sábado, 7 de agosto de 2010

Lo dicho por Larry Palmer se inscribe en la agenda conspirativa del Imperio.

Hernán Mena Cifuentes

Los embajadores estadounidenses han jugado a lo largo de la historia el doble papel de diplomáticos y agentes desestabilizadores de gobiernos progresistas y revolucionarios, pero Larry Palmer, el nuevo embajador designado para Venezuela llegó al extremo de esa agenda conspirativa al intervenir en los asuntos internos del país y ofender la dignidad de la FANB aún antes de ser aprobada su designación.

Palmer, violando elementales principios diplomáticos y de respeto y consideración hacia el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, hizo una serie de inaceptables manifestaciones tan falsas como tendenciosas, entre ellas la supuesta “influencia de Cuba sobre la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, la baja moral existente entre sus miembros, los nexos del gobierno revolucionario con la guerrilla colombiana y sus amenaza a la libertad de prensa.”

Sus declaraciones fueron hechas en respuesta a un cuestionario que le fue enviado por el senador republicano Richard Lugar, en el marco de la evaluación que adelanta la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado para aprobar o no la designación de una treintena nuevos embajadores en varios países del mundo, entre ellos Venezuela, habiéndose aprobado hasta ahora la de muchos de ellos, menos la de Palmer, quien deberá esperar hasta septiembre, cuando finalizan las vacaciones parlamentarias.

Actos injerencistas como el realizado por Palmer, y otros aún mas graves, que culminaron en golpes que derrocaron a mandatarios progresistas y revolucionarios han sido una constante en las actividades de los embajadores estadounidenses en América Latina y el Caribe, más de las dos terceras partes de ellos organizados y financiadas por EEUU, tan frecuentes durante el siglo XX que a se centuria se le llamó el “Siglo de los Golpes de Estado.”

El asestado en 1954 a Jacobo Arbenz en Guatemala, a Juan Bosh en 1963 en República Dominicana, a Salvador Allende en 1973 en Chile, son muestra de la recurrente participación de Washington y sus embajadores en ese tipo de atentados contra las incipientes democracias de la región, cuyos pueblos luchan por alcanzar su plena independencia y liberación, política, económica y social, libres de la nefasta actuación de diplomáticos como Palmer.

Y es que, Palmer pertenece a esa élite de intelectuales afro-estadounidenses que en busca de un lugar en el seno de la sociedad racista que domina en EEUU, gente culta, inteligente, preparada, conformada por académicos como Barack Obama, militares como Collin Powell, ejecutivos como Condoleeza Rice, “la muchacha negra, que Robert Mugabe, dijo que olvidó sus raíces para servir a -George Bush Jr.-, su amo blanco”, forman parte de ese colectivo.

Obama alcanzó la presidencia de EEUU, Powell, comandó el ejército yanqui en la primera Guerra del Golfo y Condoleeza, como Powell, llegó a ser Secretaria de Estado del imperio más poderoso de la historia, pero pudieron hacer algo más digno y noble, como lo hicieron Martin Luther King, Malcoln X, Cassius Clay y tantos otros activistas y luchadores sociales negros que dedicaron sus vidas en defensa de los derechos humanos de sus hermanos de raza

Pero carecen de un alma altruista y solidaria, porque tienen alma de esclavos y prefirieron pasarse a las filas de un sistema que excluye a millones de sus hermanos negros negándoles oportunidad de trabajo digno y castigando con mayor severidad los delitos que comenten, como lo comprueba el hecho de que las cárceles de EEUU están llenas en su mayoría, de reos de color condenados a largas penas de prisión o de muerte.

Saben que la esclavitud en EEUU no desapareció completamente, ni fue “abolida” en nombre de la noble causa que utilizaron para liberar a los negros que trabajaban sin paga de sol a sombra en las plantaciones del Sur, sino para llevarlos al Norte, donde las fábricas de la naciente era industrial clamaban por mano de obra barata, y donde la mayoría vive desde entonces en ghetos, mientras ellos, los oportunistas, comparten con los blancos la riqueza que producen los excluidos del país y del Tercer mundo.

Por eso Palmer, como buen esclavo del Imperio, lucha para ganarse el puesto de embajador en Venezuela, mintiendo y calumniando a un proceso inédito y pacífico donde existe plena libertad y democracia, exento de discriminación racial porque todos, blancos, negros, zambos, mulatos, mestizos, amarillos y de cualquier color son iguales, con los mismos derechos y deberes.

No pensó que el veneno de sus mentiras y calumnias, vertido en un cuestionario que se creía “Confidencial”, iba a filtrarse a la prensa, que de inmediato hizo conocer su contenido, poniendo al descubierto su desesperado esfuerzo por aferrarse a un cargo, al que pocos negros como él tienen acceso.

Y la respuesta del gobierno venezolano, a ese ultraje, hecha a través de la cancillería, no podía ser otra que rechazo enérgico y contundente ante esa sarta de calumnias entre la que figura esa que ofende el honor y dignidad del “Ejército venezolano, Forjador de libertades”, que jamás traspasó las fronteras del país para agredir, sino para liberar pueblos oprimidos, misión diametralmente opuesta a la del ejercito yanqui, utilizado exclusivamente a lo largo de la historia, para invadir y sojuzgar naciones.

Y en cuanto a moral, que a decir de Palmer la de la FANB está baja, el aspirante a embajador en Venezuela, debe más bien preocuparse por la de la fuerza armada estadounidenses, que está por el suelo, ya que las bajas “colaterales” que sufre en Irak y Afganistán a causa de los miles de suicidios de sus efectivos, enloquecidos por las masacres, torturas y demás crímenes de guerra que cometieron ellos o sus compañeros, duplican a las sufridas en combate por el ejército yanqui en ambos países.

En el comunicado, la Casa Amarilla, pide explicaciones al gobierno de los EEUU, antes de tomar una decisión definitiva” por las graves declaraciones de Palmer, las que afirma el documento, “constituyen un serio precedente de injerencia e intervencionismo para alguien que ni siquiera ha pisado el territorio venezolano.”

Mientras se está a la espera de la posible respuesta de Washington, algunos analistas no descartan que la misma rechace cualquier tipo de responsabilidad por las declaraciones hechas por un alto funcionario del Departamento de Estado que ha sido propuesto por el presidente Obama para el cargo de embajador en Venezuela, argumentando que las mismas fueron hechas a título personal, la misma que se dio cuando Pat Robertson, el consejero espiritual de Bush Jr. propuso asesinar a Chávez.

Lo que no muchos saben, es que lo afirmado por Larry Palmer, es un globo de ensayo lanzado desde Washington, inscrito en el contexto del guión conspirativo que el fascismo y sus lacayos han diseñado para destruir a la Revolución venezolana y a su indiscutible líder y presidente, Hugo Chávez Frías, una vieja y desgastada agenda que Curzio Malaparte, describió hace más de 70 años en su genial obra, La Técnica del Golpe de Estado.

“El golpe de Estado,- dice en su obra el escritor italiano- no es otra cosa que un recurso de poder cuando se corre el peligro de perder el poder”, y a ese poder está recurriendo el imperio que hasta hace poco fue el mas poderoso de la historia, hoy franca decadencia, en inútil intento por frenar la marcha libertaria e integracionista de la Revolución Bolivariana, cuyo ejemplo es seguido por otros líderes, gobiernos y pueblos de la región.

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