidades, que el chavismo requiere urgentemente de una oposición sensata que excluya a tanto payaso que se le cuela.
La primera sorpresa la vimos todos en cadena nacional cuando intempestivamente quiso arrebatarle el micrófono al Presidente de la AN porque no le gustaron los señalamientos que le estaba haciendo Diosdado Cabello. Esa destemplanza le quedó muy fea, señor Borges, muy inapropiada.
Pero lo último, lo que tal vez los lectores de su columna o de este artículo no hayan podido ver, fue de lo peorcito. En plena comparecencia ministerial, ponerse a jugar con su telefonito y tomarle una foto a la cabellera de Iris Varela para hacerla circular como un "regalo" a sus seguidores, con el despectivo calificativo de "las greñas de Iris", terminó de tumbarle la careta. No sólo no es usted un dirigente serio (si lo fuera, hubiese estado atento a las intervenciones en lugar de ponerse cómico), sino que ha evidenciado lo que siempre hemos sostenido: la nuestra, señor Borges, es una lucha de clases y de razas.
Usted desprecia la cabellera de la diputada porque ella está llena de negritud. Los de ella no son pelos lacios y planchaditos como norman los dictados de la estética que nos gobierna, muy apegada a que lo bonito es lo blanco. Son rizos naturales, venidos seguramente de algún antepasado africano que usted probablemente no tiene. Se ha burlado usted de la inmensa mayoría de las mujeres venezolanas que tenemos sangre mulata o mestiza. Su acción sólo se equipara a la de su compañera de bancada que se limpió la mejilla después que una mujer de pueblo puro le estampó un besote en un cachete. Es el mismo asco.
Primero Justicia ha pateado mucho cerro en Petare, eso hay que reconocerlo, pero cuando a usted se le ocurra ir para allá, piénselo dos veces antes de pasarle la mano a "las greñas" de las mujeres de aquellos barrios, porque no son muy distintas de las de Iris Varela y puede ser que ellas comiencen a darse cuenta de la hipocresía, del doble discurso, de la máscara. No se tome la molestia de responderme. Ignóreme. Favor que me haría.
Mlinar2004@yahoo.es
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