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“No podemos fallar”, les dijimos a reporteros, diseñadores y fotógrafos algún día de julio de 2009 cuando Ciudad CCS todavía era una quimera. No podíamos fallar porque se empezó a conformar un equipo preparado para dar batalla en la trinchera de la información y de la opinión. No podíamos fallar porque el pueblo de Caracas necesitaba un diario donde se reconociera en sus esperanzas, en su realidad y en la necesidad de hacerse dueños de su futuro. No podíamos fallar porque la tarea encomendada por el alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez, fue hacer lo que nos gusta hacer: periodismo. Y que había que hacerlo con la gente. No había excusas. No podíamos fallar.
Y no fallamos porque contamos con la participación del pueblo de Caracas. Caraqueñas y caraqueños se apropiaron de Ciudad CCS. Lo reciben día a día de la mano del pregón. En sus páginas encontramos información nacida de las entrañas del barrio, de la vereda, del edificio, de la parroquia, del municipio, de la ciudad. Es un ejercicio que va desde lo particular hasta arropar al colectivo. Este diario le ha dado tinta, papel y voz a los excluidos de siempre. Y es que al Alcalde de Caracas le sobraban argumentos cuando decidió combatir una debilidad que ha acompañado a la revolución bolivariana desde su nacimiento, como ha sido la poca asertividad en un terreno tan estratégico como el comunicacional.
Por eso no podíamos fallar. No nos estaba permitido equivocarnos. En la última década hemos sufrido en carne propia las consecuencias de los errores en el campo de la comunicación. Errores que poco a poco hemos ido cauterizando, curando. Errores que poco a poco se han convertido en fortalezas.
Y así, construyendo fortalezas, nació también hace casi un año el Correo del Orinoco, para ayudar en la tarea quirúrgica de desmontar la hegemonía comunicacional de la contrarrevolución, que tuvo su clímax cuando logró sacar a Hugo Chávez de la presidencia el 11 de abril de 2002. Telesur, Vive, ANTV, VTV, Ávila TV, Radio Nacional, YVKE Mundial y las radios y los periódicos comunitarios, son parte de la batería comunicacional construida en revolución.
Hoy los reporteros comunitarios, los pregoneros, la gente de la Redacción de Ciudad CCS, la gente de la página web, la gente de administración, la gente de recursos humanos, la gente de publicidad, la gente de informática, los abogados y en general el equipo que labora en la Fundación para la Comunicación Popular CCS y que hace que este diario sea una realidad, está de fiesta, pero sobre todo tenemos claro que no nos está permitido fallar. Y que no nos van a parar. Felicidades para todas y todos
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