jueves, 10 de octubre de 2013

¡PÓNGASE PRESO AL CORRUPTO MAYOR!


Por Toby Valderrama y Antonio Aponte



En la Venezuela de los últimos cien años se han presentado dos contradicciones principales, ambas giran alrededor del petróleo, de la pregunta: ¿Qué hacer con la renta?

La primera contradicción es entre las burguesías. Una pugna por un uso "decente", más o menos nacionalista, de la renta, por cierto desarrollo permitido. La otra más salvaje, directa, propone reconocer nuestra condición de país rentista y vivir con esas bondades y esas dificultades. Las dos garantizan el petróleo para los gringos y a lo sumo luchan por aumentar la renta.

Esta contradicción tiene su expresión política en armonía con el interés del capitalismo mundial. Cuando hay discordancias, el gobierno entra en problemas, el imperio enfila sus armas contra él. Las dos burguesías resuelven su contradicción en el plano político, no tocan la relación económica ni la relación con el capitalismo mundial, con los gringos.

La segunda contradicción es entre las fuerzas revolucionarias y las fracciones de la burguesía. Las fuerzas revolucionarias proponen el Socialismo: un cambio en las relaciones de propiedad de los medios de producción, usar el petróleo para crear una economía de propiedad social, que acabe con el rentismo, y una conciencia de pertenencia a la sociedad. Esta contradicción fue resuelta con represión: se mantienen las fuerzas revolucionarias dentro del campo de lo permitido, en terrenos socialdemócratas, o son brutalmente reprimidas.

El agotamiento del modelo propuesto por las fracciones de la burguesía, el pacto de punto fijo, el rentismo lacayo que permitía a los gringos el robo del petróleo por vía de precios viles, y el empobrecimiento de la sociedad a niveles intolerables abrieron la oportunidad a la Revolución Bolivariana. Entonces, la contradicción entre Revolución y burguesías adquirió una fuerza desconocida, la posibilidad revolucionaria apareció en escena, la masa sintió que algo nuevo y grande era posible, se encendió la esperanza. Ese ha sido el carácter de la lucha desde aquel 4 de Febrero, ese es el secreto del amor del pueblo por el Comandante.

Las burguesías, la ideología burguesa, pugna por dirigir el proceso, mantenerlo dentro de lo permitido: cualquier cambio, menos tocar la propiedad nosocial de los medios de producción, menos crear Conciencia del Deber Social, y mucho menos organizar al pueblo en tejido social. Cambio, pero sólo en el maquillaje. Agotarse buscando una nueva ética sin cambiar las relaciones capitalistas que dan origen a la ética del egoísmo, del robo. Distraerse ensayando formas económicas revestidas de retórica socialista pero que no toquen el mercado, santuario del capitalismo.

Y sobre todo derrotar a las fuerzas revolucionarias, dejar la contradicción sólo entre las burguesías, en luchas que no pongan en juego el sistema capitalista, que es el mayor corrupto. Bronquitas en el congreso, un ojo morado aquí, una nariz sangrante de una dama, una acusación allá, pero sin tocar la propiedad nosocial, al alma del corrupto mayor. Al capitalismo ni se les ocurre atacarlo.

Si esta Revolución no avanza hacia el Socialismo, será inevitablemente atrapada por las redes de la lucha burguesa. Allí se desgastará, perderá su fuerza, la pasión que le dio origen, y será, en el mejor de los casos, un recuerdo distorsionado, habrá que esperar doscientos años para que la memoria del Comandante y de Bolívar sea reivindicada. Y la única manera de avanzar es poniendo preso al corrupto mayor, al capitalismo, luchar contra él, construir relaciones socialistas… ¡Hagámoslo!

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