José Vicente Rangel.
1 Estoy convencido que a Nicolás Maduro lo están cazando. La derecha en el país y la que funciona internacionalmente, se desesperan porque la presa más deseada por ellos, Venezuela, se mantiene en pie. No le entra ni coquito, como se dice coloquialmente. Se frotaron las manos de alegría cuando murió Chávez. Consideraban que todas sus especulaciones acerca del personalismo y autoritarismo del líder como elementos cohesionadores del proceso, era lo que garantizaba la estabilidad y que, por consiguiente, en cuanto éste faltara todo se desplomaría.
2 En la transición apostaron, primero, a que como suele ocurrir en los procesos sucesorales de la oligarquía, Maduro reaccionaría contra su predecesor e implementaría una política grata a otros intereses. Apostaron también a que el nuevo presidente carecía de preparación y temple para mantenerse, con base en el sentimiento de subestimación tan arraigado en el pensamiento y accionar de la derecha. Pero ninguno de esos cálculos se dio. Maduro aguantó, rodilla en tierra, el tsunami de la manipulación mediática y de dirigente partidistas opositores. Lo que con ansiedad esperaba ese sector no se produjo. En cambio, Maduro demostró firmeza en la defensa del proyecto bolivariano, lealtad al legado de Chávez y habilidad para moverse en el campo minado de la compleja situación que, abruptamente, se le planteó. ¿Qué demostró esto? Ante todo, que Chávez fue capaz de conformar un equipo de nuevos cuadros políticos, y de prepararlos, para afrontar cualquier emergencia que pudiera surgir. Además, acertó al escoger a su canciller para sucederle. Pero había otra sorpresa para la derecha: la división del chavismo, anunciada con carácter infalible, el duelo Nicolás-Diosdado, no se produjo y, por consiguiente, el enemigo no pudo montar la pachanga.
3 Al fallar en sus pronósticos agoreros, ¿qué recurso queda a los conjurados, dentro y afuera del país? Aquel "otro", en sus dos vertientes: una, la arremetida feroz contra el gobierno de Maduro; desabastecimiento, escasez, especulación, explotación de los conflictos sociales, pasando por la violencia, como pasó después del 14-A. Pero la reacción de Maduro ante el desafío fue eficaz al combinar, en el marco legal, la participación del pueblo -que olfateó lo que se tramaba- y la Fanb, es decir, que el binomio Pueblo/Fuerza Armada funcionó como mecanismo de relojería.
4 La otra opción sigue en pie. Está conectada a la coyuntura de las municipales, antes o después de éstas, para sacarle provecho. La desesperación de los golpistas/terroristas ante la posibilidad de que Maduro se consolide con un resultado favorable el 8-D, justifica en ellos los sórdidos aprestos en torno a la determinación a la caza del presidente. La derecha niega estar incursa; la oposición partidista se rasga las vestiduras rechazando cualquier asociación; los columnistas, heraldos del antichavismo irracional, se burlan de las versiones que circulan. Pero el odio del cual son prisioneros esos grupos es más poderoso que la sensatez. Que la evaluación de los efectos de tan descomunal aventura. La cual está planteada vía magnicidio --así la palabra los exaspere--, o el intento de un golpe tipo comando, que también figura en el imaginario criminal de aquellos que son capaces de lo que sea para espantar el miedo que los acosa. ¿Desenlace? Ya se verá hasta dónde son capaces de llegar. Ojalá que cuando menos tengan claras las consecuencias. Porque más allá de discutir si hay planes o no, lo que importa es saber a qué atenerse. En lo personal, por las informaciones que recibo, los planes existen -en sus dos vertientes-, y están en marcha. Como siempre, ellos lo niegan, y por primera vez deseo que sea así. Por ahora no queda otra opción que aguardar en la acción. En actitud de alerta.
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