*Comandante Hugo Chávez Frías.
Caracas, 4 de Febrero de 1996.
Carta pública.
Ciudadano Rafael Caldera.
Su despacho.
1.- Resurrección, decadencia y muerte.
A cuatro años de su resurrección política, seguramente usted ha experimentado el irreversible y devastador avance del proceso de putrefacción política y moral que carcome el sistema de partidos y cúpulas de poder creado por usted y su generación.
¡Vaya paradoja de esta pequeña historia nuestra! Fue precisamente el mismo día y por acción de las mismas armas que se originaron dos fenómenos definitorios del transito histórico que vivimos actualmente los venezolanos: usted resucito de entre los cadáveres políticos y la farsa llamada recibió una herida mortal, decisiva en su espasmódica definitiva agonía. Ese día fue el 4 de Febrero de 1992, cuando la juventud militar optó por seguir el ejemplo que Bolívar dio.
2 ¿Recuerda usted, señor Caldera?
Señor Caldera, después de estos 1.460 días transcurridos, ¿recuerda las incidencias de aquel 4 de Febrero…? Yo me pregunto todavía si usted estaba o no al tanto de las conversaciones sostenidas en los meses finales de 1991, entre el suscrito, para entonces 1er. Comandante del batallón de paracaidistas <>, y una persona muy cercana a usted, quien llego a manifestar delante de un grupo oficiales del Movimiento Bolivariano: <>.
¿Recuerda, Dr. Caldera, su actitud durante la madrugada y la mañana del 4 de Febrero, en pleno proceso de insurrección? Un amigo suyo,, que le acompaño en su casa durante aquellas horas, me aseguro que dio usted instrucciones de a la comisión militar que esperaba llegaría en cualquier momento. ¿Diría su amigo la verdad, Sr. Caldera?
En todo caso, no sería extraño que usted hubiese estado al acecho, en conocimiento previo de la insurrección; y nada de raro tendría la espera cordial de la si tenemos presente la actitud idéntica asumida por usted el 18 de Octubre de 1945. ¿Recuerda, Dr. Caldera, como se puso a la orden de aquel otro , Rómulo Betancourt, para luego ser designado procurador general de la república?
En todo caso, la historia es implacable, y cosas como esas no pueden ocultarse todo el tiempo. Paso a paso las verdades se imponen.
3.-
Sr. Presidente, permítame preguntarle acerca de algo que sí fue público y conocido por todos los venezolanos: su discurso de hace 4 Febreros. ¿Recuerda las cosas que dijo aquel martes de insurrección y resurrección? Toléreme decirle que a estas alturas, conociendo diversos detalles de aquellos sucesos, estoy persuadido de que aquel discurso suyo en el Congreso no fue tan espontáneo como hasta ahora el país lo ha creído. ¡De teatro sabe usted mucho, Sr. Caldera! En ese discurso pronuncio frases que conforman una especie de . <..La democracia no puede existir si los pueblos no comen…>, afirmo usted.
¡Oiga, señor, el canto de su propia tragedia! A cuatro años de aquel canto, quienes armamos el escenario y convocamos el auditorio ese día, ahora se lo devolvemos desde el seno del pueblo, donde hemos recogido la auténtica <>, como diría aquel magnifico orador francés, Honore Mirabeau.
4.- Los fantasmas de Miraflores.
El proceso de resurrección trajo también, junto a usted, Dr. Caldera, un escuadrón de fantasmas que ahora os circunda. Uno de ellos es el Pigmalión, aquel hombre que esculpió la estatua de una hermosa mujer y se enamoro tan perdidamente de su obra que le pidió a los dioses le dieran vida para terminar casándose con ella. Así mismo, usted, locamente apegado a su , este y repugnante sistema mal llamado , ha decidido darse el abrazo definitivo con ella, pactando con los sectores más podridos y retrógrados del régimen. Algunas diferencias, sin embargo, guarda usted con Pigmalión. La obra de éste era hermosa, la suya es repugnante. Si aquel pacto con los dioses, usted lo hizo con los diablos.
Otro de los fantasmas que lo rondan, Sr. Caldera, es el Maquiavelo. , ¿no se ve retratado en estas líneas maquiavélicas, Sr. Caldera?
5.-El camino de Carlos Andrés Pérez.
Hace dos años inicio usted su segundo gobierno, hijo no deseado del 4 de Febrero. A los pocos meses; le lance un alerta ante las evidencias ya notables de su claudicación: , afirme. Pero usted perdió la capacidad de oír y rectificar. Hoy ya no hay diferencia alguna entre usted y Carlos Andrés Pérez: la misma tragicomedia, con paquete neoliberal incluido.
Después de haber tenido en sus manos la posibilidad de iniciar la era de la reconstrucción nacional, usted ha conducido al país en una situación idéntica a aquella que vivimos en los meses finales de 1991 y Enero de 1992. Por ello, y para evitar que el país estalle de nuevo. En nombre de millones de compatriotas, le pido que RENUNCIE Sr. Presidente.
Si, Dr. Caldera, usted perdió la potestad y la autoridad para continuar siendo el presidente de Venezuela. Recuerde el mensaje que usted me envió, con uno de sus emisarios, a la cárcel de Yare, siendo presidente electo: . Yo asumí el sacrificio, al igual que muchos de mis compañeros. Ahora le toca a usted: ¡Pida la baja, Dr. Caldera, reconozca aunque sea por una vez en su vida, que está derrotado por la historia. Renuncie, presidente Caldera. Siga el ejemplo de Vicente Emparan, pues los venezolanos ¡no lo queremos! De no hacerlo, termino, terminará usted como Carlos Andrés Pérez: ENJUICIADO, con el solo consuelo de afirmar: <>. O probablemente tendrá que salir como consecuencia de la movilización y la presión popular, que ya comenzó con vigor indetenible.
Oiga usted la voz del pueblo que es la voz de Dios:
Despierte, reaccione… y renuncie, es el momento, sr.
Comandante Hugo Chávez Frías.
Caracas, 4 de Febrero de 1996.
Carta pública.
Ciudadano Rafael Caldera.
Su despacho.
1.- Resurrección, decadencia y muerte.
A cuatro años de su resurrección política, seguramente usted ha experimentado el irreversible y devastador avance del proceso de putrefacción política y moral que carcome el sistema de partidos y cúpulas de poder creado por usted y su generación.
¡Vaya paradoja de esta pequeña historia nuestra! Fue precisamente el mismo día y por acción de las mismas armas que se originaron dos fenómenos definitorios del transito histórico que vivimos actualmente los venezolanos: usted resucito de entre los cadáveres políticos y la farsa llamada recibió una herida mortal, decisiva en su espasmódica definitiva agonía. Ese día fue el 4 de Febrero de 1992, cuando la juventud militar optó por seguir el ejemplo que Bolívar dio.
2 ¿Recuerda usted, señor Caldera?
Señor Caldera, después de estos 1.460 días transcurridos, ¿recuerda las incidencias de aquel 4 de Febrero…? Yo me pregunto todavía si usted estaba o no al tanto de las conversaciones sostenidas en los meses finales de 1991, entre el suscrito, para entonces 1er. Comandante del batallón de paracaidistas <>, y una persona muy cercana a usted, quien llego a manifestar delante de un grupo oficiales del Movimiento Bolivariano: <>.
¿Recuerda, Dr. Caldera, su actitud durante la madrugada y la mañana del 4 de Febrero, en pleno proceso de insurrección? Un amigo suyo,, que le acompaño en su casa durante aquellas horas, me aseguro que dio usted instrucciones de a la comisión militar que esperaba llegaría en cualquier momento. ¿Diría su amigo la verdad, Sr. Caldera?
En todo caso, no sería extraño que usted hubiese estado al acecho, en conocimiento previo de la insurrección; y nada de raro tendría la espera cordial de la si tenemos presente la actitud idéntica asumida por usted el 18 de Octubre de 1945. ¿Recuerda, Dr. Caldera, como se puso a la orden de aquel otro , Rómulo Betancourt, para luego ser designado procurador general de la república?
En todo caso, la historia es implacable, y cosas como esas no pueden ocultarse todo el tiempo. Paso a paso las verdades se imponen.
3.-
Sr. Presidente, permítame preguntarle acerca de algo que sí fue público y conocido por todos los venezolanos: su discurso de hace 4 Febreros. ¿Recuerda las cosas que dijo aquel martes de insurrección y resurrección? Toléreme decirle que a estas alturas, conociendo diversos detalles de aquellos sucesos, estoy persuadido de que aquel discurso suyo en el Congreso no fue tan espontáneo como hasta ahora el país lo ha creído. ¡De teatro sabe usted mucho, Sr. Caldera! En ese discurso pronuncio frases que conforman una especie de . <..La democracia no puede existir si los pueblos no comen…>, afirmo usted.
¡Oiga, señor, el canto de su propia tragedia! A cuatro años de aquel canto, quienes armamos el escenario y convocamos el auditorio ese día, ahora se lo devolvemos desde el seno del pueblo, donde hemos recogido la auténtica <>, como diría aquel magnifico orador francés, Honore Mirabeau.
4.- Los fantasmas de Miraflores.
El proceso de resurrección trajo también, junto a usted, Dr. Caldera, un escuadrón de fantasmas que ahora os circunda. Uno de ellos es el Pigmalión, aquel hombre que esculpió la estatua de una hermosa mujer y se enamoro tan perdidamente de su obra que le pidió a los dioses le dieran vida para terminar casándose con ella. Así mismo, usted, locamente apegado a su , este y repugnante sistema mal llamado , ha decidido darse el abrazo definitivo con ella, pactando con los sectores más podridos y retrógrados del régimen. Algunas diferencias, sin embargo, guarda usted con Pigmalión. La obra de éste era hermosa, la suya es repugnante. Si aquel pacto con los dioses, usted lo hizo con los diablos.
Otro de los fantasmas que lo rondan, Sr. Caldera, es el Maquiavelo. , ¿no se ve retratado en estas líneas maquiavélicas, Sr. Caldera?
5.-El camino de Carlos Andrés Pérez.
Hace dos años inicio usted su segundo gobierno, hijo no deseado del 4 de Febrero. A los pocos meses; le lance un alerta ante las evidencias ya notables de su claudicación: , afirme. Pero usted perdió la capacidad de oír y rectificar. Hoy ya no hay diferencia alguna entre usted y Carlos Andrés Pérez: la misma tragicomedia, con paquete neoliberal incluido.
Después de haber tenido en sus manos la posibilidad de iniciar la era de la reconstrucción nacional, usted ha conducido al país en una situación idéntica a aquella que vivimos en los meses finales de 1991 y Enero de 1992. Por ello, y para evitar que el país estalle de nuevo. En nombre de millones de compatriotas, le pido que RENUNCIE Sr. Presidente.
Si, Dr. Caldera, usted perdió la potestad y la autoridad para continuar siendo el presidente de Venezuela. Recuerde el mensaje que usted me envió, con uno de sus emisarios, a la cárcel de Yare, siendo presidente electo: . Yo asumí el sacrificio, al igual que muchos de mis compañeros. Ahora le toca a usted: ¡Pida la baja, Dr. Caldera, reconozca aunque sea por una vez en su vida, que está derrotado por la historia. Renuncie, presidente Caldera. Siga el ejemplo de Vicente Emparan, pues los venezolanos ¡no lo queremos! De no hacerlo, termino, terminará usted como Carlos Andrés Pérez: ENJUICIADO, con el solo consuelo de afirmar: <>. O probablemente tendrá que salir como consecuencia de la movilización y la presión popular, que ya comenzó con vigor indetenible.
Oiga usted la voz del pueblo que es la voz de Dios:
Despierte, reaccione… y renuncie, es el momento, sr.
Comandante Hugo Chávez Frías.
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