Ninfa Monasterios Guevara.
¡Tanto tiempo sin escribir! Quizá hay sucesos que nos impactan más de lo que creemos o queremos y nos dejan en silencio, sin palabras. No porque no tengamos cosas por decir, sino porque no encontramos la mejor manera de hacerlo, porque la musa se esconde, se escurre por los rincones y se nos hace inasible. Y cualquiera pudiera pensar o creer que para hablar de lo cotidiano, de la política o de lo absurdo, no hace falta inspiración. Pero… ¡sí hace falta!
Comenzaré por la palabra PATRIA. Esa que hoy día las huestes opositoras equiparan con la ausencia o escasez del papel toalé (toilet), mantequilla, harina, etc. Gente que, por ignorancia, odio o supuesto humor, tratan de mostrar su inconformidad con los efectos de la guerra económica, apuntando sus proyectiles hacia blancos equivocados. No pueden darse cuenta que todas y todos somos víctimas del poder económico, el cual aún está en manos de los mismos personajes de siempre, los mismos enemigos de siempre. No se dan cuenta que esa guerra no nace en las filas gubernamentales sino en ciertas cámaras de poca fe, amparadas en la fe de sus consumidores y bendecidas por la fe de una iglesia que perdió su camino hace rato. Y recurren estas masas opositoras, mansa y tragicómicamente, a la autoflagelación para salvaguardar los intereses de quienes nos oprimen y explotan. Porque denigrar de la patria es atentar contra los propios intereses, amores, arraigos, etc. Cuando algún día lo entiendan (si es que lo llegan a entender) quizá sea tarde.
Como tarde ha llegado el lamento de quienes, desde espacios de gobierno o de justicia (en cualquiera de sus niveles), no han podido evitar, juzgar y /o condenar a los responsables de la muerte de más de 300 campesinos en su justa lucha por la tierra, o de los Sabinos Romeros que abundan en nuestro suelo. Muertes anunciadas, injustas, impunes y silenciadas. Pero, tan graves como éstas son las muertes lentas de los miles de campesinos y campesinas que acuden a las instancias respectivas en busca de las respuestas que debe darles un Estado supuestamente revolucionario. Allí las balas comienzan con cierto “funcionariado” que acribilla la solicitud con innumerables requisitos (olvidando la Ley de simplificación de trámites administrativos), luego viene el paredón de la espera de respuesta, más allá encontramos al pelotón de fusilamiento que les informa que su solicitud no procede. Y si osan protestar contra una medida que consideran injusta…entonces, la silla eléctrica del desamparo y el descrédito, no se hará esperar para achicharrar sus pretensiones. Aún quedan personas así en las instituciones públicas. Esas que siguen criminalizando la lucha campesina, indígena y originaria, así como a toda persona que se una a su causa (incluyendo a servidores-as públicos-as que serán tildados-as de traidores-as al Estado) Aún no entienden cuál es su rol. En todo caso, sería preferible que se equivocaran a favor de la gente y no a favor del Estado…
Un estado que ha de estar compuesto por verdaderos servidores o servidoras públicas. Servir al público. Servir. Eso aspiramos: que quienes tengan la posibilidad, en el espacio que corresponda… oigan el clamor popular. Como el que recorre hace dos años nuestra patria. Ojalá hagan el gran servicio de dar libertad y asilo a Julián Conrado, cantor revolucionario, colombiano, preso por…(ups! No hay razones para que este hombre digno esté preso en nuestro país). Y justamente como este es el mes del aniversario 71 del nacimiento de nuestro cantor Alí Primera, sería justo, humano y revolucionario que Julián saliera a cantar su canción bolivariana y rebelde, porque ¡Amando, venceremos!
Por cierto, La Canción Bolivariana cumple 30 años de haberse realizado en nuestro país, por auspicio de nuestro Padre Cantor Alí Primera. Y, por tal motivo, se encuentran en Venezuela, varios grupos y cantores-as internacionales que, junto a la representación criolla, recorrerán los espacios de esta tierra de gracia, ofreciendo su voz y canto necesarios para animar la lucha justa, levantar la palabra insumisa, avivar la llama revolucionaria, criticar los errores actuales y pasados, esperanzar la vida.
La vida…ese espacio-tiempo que nos toca transitar en este plano y que merece la cuidemos con esmero. Que nos hagamos partícipes de la protección del planeta, de la pacha mama, de sus recursos cada día más finitos. La vida nos exige compromiso con el presente y el futuro. Ser amables y amantes con la naturaleza. Practicar un consumo responsable. Producir lo necesario, en armonía con el ambiente. Sembrar nuestros alimentos. Comer sano. Luchar por nuestras semillas y costumbres originarias. Volver al conuco. Leer la luna y la lluvia. Bañarnos en ellas, como parte ancestral y elemental de nuestro acervo patrio. Levantar las banderas campesinas, indígenas y originarias como las más nuestras, propiciando su vida, vengando su muerte. Cantar sus melodías de siglos con la voz de Julián o de Alí. Y seguir viviendo…así sea lanzando palabras al garete…
Comenzaré por la palabra PATRIA. Esa que hoy día las huestes opositoras equiparan con la ausencia o escasez del papel toalé (toilet), mantequilla, harina, etc. Gente que, por ignorancia, odio o supuesto humor, tratan de mostrar su inconformidad con los efectos de la guerra económica, apuntando sus proyectiles hacia blancos equivocados. No pueden darse cuenta que todas y todos somos víctimas del poder económico, el cual aún está en manos de los mismos personajes de siempre, los mismos enemigos de siempre. No se dan cuenta que esa guerra no nace en las filas gubernamentales sino en ciertas cámaras de poca fe, amparadas en la fe de sus consumidores y bendecidas por la fe de una iglesia que perdió su camino hace rato. Y recurren estas masas opositoras, mansa y tragicómicamente, a la autoflagelación para salvaguardar los intereses de quienes nos oprimen y explotan. Porque denigrar de la patria es atentar contra los propios intereses, amores, arraigos, etc. Cuando algún día lo entiendan (si es que lo llegan a entender) quizá sea tarde.
Como tarde ha llegado el lamento de quienes, desde espacios de gobierno o de justicia (en cualquiera de sus niveles), no han podido evitar, juzgar y /o condenar a los responsables de la muerte de más de 300 campesinos en su justa lucha por la tierra, o de los Sabinos Romeros que abundan en nuestro suelo. Muertes anunciadas, injustas, impunes y silenciadas. Pero, tan graves como éstas son las muertes lentas de los miles de campesinos y campesinas que acuden a las instancias respectivas en busca de las respuestas que debe darles un Estado supuestamente revolucionario. Allí las balas comienzan con cierto “funcionariado” que acribilla la solicitud con innumerables requisitos (olvidando la Ley de simplificación de trámites administrativos), luego viene el paredón de la espera de respuesta, más allá encontramos al pelotón de fusilamiento que les informa que su solicitud no procede. Y si osan protestar contra una medida que consideran injusta…entonces, la silla eléctrica del desamparo y el descrédito, no se hará esperar para achicharrar sus pretensiones. Aún quedan personas así en las instituciones públicas. Esas que siguen criminalizando la lucha campesina, indígena y originaria, así como a toda persona que se una a su causa (incluyendo a servidores-as públicos-as que serán tildados-as de traidores-as al Estado) Aún no entienden cuál es su rol. En todo caso, sería preferible que se equivocaran a favor de la gente y no a favor del Estado…
Un estado que ha de estar compuesto por verdaderos servidores o servidoras públicas. Servir al público. Servir. Eso aspiramos: que quienes tengan la posibilidad, en el espacio que corresponda… oigan el clamor popular. Como el que recorre hace dos años nuestra patria. Ojalá hagan el gran servicio de dar libertad y asilo a Julián Conrado, cantor revolucionario, colombiano, preso por…(ups! No hay razones para que este hombre digno esté preso en nuestro país). Y justamente como este es el mes del aniversario 71 del nacimiento de nuestro cantor Alí Primera, sería justo, humano y revolucionario que Julián saliera a cantar su canción bolivariana y rebelde, porque ¡Amando, venceremos!
Por cierto, La Canción Bolivariana cumple 30 años de haberse realizado en nuestro país, por auspicio de nuestro Padre Cantor Alí Primera. Y, por tal motivo, se encuentran en Venezuela, varios grupos y cantores-as internacionales que, junto a la representación criolla, recorrerán los espacios de esta tierra de gracia, ofreciendo su voz y canto necesarios para animar la lucha justa, levantar la palabra insumisa, avivar la llama revolucionaria, criticar los errores actuales y pasados, esperanzar la vida.
La vida…ese espacio-tiempo que nos toca transitar en este plano y que merece la cuidemos con esmero. Que nos hagamos partícipes de la protección del planeta, de la pacha mama, de sus recursos cada día más finitos. La vida nos exige compromiso con el presente y el futuro. Ser amables y amantes con la naturaleza. Practicar un consumo responsable. Producir lo necesario, en armonía con el ambiente. Sembrar nuestros alimentos. Comer sano. Luchar por nuestras semillas y costumbres originarias. Volver al conuco. Leer la luna y la lluvia. Bañarnos en ellas, como parte ancestral y elemental de nuestro acervo patrio. Levantar las banderas campesinas, indígenas y originarias como las más nuestras, propiciando su vida, vengando su muerte. Cantar sus melodías de siglos con la voz de Julián o de Alí. Y seguir viviendo…así sea lanzando palabras al garete…
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