Roberto Hernández Wohnsiedler
El cable nos trae la noticia de un informe del “Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)” según el cual desde 1984 han sido asesinados en Colombia 2800 sindicalistas, impunes el 94,4%; 216 desapariciones forzadas, 83 casos de torturas y 163 secuestros. La mayoría de esos delitos fueron cometidos por paramilitares y el gobierno. Una trágica demostración de los extremos criminales que alcanza la lucha contra la clase obrera.
En el país hermano el movimiento sindical está dividido en tres centrales, cuyos directivos son custodiados por el gobierno con el mayor celo: trasladados en camionetas blindadas y rodeados de grupos de guardaespaldas. Esto significa que hay especial interés de la clase dominante en mantener la división, mientras se asesinan los sindicalistas de base.
La guerra civil dura más de 60 años, desde el asesinato de Gaitán y ha habido etapas en que las FARC han dominado más de la mitad de los municipios colombianos. Cualquiera sea la opinión que se tenga sobre el conflicto, el informe del PNUD comprueba el temor de que la unidad y organización por la base del movimiento sindical decida esta vieja confrontación.
Con excepción de Cuba y Bolivia, en todos los demás países del continente el imperialismo yanky y la burguesía asociada han tenido éxito en conseguir y mantener la división de la clase obrera. La experiencia histórica de Venezuela en ese sentido es elocuente y podemos constatar cómo a través de décadas la división ha sido factor fundamental en la política de los gobiernos al servicio del imperialismo en el siglo XX. La clase obrera define: las clases dominantes la consideran el principal obstáculo para su dominio y los revolucionarios la clase que sirve de fundamento al cambio.
La revolución venezolana es de Liberación Nacional porque hemos sido dependientes del imperialismo y no puede ser posible sin la liberación social porque el dominio extranjero ha sido posible por la complicidad de imperialismo, burguesía asociada y latifundismo en la opresión de las clases explotadas, en primer lugar la clase obrera.
En el largo proceso de transición al socialismo, la lucha de clases adquiere especial agudeza, la mentalidad y los vicios de la burguesía pueden penetrar las clases oprimidas y la unidad de la clase obrera imprime coherencia ideológica, política y organizativa a la revolución. La amarga experiencia de la URSS enseña que, tras largas décadas de la toma del poder, se derrumba el sistema sin que nadie lo defendiera. La sustitución de la clase obrera por una casta burocrática privó al proceso de su natural sostén teórico y material.
La envergadura de la Revolución Socialista Bolivariana, conducida por Hugo Chávez, la enfrenta al imperio más poderoso de la historia y le confiere un liderazgo mundial como esperanza para los pueblos y las clases oprimidas del planeta. La magnitud de la crisis estructural del capital hace de la Revolución Socialista Bolivariana el mejor ejemplo internacional en la lucha contra el imperialismo yanky.
La crisis del capital brinda la oportunidad de liquidar definitivamente su sistema y la clase obrera está llamada a llevar a cabo esa misión histórica, para lo cual es absolutamente indispensable la unidad internacional de la clase obrera. Para contribuir a ese fin y darle el fundamento social necesario, la Revolución Socialista Bolivariana reclama con urgencia la unidad y organización de la clase obrera venezolana.
Ese es un requisito para la construcción del partido revolucionario, la consolidación de la Fuerza Armada como institución decisiva en la revolución venezolana, en la eficacia de la gestión administrativa y en la lucha contra los vicios heredados del régimen capitalista.
Las características específicas de la revolución venezolana, pacífica y legal, exigen la más alta conciencia política en la confrontación con la burguesía imperialista y sus socios criollos. La teoría de la clase obrera, el materialismo histórico, se transformará en una fuerza material de la inmensa mayoría de la población, constituida por las clases explotadas, capaz de derrotar a los poderosos enemigos, realizar la integración social del continente y erigirse en factor fundamental del Internacionalismo Proletario. Venezuela es hoy una referencia mundial para el cambio y lo que aquí ocurra tendrá repercusión en todas partes.
robertohernandezw@gmail.com
El cable nos trae la noticia de un informe del “Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)” según el cual desde 1984 han sido asesinados en Colombia 2800 sindicalistas, impunes el 94,4%; 216 desapariciones forzadas, 83 casos de torturas y 163 secuestros. La mayoría de esos delitos fueron cometidos por paramilitares y el gobierno. Una trágica demostración de los extremos criminales que alcanza la lucha contra la clase obrera.
En el país hermano el movimiento sindical está dividido en tres centrales, cuyos directivos son custodiados por el gobierno con el mayor celo: trasladados en camionetas blindadas y rodeados de grupos de guardaespaldas. Esto significa que hay especial interés de la clase dominante en mantener la división, mientras se asesinan los sindicalistas de base.
La guerra civil dura más de 60 años, desde el asesinato de Gaitán y ha habido etapas en que las FARC han dominado más de la mitad de los municipios colombianos. Cualquiera sea la opinión que se tenga sobre el conflicto, el informe del PNUD comprueba el temor de que la unidad y organización por la base del movimiento sindical decida esta vieja confrontación.
Con excepción de Cuba y Bolivia, en todos los demás países del continente el imperialismo yanky y la burguesía asociada han tenido éxito en conseguir y mantener la división de la clase obrera. La experiencia histórica de Venezuela en ese sentido es elocuente y podemos constatar cómo a través de décadas la división ha sido factor fundamental en la política de los gobiernos al servicio del imperialismo en el siglo XX. La clase obrera define: las clases dominantes la consideran el principal obstáculo para su dominio y los revolucionarios la clase que sirve de fundamento al cambio.
La revolución venezolana es de Liberación Nacional porque hemos sido dependientes del imperialismo y no puede ser posible sin la liberación social porque el dominio extranjero ha sido posible por la complicidad de imperialismo, burguesía asociada y latifundismo en la opresión de las clases explotadas, en primer lugar la clase obrera.
En el largo proceso de transición al socialismo, la lucha de clases adquiere especial agudeza, la mentalidad y los vicios de la burguesía pueden penetrar las clases oprimidas y la unidad de la clase obrera imprime coherencia ideológica, política y organizativa a la revolución. La amarga experiencia de la URSS enseña que, tras largas décadas de la toma del poder, se derrumba el sistema sin que nadie lo defendiera. La sustitución de la clase obrera por una casta burocrática privó al proceso de su natural sostén teórico y material.
La envergadura de la Revolución Socialista Bolivariana, conducida por Hugo Chávez, la enfrenta al imperio más poderoso de la historia y le confiere un liderazgo mundial como esperanza para los pueblos y las clases oprimidas del planeta. La magnitud de la crisis estructural del capital hace de la Revolución Socialista Bolivariana el mejor ejemplo internacional en la lucha contra el imperialismo yanky.
La crisis del capital brinda la oportunidad de liquidar definitivamente su sistema y la clase obrera está llamada a llevar a cabo esa misión histórica, para lo cual es absolutamente indispensable la unidad internacional de la clase obrera. Para contribuir a ese fin y darle el fundamento social necesario, la Revolución Socialista Bolivariana reclama con urgencia la unidad y organización de la clase obrera venezolana.
Ese es un requisito para la construcción del partido revolucionario, la consolidación de la Fuerza Armada como institución decisiva en la revolución venezolana, en la eficacia de la gestión administrativa y en la lucha contra los vicios heredados del régimen capitalista.
Las características específicas de la revolución venezolana, pacífica y legal, exigen la más alta conciencia política en la confrontación con la burguesía imperialista y sus socios criollos. La teoría de la clase obrera, el materialismo histórico, se transformará en una fuerza material de la inmensa mayoría de la población, constituida por las clases explotadas, capaz de derrotar a los poderosos enemigos, realizar la integración social del continente y erigirse en factor fundamental del Internacionalismo Proletario. Venezuela es hoy una referencia mundial para el cambio y lo que aquí ocurra tendrá repercusión en todas partes.
robertohernandezw@gmail.com
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