Mirna Sojo
El cuento es muy sencillo, uno camina al lado del otro para acompañarse, en eso somos muy duchos, a la hora de brindar el apoyo, y lo hacemos con todo el gustazo del mundo. El dejarse acompañar es de hombres y mujeres sabios, máxime cuando en estos tiempos nada es absoluto y por el camino que vamos en nuestro proceso revolucionario, mas necesitamos de las compañías, de la juntura, del debate y sobre todo de la crítica consciente para crecer. El asunto es si nos dejamos o no acompañar…
Hubo un momento dentro de la revolución francesa, en que los mismos que las impulsaron terminaron siendo perseguidos y llevados a la guillotina, porque se les acusó de traidores y otras cosas mas, lo cual conllevo a un desate desmedido en la sociedad francesa y las correspondientes consecuencias que terminaron con esa revolución.
En nuestro proceso revolucionario hemos aprendido muchos camaradas, donde me incluyo, que siempre se está trabajando como si fuese el ultimo día en que se está dentro de una gestión, de hecho es así, cuando se toman las decisiones acertadas o no, de remover a un ministro, quedamos todos fuera de sitio, y aceptamos gallardamente y con disciplina el asunto de la remoción, eso no es tan difícil asumirlo, lo que si es difícil asumir y comprender, es lo que viene después cuando dejas el espacio a los compatriotas que vienen a ocupar cargos, y puedo decir con experiencia, que el dicho que reza: “del árbol caído quieren hacer leña” se queda pendejo ante tanto desprestigio adosado, descalificaciones, calumnias de todo tipo y… palos van y palos vienen, todo el mundo juez y parte de este festín denigrante y poco digno. Como si se tratase de un reo o algo peor con la justicia… o como si le quitaste el tetero al niño Jesús, y te corresponde pagar los platos rotos, entonces, uno queda en fuego cruzado… y superar esto es duro, doloroso, traumático e inhumano, es como una golpiza moral y física.
Es decir nos convertimos en opresores y desde el “poder aparente” que da el cargo y entre revolucionarios nos damos durísimo, sin importar ni mediar que a cada mala ética aplicada por nuestras actitudes, mas lejana tendremos la victoria final por sobre el imperio.
Ay Plan Simón Bolívar, que lejos está la ética de que me hablas… ¿qué será? Ahhhh no me había percatado que eres pura letra… nada de sentires y padeceres, nada de sentir común ni mucho menos el acto amoroso ese, del que me hablaba el che… No. La ética del cual me hablas está trazada por el desquite, la revancha y todo lo miserable que puedo ser cuando se trata del cargo que me viste… por cierto hoy vi a un pana que antes de postularse a diputado era todo chévere, fluido, ahora después de postularse ya la cara le cambió, anda acartonado y bien vestido… Son las enfermedades de nuestra revolución con las que mantenemos vivo al imperio.
Yo veo este asunto como un problema que nuestra revolución no ha resuelto todavía ni lo resolverá en mucho tiempo ¿por qué? Sencillamente porque el Plan Nacional Simón Bolívar esta bien lejos de ser la carta de navegación de nuestras gestiones de gobierno, pareciera que los “caprichos u “ocurrencia “de cada grupo de la revolución que asume puestos de dirección es lo que prevalece por sobre los mandamientos constitucionales y estratégicos. Es decir, pareciera que adolecemos de una verdadera visión estratégica que apunte el país hacia su destino seguro y socialista. Esto pasa por definir también la ética o forma de actuar en una sociedad tan escindida y enferma como la que vivimos y el esfuerzo sostenido por construirnos en el día a día como si fuera el último día de nuestra revolución.
Si somos un país diverso, pluriétnico y multicultural, las posturas, creencias y convicciones se cruzan a lo largo y ancho de la geografía nacional en sus gentes, ¿Cómo es que no puedo hacer posible que esta diversidad se manifieste? y aun mucho más ¿Cómo es que no voy a identificar y fortalecer las corrientes que empujan y conviven dentro de nuestra revolución bolivariana? ¿Cómo es que no hay espacio para que converja esta rica diversidad que está construyéndose muy por fuera de los grupos o tendencias que le toca asumir un ministerio? ¿Se va hegemonizar por sobre todos y todas? Creo y vislumbro una gran falta de reconocimiento hacia el otro, y esto es alimentar una visión excluyente, pues los canales se cierran y la consulta se hace nula. Con ellos matamos el protagonismo, la participación de los muchos y muchas que convivimos en este país, y esto señores no nos permitirá construir una identidad revolucionaria, a menos que lo que se busque es impulsar una sola idea hegemónica y castradora dentro de los que militamos dentro de las filas revolucionarias y anti imperialistas.
Como dice un gran amigo mío, la cultura de la descalificación hay que erradicarla y no sustentarla, asumir una gestión significa que, sin desviarse de los principios revolucionarios, está un camino abierto para seguirse construyendo, un camino y gente con la que se puede contar para las cosas buenas de la vida socialista, amerita de un espacio de consideración, respeto y humildad en esto de recibir el espacio para seguirnos construyendo. Esto me gustaría algún día sentirlo y vivirlo, y cuando esto ocurra podremos decir de manera digna que nos merecemos este proceso.
La pregunta sería ¿Cómo hacer del debate un espacio para la construcción y el respeto hacia la forma en que nos estamos dando un proceso revolucionario nada fácil, que amerita los 365 días del año, debatirse permanentemente desde la razón y no desde los caprichos?, desde el escucharse y no desde la sordera, el silencio, el acose, la grosería o el desprecio… ¿será que toda la vida estaremos en las instituciones? ¿Es una forma de vida ya instaurada en nosotros y nosotras? ¿No hay opción o chance dentro de los y las revolucionarias entonces? ¿No hay maneras de dirimir diferencias? ¿No hay manera de darse un tiempo para superar el estado de las cosas? ¿Son insalvables los abismos?
He llegado a la conclusión que algunos funcionarios, lideres comunitarios, porteros, médicos, maestros, doctores, abogados, intelectuales entre otros, generan y mantienen toda esta cultura perversa del adulamiento, la conchupancia, el ego, la competencia, la descalificación, el resentimiento, el odio, la envidia, las injurias, para mantenernos esclavizados y mermados en esto del desate miserable permanente, siendo excelentes maestros y maestras en el acto de enajenar, cosificar al ser humano y al pueblo humilde, nos convertimos en verdaderos contra revolucionarios.
Desde la derecha rancia esto es comprensible y entendible pues son súbditos del imperio. ¿Será que somos contra? ¿Será que estamos en la acera del frente?
La historia nuestra esta llena de estos desperfectos, aparatosamente hemos incurrido en errores de toda índole porque no hubo la suficiente sensatez y humildad para retomarnos en estos avatares tan complicados como lo es la construcción social e igualitaria de personas que se apoyen y se ayuden entre si de manera desprendida y responsable.
Muchos nos sentimos responsables en esta historia y queremos hacer de sus paginas un transito de actitudes cónsonas con el momento y las circunstancias que nos correspondan y desde el cargo que toque, sin mas pretensiones que las de un militante revolucionario que hace patria desde un lugar común.
No vayamos a terminar todos y todas como en la revolución francesa, pasados por la guillotina…
La historia no nos perdonaría tanta irresponsabilidad.
Escuela Social Rodrigueana Latinoamericana y del Caribe
Movimiento Pedagógico Revolucionario
mirnasojo@gmail.com
El cuento es muy sencillo, uno camina al lado del otro para acompañarse, en eso somos muy duchos, a la hora de brindar el apoyo, y lo hacemos con todo el gustazo del mundo. El dejarse acompañar es de hombres y mujeres sabios, máxime cuando en estos tiempos nada es absoluto y por el camino que vamos en nuestro proceso revolucionario, mas necesitamos de las compañías, de la juntura, del debate y sobre todo de la crítica consciente para crecer. El asunto es si nos dejamos o no acompañar…
Hubo un momento dentro de la revolución francesa, en que los mismos que las impulsaron terminaron siendo perseguidos y llevados a la guillotina, porque se les acusó de traidores y otras cosas mas, lo cual conllevo a un desate desmedido en la sociedad francesa y las correspondientes consecuencias que terminaron con esa revolución.
En nuestro proceso revolucionario hemos aprendido muchos camaradas, donde me incluyo, que siempre se está trabajando como si fuese el ultimo día en que se está dentro de una gestión, de hecho es así, cuando se toman las decisiones acertadas o no, de remover a un ministro, quedamos todos fuera de sitio, y aceptamos gallardamente y con disciplina el asunto de la remoción, eso no es tan difícil asumirlo, lo que si es difícil asumir y comprender, es lo que viene después cuando dejas el espacio a los compatriotas que vienen a ocupar cargos, y puedo decir con experiencia, que el dicho que reza: “del árbol caído quieren hacer leña” se queda pendejo ante tanto desprestigio adosado, descalificaciones, calumnias de todo tipo y… palos van y palos vienen, todo el mundo juez y parte de este festín denigrante y poco digno. Como si se tratase de un reo o algo peor con la justicia… o como si le quitaste el tetero al niño Jesús, y te corresponde pagar los platos rotos, entonces, uno queda en fuego cruzado… y superar esto es duro, doloroso, traumático e inhumano, es como una golpiza moral y física.
Es decir nos convertimos en opresores y desde el “poder aparente” que da el cargo y entre revolucionarios nos damos durísimo, sin importar ni mediar que a cada mala ética aplicada por nuestras actitudes, mas lejana tendremos la victoria final por sobre el imperio.
Ay Plan Simón Bolívar, que lejos está la ética de que me hablas… ¿qué será? Ahhhh no me había percatado que eres pura letra… nada de sentires y padeceres, nada de sentir común ni mucho menos el acto amoroso ese, del que me hablaba el che… No. La ética del cual me hablas está trazada por el desquite, la revancha y todo lo miserable que puedo ser cuando se trata del cargo que me viste… por cierto hoy vi a un pana que antes de postularse a diputado era todo chévere, fluido, ahora después de postularse ya la cara le cambió, anda acartonado y bien vestido… Son las enfermedades de nuestra revolución con las que mantenemos vivo al imperio.
Yo veo este asunto como un problema que nuestra revolución no ha resuelto todavía ni lo resolverá en mucho tiempo ¿por qué? Sencillamente porque el Plan Nacional Simón Bolívar esta bien lejos de ser la carta de navegación de nuestras gestiones de gobierno, pareciera que los “caprichos u “ocurrencia “de cada grupo de la revolución que asume puestos de dirección es lo que prevalece por sobre los mandamientos constitucionales y estratégicos. Es decir, pareciera que adolecemos de una verdadera visión estratégica que apunte el país hacia su destino seguro y socialista. Esto pasa por definir también la ética o forma de actuar en una sociedad tan escindida y enferma como la que vivimos y el esfuerzo sostenido por construirnos en el día a día como si fuera el último día de nuestra revolución.
Si somos un país diverso, pluriétnico y multicultural, las posturas, creencias y convicciones se cruzan a lo largo y ancho de la geografía nacional en sus gentes, ¿Cómo es que no puedo hacer posible que esta diversidad se manifieste? y aun mucho más ¿Cómo es que no voy a identificar y fortalecer las corrientes que empujan y conviven dentro de nuestra revolución bolivariana? ¿Cómo es que no hay espacio para que converja esta rica diversidad que está construyéndose muy por fuera de los grupos o tendencias que le toca asumir un ministerio? ¿Se va hegemonizar por sobre todos y todas? Creo y vislumbro una gran falta de reconocimiento hacia el otro, y esto es alimentar una visión excluyente, pues los canales se cierran y la consulta se hace nula. Con ellos matamos el protagonismo, la participación de los muchos y muchas que convivimos en este país, y esto señores no nos permitirá construir una identidad revolucionaria, a menos que lo que se busque es impulsar una sola idea hegemónica y castradora dentro de los que militamos dentro de las filas revolucionarias y anti imperialistas.
Como dice un gran amigo mío, la cultura de la descalificación hay que erradicarla y no sustentarla, asumir una gestión significa que, sin desviarse de los principios revolucionarios, está un camino abierto para seguirse construyendo, un camino y gente con la que se puede contar para las cosas buenas de la vida socialista, amerita de un espacio de consideración, respeto y humildad en esto de recibir el espacio para seguirnos construyendo. Esto me gustaría algún día sentirlo y vivirlo, y cuando esto ocurra podremos decir de manera digna que nos merecemos este proceso.
La pregunta sería ¿Cómo hacer del debate un espacio para la construcción y el respeto hacia la forma en que nos estamos dando un proceso revolucionario nada fácil, que amerita los 365 días del año, debatirse permanentemente desde la razón y no desde los caprichos?, desde el escucharse y no desde la sordera, el silencio, el acose, la grosería o el desprecio… ¿será que toda la vida estaremos en las instituciones? ¿Es una forma de vida ya instaurada en nosotros y nosotras? ¿No hay opción o chance dentro de los y las revolucionarias entonces? ¿No hay maneras de dirimir diferencias? ¿No hay manera de darse un tiempo para superar el estado de las cosas? ¿Son insalvables los abismos?
He llegado a la conclusión que algunos funcionarios, lideres comunitarios, porteros, médicos, maestros, doctores, abogados, intelectuales entre otros, generan y mantienen toda esta cultura perversa del adulamiento, la conchupancia, el ego, la competencia, la descalificación, el resentimiento, el odio, la envidia, las injurias, para mantenernos esclavizados y mermados en esto del desate miserable permanente, siendo excelentes maestros y maestras en el acto de enajenar, cosificar al ser humano y al pueblo humilde, nos convertimos en verdaderos contra revolucionarios.
Desde la derecha rancia esto es comprensible y entendible pues son súbditos del imperio. ¿Será que somos contra? ¿Será que estamos en la acera del frente?
La historia nuestra esta llena de estos desperfectos, aparatosamente hemos incurrido en errores de toda índole porque no hubo la suficiente sensatez y humildad para retomarnos en estos avatares tan complicados como lo es la construcción social e igualitaria de personas que se apoyen y se ayuden entre si de manera desprendida y responsable.
Muchos nos sentimos responsables en esta historia y queremos hacer de sus paginas un transito de actitudes cónsonas con el momento y las circunstancias que nos correspondan y desde el cargo que toque, sin mas pretensiones que las de un militante revolucionario que hace patria desde un lugar común.
No vayamos a terminar todos y todas como en la revolución francesa, pasados por la guillotina…
La historia no nos perdonaría tanta irresponsabilidad.
Escuela Social Rodrigueana Latinoamericana y del Caribe
Movimiento Pedagógico Revolucionario
mirnasojo@gmail.com
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