viernes, 19 de marzo de 2010

Se nos cayó la revolución: hagamos un ejercicio de posibilidades remotas.

Javier Monagas Maita

Esta hipotética y nunca deseada fábula, hubo de suceder en el mundo de la fantasía escuálida. Cuando nos dirigimos a las causas que la ocasionaron, nos encontramos con un panorama que bien aclara por que esa fantasía pudiese concretarse en la mente prevaricadora de los que siempre despreciaron al pueblo, su independencia, libertad y de cómo los oídos sordos, las manipulaciones, las irresponsabilidades, los errores políticos y administrativos y la deslealtad, ayudaron a su realización.

En la nación de la esperanza; situada al norte del sur de un continente (cuya mala suerte le dio como nombre el epónimo de un extranjero de allende los mares, que le fue impuesto después de un genocidio descomunal) se encendió una llama sagrada que se expandió por llanos, cerros y montañas; arropando con su calor la conciencia adormecida de negros, blancos e indios. Uniéndolos en un solo corazón henchido del hambre libertaria que sembró un joven después de 1810.

Después de once años de haber accedido al gobierno, pero solo a un poco del poder, esa esperanzada nación se debate entre el reformismo, el oscurantismo retrograda o la revolución real. Primero) En complicidad con el retrogradismo, tenemos a una ola de empleados públicos heredados de las mas rancia ignorancia entreguista y clientelar cuarta república podrida. De esa forma obtener un documento, una certificación, un derecho cualquiera, se convierte en una engorrosa y complicada empresa, que consume los hígados y las hieles de la paciencia y la lógica. Así se debilita la estructura que aun no termina de nacer, pero que ya recibe proyectiles destructivos muy pesados y certeros. De esa manera va muriendo la esperanza y rebrotando la esclavitud. Los lideres que confunden y meten zancadillas para imponer proyectos grupales y personales, que conspiran contra la eficiencia y rectitud de los verdaderos revolucionarios

Segundo) Bajo el manto de lo nuevo, se esconde una traidora condición de bajeza, que sirviendo también de traba a los cambios necesarios, los blanden como bandera tan solo como estandarte, pero de inmediato los arrean para asomar la esencia verdadera de su condición: provocar un cambio, pero solo de protagonistas, donde los depredadores del pasado pasen a mejor vida y entonces ellos tomar control de las estructuras heredades, con solo pocos maquillajes, pero que mantienen la esencia del pasado. Así van copando los centros de poder y las esferas de gobierno. Imponen su dinámica, atacan lo que de verdad represente un cambio de estructura, hasta desalojarla y posesionarse ellos y sus prácticas anti cambio y anti poder popular. Se caracterizan por el uso del lenguaje de la revolución y de la contra revolución a la vez, tratando de establecer puentes de engaño entre la noche y el día, la clase obrera y el capitalista explotador, la miseria y la opulencia, el odio y el amor, atacando lo esencial de la lucha de clases y exponiendo el consumismo desmedido como alternativa, matando la solidaridad, equidad y la justicia, sustituyéndola por el egoísmo, el individualismo y la traición en forma de competencia.

Tercero) lo que se ha logrado, es el mejor ejemplo de lo que será el futuro, si logramos reventar los obstáculos antes mencionados. El que crea que la tarea es fácil, está equivocado. Esta noble labor requiere de una consistente conciencia radical, sembrada en lo más hondo del alma de un ser humano. Esta condición es tan grandiosa y tan vilipendiada a la vez, que es la poseedora de la mayor de las enemistades existentes. Paradójicamente es la única alternativa de salvación de la humanidad y de la preservación de la naturaleza misma. Bajo ese estado ideal social organizativo, se acabaran las guerras, las desigualdades, las injusticias, los saqueos de las mayorías por una minoría; sería el principio del fin de los imperios y la instauración del poder popular con su respectiva consecuencia de paz y armonía.

javierdelvallemonagas@gmail.com

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