En este proceso revolucionario muchos de nuestros dirigentes aún no se ubican en el contexto en el que vivimos ni parecen tener la conciencia como para despertar en el pueblo un cambio de mentalidad para contribuir con la formación del nuevo hombre y la nueva mujer que queremos y necesitamos. Esta crítica citará como ejemplo -entre muchos otros que hay- al gobernador del Estado Trujillo, Hugo Cabezas, quien parece más bien un dirigente adeco que recuerda al más rancio populismo que aquí se instaló en otras épocas.
Da tristeza escuchar el bajo discurso de este gobernador, quien al peor estilo de la cuarta república ofreció un discurso a los patrulleros y patrulleras en Boconó el sábado 31 de julio, en el que instaba a la maquinaria a asistir al acto de las patrullas en la región occidental, utilizando como “gancho” la comida, específicamente la carne y el refrigerio que se ofrecerá en esa actividad. Con palabras textuales el gobernador y miembro del comando de campaña de Trujillo expresó: “Vamos a dar no un pedacito de carne, sino tres toletes de carne con papas en una bandejita antes de bajarse del autobús”, un aspecto que resaltó muchas veces mientras que también habló sobre la garantía del agua y la logística que se desplegará para un acto masivo de este tipo.
Si bien es importante garantizar la logística en este evento, un tema que siempre debe cuidarse para hidratar y sostener a los asistentes a estos actos, resulta grotesco utilizar como “carnada” la alimentación para lograr la convocatoria al acto y que se recalque esto en boca de la primera vocería del estado, la del gobernador Cabezas. El gobernador trujillano pareciera sugerirnos que muchas personas irán por comer un trozo de carne, en lugar de exaltarse (como es lógico) la conciencia y la voluntad de lucha que debe encararse para estas elecciones del 26-S que son de vital importancia para la continuidad del proceso revolucionario.
Este tipo de discursos claramente populistas y adecos nos recuerdan al pote de leche o a la beca alimentaria que por años ofreció la cuarta república para engañar y humillar al pueblo cual espejitos cambiados por oro. No es la primera vez que Cabezas se expresa de esta forma, pues su discurso es tan bajo y tan escaso a nivel ideológico que muchas veces ha repetido ante los medios regionales que él tiene una beca “pal chimoito”, en referencia a un programa que asiste a personas de la tercera edad desposeídos y abandonados. Lo mismo se ve con otros programas que emprende esta gobernación que se centran en la dádiva, el regalo y el ofrecimiento de prebendas de manera particular.
No son pocas las veces que este discurso demagógico se repite en la región trujillana. En lugar de ir al planteamiento de fondo en estos temas, el gobernador se centra en recalcar la política de la dádiva y el altruismo en una clara manifestación de conducta sin conciencia revolucionaria y sin identificación con el cambio cultural que necesitamos los venezolanos y las venezolanas. Necesitamos dirigentes que dejen de comportarse como adecos y que dejen a un lado la política de la dádiva y el regalo para que el pueblo de verdad tome conciencia del rol protagónico que tiene y de los cambios que deben construirse de la mano con las comunidades organizadas y no a través del eterno paternalismo de estado que finalmente tenemos que acabar. Las transformaciones sociales se comenzarán a producir cuando cambiemos definitivamente nuestra mentalidad y demos un salto cualitativo hacia una nueva forma de hacer política que sea distinta a las perversiones del pasado.
luciavaraujo99@gmail.com
Da tristeza escuchar el bajo discurso de este gobernador, quien al peor estilo de la cuarta república ofreció un discurso a los patrulleros y patrulleras en Boconó el sábado 31 de julio, en el que instaba a la maquinaria a asistir al acto de las patrullas en la región occidental, utilizando como “gancho” la comida, específicamente la carne y el refrigerio que se ofrecerá en esa actividad. Con palabras textuales el gobernador y miembro del comando de campaña de Trujillo expresó: “Vamos a dar no un pedacito de carne, sino tres toletes de carne con papas en una bandejita antes de bajarse del autobús”, un aspecto que resaltó muchas veces mientras que también habló sobre la garantía del agua y la logística que se desplegará para un acto masivo de este tipo.
Si bien es importante garantizar la logística en este evento, un tema que siempre debe cuidarse para hidratar y sostener a los asistentes a estos actos, resulta grotesco utilizar como “carnada” la alimentación para lograr la convocatoria al acto y que se recalque esto en boca de la primera vocería del estado, la del gobernador Cabezas. El gobernador trujillano pareciera sugerirnos que muchas personas irán por comer un trozo de carne, en lugar de exaltarse (como es lógico) la conciencia y la voluntad de lucha que debe encararse para estas elecciones del 26-S que son de vital importancia para la continuidad del proceso revolucionario.
Este tipo de discursos claramente populistas y adecos nos recuerdan al pote de leche o a la beca alimentaria que por años ofreció la cuarta república para engañar y humillar al pueblo cual espejitos cambiados por oro. No es la primera vez que Cabezas se expresa de esta forma, pues su discurso es tan bajo y tan escaso a nivel ideológico que muchas veces ha repetido ante los medios regionales que él tiene una beca “pal chimoito”, en referencia a un programa que asiste a personas de la tercera edad desposeídos y abandonados. Lo mismo se ve con otros programas que emprende esta gobernación que se centran en la dádiva, el regalo y el ofrecimiento de prebendas de manera particular.
No son pocas las veces que este discurso demagógico se repite en la región trujillana. En lugar de ir al planteamiento de fondo en estos temas, el gobernador se centra en recalcar la política de la dádiva y el altruismo en una clara manifestación de conducta sin conciencia revolucionaria y sin identificación con el cambio cultural que necesitamos los venezolanos y las venezolanas. Necesitamos dirigentes que dejen de comportarse como adecos y que dejen a un lado la política de la dádiva y el regalo para que el pueblo de verdad tome conciencia del rol protagónico que tiene y de los cambios que deben construirse de la mano con las comunidades organizadas y no a través del eterno paternalismo de estado que finalmente tenemos que acabar. Las transformaciones sociales se comenzarán a producir cuando cambiemos definitivamente nuestra mentalidad y demos un salto cualitativo hacia una nueva forma de hacer política que sea distinta a las perversiones del pasado.
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