Hernan Mena Cifuentes
Pocas veces, a lo largo de su existencia, y tras haber superado grandes cismas y reformas, la iglesia católica había sufrido una crisis de principios y valores tan grave como la que hoy padece, socavada severamente bajo las bases del sacerdocio, uno de sus pilares fundamentales, a raíz del escándalo generado por la pederastia que amenaza con afectar aún mas la ya de por sí deteriorada imagen de la institución.
Y es que, cuando en solemne ceremonia algún obispo puso sus manos en la cabeza de un joven a ser investido como sacerdote diciendo: “te rogamos Dios omnipotente que impongas a tu siervo con la dignidad del sacerdocio', jamás imaginó que quien le respondió haciendo votos de castidad, pobreza y obediencia, traicionaría el juramente hecho, para convertirse con el tiempo, en un monstruo que arruinaría las vidas de indefensos niños inocentes.
Y eso fue lo que ocurrió durante décadas. Espantoso secreto bien guardado en el seno de una institución declinante y en crisis como la Iglesia católica, apostólica y romana, la iglesia cristiana más grande del planeta, con unos 1.200 millones de fieles, hasta que un día estalló el gran escándalo al ponerse al descubierto la existencia de miles de sacerdotes pederastas que abusaban impunemente de menores en Europa, África, Asia, América y Oceanía.
Poco a poco, a medida que aumentaban las denuncias, fue cayendo el velo de la horrible realidad que vivieron y que aún viven miles de criaturas abusadas por bestias más que humanos que, aprovechando la majestad del sacerdocio y su deber de “vivir imitando a Cristo en su vida”, se desviaron del camino renunciando a la misión que estaban llamados a cumplir, para dedicarse a perpetrar uno de los crímenes mas perversos que conozca la humanidad.
EEUU, Irlanda, Inglaterra, Holanda, Alemania, Italia, España, Argentina, México, Canadá, Chile, Brasil, Colombia, Venezuela entre otras naciones, despertaron en años recientes a una realidad que indigna, tras conocerse las prácticas degradantes de curas pedófilos, gracias al trabajo investigativo de periodistas y ONG´s que en base a denuncias de algunas de las víctimas de esos criminales, las dieron a conocer a la opinión publica mundial.
Desde Londres, Berlín, Boston, Roma, Río de Janeiro, Madrid, Ciudad de México, Los Ángeles, Miami, Bogotá, Caracas y otras grandes urbes, los medios nacionales e internacionales publicaban las denuncias presentadas por las víctimas o por sus familiares que daban cuenta de ese crimen perverso y vergonzante cometido por los sacerdotes con la complicidad de sus superiores eclesiásticos que trataban de esconder lo que hasta entonces había sido un secreto bien guardado.
Los periodistas encargados de la investigación y las propias víctimas, debieron afrontar toda clase de peligros, desde amenazas de muerte hasta la excomunión, la renuencia o rechazo de algunos jueces a ventilar juicios de esa gravedad y el temor de muchos testigos a declarar lo que sabían pero que se negaban a hablar por vergüenza o miedo a represalias o por “respeto” a su religión.
Y, cuando las pruebas fueron aplastantes, como sucedió en EEUU hace pocos años, las autoridades eclesiásticas negociaron para evitar que sus curas fueran a la cárcel, pagando millonarias sumas de dinero como compensación por un daño moral, sicológico y físico que jamás podrá resarcirse ni con todo el dinero del mundo.
Sólo en 2007, la Arquidiócesis de Los Ángeles, California, aceptó pagar 660 millones de dólares por concepto de compensación a más de 500 víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes bajo su jurisdicción, y lo mismo sucedió en otras ciudades como Boston, Massachusetts y otras ciudades donde los pedófilos con sotana cometieron ese delito contra centenares de menores.
En México, el crimen de los curas pederastas alcanzó niveles jamás imaginados, cuando ese pueblo humilde y religioso se enteró de las actividades delictivas de numerosos sacerdotes como Nicolás Aguilar, reveladas por la periodista Sanjuana Martínez en su libro, El Manto Púrpura, que documenta con detalles espantosos 514 casos de abusos perpetrados por los religiosos mexicanos contra menores durante varios años.
Aguilar no sólo dejó una estela de 90 crímenes sexuales en México, sino que la extendió a EEUU, luego su traslado a la diócesis de Los Angeles, donde perpetró nuevos abusos contra otros 26 niños de esa ciudad californiana, estimulado por la tolerancia y complicidad de sus superiores que le permitieron escapar la justicia mientras las víctimas y sus familiares sufrían el escarnio y la burla de sectores vinculados a la Iglesia.
El caso “Aguilar”, es apenas la punta del iceberg, que oculta bajo su fría realidad, otros crímenes similares cometidos por los curas mexicanos, como lo denunció también el periodista Carlos Fazio en su libro, En el nombre del Padre: Depredadores Sexuales en la Iglesia, cuyas revelaciones, a pesar de estar documentadas en base a entrevistas con las víctimas, no llegaron a ser tomadas en cuenta por las autoridades.
Otro caso emblemático de pederastia sacerdotal en México, lo constituyó la investigación iniciada hace 8 meses contra la poderosa congregación Los Legionarios de Cristo, tras la muerte, hace 2 años, de su fundador, el padre Marcial Maciel, acusado de escándalos sexuales y de ser progenitor secreto de una niña. La congregación investigada, tiene unos 3.000 seminaristas, 800 sacerdotes y más de 70 mil fieles en América Latina y el resto del mundo.
De Europa, EEUU y México, el escándalo de los sacerdotes pedófilos se ha extendido en los últimos días a Brasil, el país latinoamericano con mayor número de católicos, cuando el Canal STB divulgó imágenes en cámara oculta, del padre Luiz Marques Barbosa de 82 años, sosteniendo relaciones sexuales con un joven identificado como Fabiano, quien describió con lujo de detalles algunos de los encuentros sexuales sostenidos con el clérigo.
Otros documentos similares siguieron al de STB, como uno divulgado en el programa Conexao Reporter, en el que tres ex monaguillos dan cuenta de encuentros sexuales que mantuvieron con varios párrocos, reportaje al que siguió otro más, pero esta vez protagonizado en Chile, donde este martes se estableció que un sacerdote español de la congregación de Los Clérigos de Sant Viator fue detenido por haber abusado de no menos de 15 niños en España.
Desde Alemania, el director de un liceo católico, pidió disculpas también esta semana a los ex alumnos del plantel, por los abusos que calificó como “sistemáticos”, perpetrados entre las décadas de los 70 y los 80 por sacerdotes contra los alumnos, mientras que en Austria, 3 curas de un monasterio fueron suspendidos de sus actividades por practicar pederastia contra menores en los años 80.
En Holanda, este mes de marzo se establecieron 350 demandas judiciales por parte de personas que afirmaron haber sido víctimas de abusos sexuales entre los años 50, 60 y 70, por parte de clérigos católicos cuando eran menores, mientras que en EEUU, siguen introduciéndose demandas en igual sentido, al igual que en otros países de Europa.
Charles J. Scicluna, del ministerio público del Tribunal de la Congregación para la Doctrina de la Fe, - fiscalía del antiguo Santo Oficio-, reconoció la pasada semana que unas 3.000 acusaciones de pedofilia han sido analizadas por las autoridades eclesiásticas en base a denuncias que “implicaban a sacerdotes diocesano o religiosos, por crímenes de ese tipo cometidos en los últimos 50 años,” una gota de agua en el océano del total de las denuncias hechas contra los clérigos pederastas en todo el mundo.
Procurando restarle importancia hecho, Scicluna, señaló que “en más o menos 60% de los casos se trata más bien de actos “efebofilia” (atracción física por un adolescente del mismo sexo); en 30%, -agregó- de relaciones heterosexuales, y el restante 10%, de verdadera pedofilia, es decir, una atracción sexual por muchachos impúberes,” algo al parecer muy “normal” para el eclesiástico.
Para rematar su infeliz declaración, el vocero del Vaticano, indicó, como para minimizarlo todo, que “en nueve años, los casos de sacerdotes acusados de pedofilia son por lo tanto unos 300, demasiado, -añadió- pero hay que constatar que el fenómeno no está tan extendido como se quiere hacer creer, ya que hay 400.000 sacerdotes diocesanos y religiosos en el mundo. ¡Vaya caradura.!
Por su parte, Federico Lombardi, otro portavoz del Vaticano, afirmó el pasado martes, siempre el mismo tono evasivo e irresponsable, que “acusar sólo a la Iglesia por la pederastia, falsea la realidad, ya que los abusos a menores se dan en otros ámbitos de la sociedad, algo que es muy cierto, pero, eso de tratar de evadir culpas propias, acusando a gente ajena de hacer lo mismo, es algo que denota falta moral y de principios.
Su opinión constituye una manifestación de cinismo extremo, porque el acto de pedofilia perpetrado por un sacerdote que ha jurado seguir el ejemplo de Cristo jamás podrá ser equiparado con el mismo delito cometido por alguien que nunca hizo un juramento tan sagrado, y porque la misión del sacerdote es la misma que Jesucristo asignó a los 12 Apóstoles durante la Última Cena, la de continuar con su obra salvadora sobre la tierra, y eso de violar niños, “el hijo de Dios hecho hombre”, jamás se lo habría ordenado.
Por ello, a nadie sorprende el muro de silencio levantado desde la Santa sede, por Juan Pablo II, y por Benedicto XVI, el ex soldado nazi convertido en Papa, quien prometió hace 2 años, durante su visita a EEUU que “haremos todo lo posible para que esto ( los crímenes de los sacerdotes pedófilos) no vuelva a suceder”, palabras que se llevó el viento, ya que esos crímenes aumentaron en los últimos años en progresión geométrica.
Y algo tan horrendo habría protagonizado el propio pontífice años antes, según lo revela el audiovisual producido por la BBC de Londres, divulgado en octubre de 2006 en su programa Panorama que sacó a la luz pública un reportaje de 28 minutos, titulado “Los Crímenes Sexuales del Vaticano” en el que se acusa a la Iglesia de ordenar a través de un documento elaborado por el entonces principal ministro de Juan Pablo II, de ordenar a todas sus instancias de autoridad, silenciar los abusos sexuales de los sacerdotes.
El secreto documento, titulado Crimen Sollicitationis, de acuerdo con la información del periodista Julio Algañaraz, corresponsal del diario español El Mundo en El Vaticano, fue emanado por la Santa Sede en 1962 y enviado a todos los obispos con la orden de guardarlo en las cajas fuertes episcopales, se establecen las normas para esconder la verdad y tratar de evitar, o al menos contener los escándalos generados por los sacerdotes pederastas.
De igual manera, en las instrucciones dadas a través de Crimen Sollicitationis, además de ordenar el más absoluto secreto sobre los abusos sacerdotales, se amenazaba incluso a las víctimas, testigos y otras personas involucradas en dichos casos, a mantener silencio, so pena de sufrir la excomunión si hacían público las barbaridades cometidas por los curas pederastas.
La reacción del Vaticano frente al audiovisual de la BBC, fue inmediata. “El documento de 1962, -declaró Monseñor Vincent Nichols, arzobispo de Birmingham (Reino Unido) no afecta directamente el abuso de menores, sino al mal uso del sacramento de la confesión. Los ataques del programa en la BBC, contra S.S. BenedictoXVI son falsos y totalmente engañosos,” rechazando de plano, las escenas que muestran las cámaras ocultas en el reportaje.
Lo demás es historia, noticias de “Ultima hora”, imposibles de desmentir. Una sucesión de crímenes perpetrados por quienes al ser ungidos, juraron fidelidad a Cristo, en su misión de salvar almas ganándolas para el Cielo, y no condenar al suplicio de la pederastia las vidas de indefensos e inocentes seres, en su mayoría niños, delitos que permanecen impunes a la espera de una justicia que, aunque tarda, a veces “llega a alcanzar al delincuente en su huida.”
viernes, 19 de marzo de 2010
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