La lucha social por la dignificación de la clase obrera orientó el andar de Alberto Lovera. Tenía sólo 17 años, a finales de la década de 1940, cuando repuntó su labor para reivindicar los derechos de los trabajadores, el impulso de la organización sindical y la democracia venezolana. Esos principios nunca fueron quebrantados, Lovera fue fiel y firme a ello, sin embargo, su coherencia y ética fue una amenaza para el puntofijismo que muy pronto le cobró la vida.
El cofundador de la Juventud del Partido Comunista de Venezuela fue electo en 1952 como diputado al Congreso Nacional, cargo que nunca asumió en rechazo al fraude electoral realizado por la dictadura que le robó el triunfo a Jóvito Villalba, quien no fue lo suficientemente valiente a la hora de defender los resultados, reseña un trabajo del historiador Wladimir Abreu, publicado en 2011.
Sin embargo, el espíritu combativo de Lovera no llegó a su fin. Emprende su lucha contra la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez, siendo así uno de los principales dirigentes revolucionarios en las acciones que desembocaron en el 23 enero de 1958 en Caracas.
Derrocada la dictadura hubo esperanzas de que comenzaría en Venezuela un gobierno democrático que defendería la soberanía del país y los intereses del pueblo venezolano, pero ocurrió todo lo contrario.
En 1959 asume la Presidencia de la República Rómulo Betancourt, del partido Acción Democrática, quien orientó sus políticas en contra de las luchas populares que participaron en el derrocamiento y que algunos aún recuerdan a través de la frase inhumana “disparen primero y averiguen después”.
Comenzaba así la época del puntofijismo, que en favor de los intereses del gran capital nacional y transnacional se activaron contra quienes reivindicaban la liberación de los pueblos. Fue la época en que las violaciones sistemáticas de los derechos humanos era el común denominador.
En diciembre de 1963, Raúl Leoni—también de Acción Democrática—fue electo Presidente. “Trabajó con tanta o mayor eficiencia que su antecesor en favor de la oligarquía internacional y nacional y por la consolidación del sistema capitalista de explotación”, narra Salom Mesa, quien fue dirigente del Acción Democrática para la época en su libro Por un caballo y una mujer.
La barbarie se mantenía. “Con frecuencia en este período (la década de 1960) se producían debates encendidos en la Cámara de Diputados por denuncias sobre detenidos, torturados y desaparecidos políticos”, señala Mesa en su libro.
No obstante, Lovera continúo con su lucha. Pero la tarde del 18 de octubre de 1965 pasó a ser un caso más del anecdotario de atrocidades cometidas durante período puntofijista.
Lovera fue secuestrado en la urbanización Las Acacias, en Caracas, tras ser interceptado por una comisión de la Dirección General de Policía (Digepol). La operación fue dirigida por Carlos Vegas Delgado, que fungía como Jefe de la División de Orden Público.
Días mas tarde, el 27 de octubre de 1965, unos pescadores, entre ellos José Salazar, hallaron el cuerpo torturado de Lovera flotando en las costas de Lecherías, estado Anzoátegui. Antes de ser lanzado al mar, al luchador social le ataron a su cuello un mecate con una pesada cadena y un pico. Luego de ser recuperado y reconocido el cadáver por su esposa María del Mar Álvarez, se le dio sepultura en el Cementerio General del Sur, acompañado de una multitudinaria marcha que recorrió la ciudad para despedirlo.
“Las autoridades (de ese momento) no se movieron, sino que trataron de encubrir lo sucedido. Lo llevaron a la Digepol, lo llevaron a Cachipo, lo mataron el 23 de octubre y lo tiraron en las playas de Lecherías. Fueron cinco días de martirio y de denuncia”, rememoró en una entrevista José Vicente Rangel, en octubre de 2011.
Rangel siendo diputado fue quien denunció formalmente el caso Lovera ante el parlamento, el 7 de marzo de 1966, lo que permitió la designación de una Comisión Especial para la investigación.
El Ejecutivo de la época “se desentendió totalmente del caso, e inventó la versión de que había sido desaparecido por sus compañeros de lucha en un enfrentamiento interno”, dijo Rangel, en la entrevista publicada en el diario Correo del Orinoco.
Investigación
En febrero de este año fue creada en Venezuela la Comisión por la Justicia y la Verdad para sancionar a los responsables de los crímenes políticos de la Cuarta República (1958-1998). Y, a partir de allí unos 140 expedientes relacionados con desapariciones, torturas y masacres ejecutadas en ese período fueron reabiertas por el Ministerio Público, tarea para la cual cuenta con 14 fiscales y expertos de la Unidad Criminalística contra la Vulneración de los Derechos Humanos.
Uno de esos casos es el de Lovera. El Ministerio Público coordinó la exhumación de los restos de este luchador social para profundizar las investigaciones, esclarecer los hechos y determinar culpables.
El procedimiento se realizó el pasado 26 de junio en el Cementerio General del Sur, fue coordinado por la directora de Protección de Derechos Fundamentales del Ministerio Público, María Mercedes Berthé, quien estuvo acompañada por los fiscales nacionales 8º, 39º y 80º, Mery Gómez, Juan Carlos Tabares y Elvis Rodríguez, respectivamente.
También estuvieron presentes en el acto de exhumación, los fiscales 81º auxiliar y 83º del Área Metropolitana de Caracas (AMC), Héctor Alvarado y Alba Martínez, respectivamente.
Los expertos de la Unidad Criminalística Contra la Vulneración de Derechos Fundamentales del Ministerio Público en Caracas, fueron los encargados de realizar la exhumación, diligencia que fue acordada por el Tribunal 39º de Control del AMC.
Actualmente se realizan las experticias que permitirán determinar si hubo un exceso en la actuación de efectivos presuntamente responsables de la muerte de Lovera.
El profesor Lovera fue secuestrado, torturado y desaparecido para acallar su voz revolucionaria. Esa lucha fue su condena, y es un ejemplo de los cientos abominables crímenes del bipartidismo adecopeyano que no se olvidarán.
La esencia revolucionaria y social de aquellos, que como Lovera, dieron su vida por una Venezuela independiente y un pueblo digno aun palpita y marcan la ruta del camino a seguir. /AVN
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