jueves, 13 de enero de 2011

La política es en la calle.

Reinaldo Iturriza


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Chávez con Movimiento de Pobladores, sábado 8 de enero de 2011. Por: Fidel Ernesto Vásquez.

Ya va siendo tiempo de hacer un exhorto a todo el campo popular y revolucionario, a la diversidad de colectivos, movimientos, organizaciones y corrientes de diverso signo, a los intelectuales, a todos cuantos militan en la radicalización democrática de este proceso, al margen del chavismo oficial: hay que volver los ojos sobre lo acontecido el sábado 8 de enero, durante la reunión del zambo Chávez con el Movimiento de Pobladores. Es necesario evaluar las implicaciones políticas de los acuerdos alcanzados, de la alianza gobierno-movimiento popular para avanzar en un frente de lucha concreto; analizar y medir el eventual impacto de las iniciativas legislativas aprobadas, ponderar el universo de sujetos políticos involucrados.

Si bien resultan completamente predecibles las primeras reacciones del antichavismo (discurso que criminaliza a los ocupantes de edificios, la lucha contra el latifundio urbano convertida en amenaza contra los pequeños propietarios y traducida como vulneración del derecho a la propiedad privada, la recuperación de terrenos ociosos trocada en ataques injustificados contra la Polar), no deja de ser curiosa la relativa indiferencia que ha prevalecido en el campo popular y revolucionario.

Más allá de la reivindicación puntual del derecho a la vivienda y un hábitat dignos, de la lucha por el derecho a la ciudad (que ya de por sí es un frente de lucha de la mayor importancia); más allá incluso de la posibilidad que se abre para afectar los intereses del capital inmobiliario especulativo, y de la burocracia que trabaja en alianza con este sector del capital, está en juego la posibilidad de que las políticas públicas en la materia se construyan con el movimiento popular. Se trata de una experiencia que, de arrojar un saldo favorable, y siempre y cuando Chávez y el gobierno bolivariano garanticen su continuidad, podría ser replicada y multiplicada en otras áreas de gobierno.

Lo que ha logrado el Movimiento de Pobladores es el reconocimiento de un conjunto de sujetos que, o bien desempeñaron un papel protagónico en el pasado, hasta que volvieron a ser invisibilizados por el discurso oficial (CTU), o simplemente nunca fueron considerados como tales (conserjes, habitantes de las pensiones), y algunos incluso fueron criminalizados por sectores del chavismo oficial (inquilinos, Pioneros, ocupantes de edificios).

Pero el reconocimiento real no ha sido el obtenido en la reunión con Chávez: éste proviene de la lucha de calle, de la audacia y profundidad de sus planteamientos, de su beligerancia, de su capacidad para articular y movilizar a sujetos concretos, y del análisis permanente y pormenorizado de prácticas concretas de gobierno. Respecto de esto último, vale decir que pocas veces ha quedado tan claro que la denuncia en abstracto de la "burocracia" o la "derecha endógena", lejos de movilizar y proveernos de herramientas para la lucha, nos desarma y desmoviliza.

Si la lógica del partido/maquinaria nos ha provisto de un buen ejemplo de lo que significa vaciar de contenido el discurso sobre el socialismo, el Movimiento de Pobladores nos permite ilustrar el tipo de sujetos políticos que tendrían que conformar el partido/movimiento. Si la lógica del partido/maquinaria implicó un repliegue de la política real, concreta, junto al pueblo, los Pobladores nos aportan pistas de los escenarios donde se hace la política hoy día. Si los defensores del partido/maquinaria sólo son capaces de concebir la lucha política si ésta es promovida (y por tanto tutelada) desde arriba, los Pobladores nos recuerdan que sólo habrá radicalización democrática si ésta es impulsada desde abajo. Dentro del partido o fuera de él.

De manera que no cabe hablar siquiera de una victoria del Movimiento de Pobladores, sino de la posibilidad real de que las aguas estancadas de la política revolucionaria comiencen a desplazarse, dando lugar a nuevas corrientes, al agua fresca. En lugar del aire pesado de la política fraguada a puertas cerradas, comienza a circular un poco del aire fresco de la política callejera.

Los Pobladores no son el punto de llegada, las nuevas "estrellas" en el firmamento popular y revolucionario, cuya "gloria" habrá de pasar, efímera. Pero tampoco son el punto de partida, porque son muchos los que vienen desandando este camino. Habrá que avanzar hacia un punto de encuentro entre movimientos, corrientes, colectivos, organizaciones, intelectuales vinculados a luchas concretas, para ir tras los hastiados y los indiferentes, para ocupar los espacios despolitizados.

Por tanto, no es momento para la indolencia, la autocompasión o la cortedad de miras estratégica, en este caso del campo popular y revolucionario, sino para la política activa de calle, recuperando el terreno perdido por los burócratas de la política. Interpelando, construyendo, organizando, movilizando, manifestando, sentando posición de manera pública, cuestionando lo que haya que cuestionar, defendiendo todo cuanto sea digno de defender. Haciendo revolución.

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