CAROLA CHÁVEZ.
Okey, o sea, llega el halloween y la crisis, que ya era hurribli se hace más hurribli todavía, o sea. Es que no solo todo está carísimo, o sea, y no es que me importe que esté todo caro porque particularmente soy de las que cree que lo barato, o sea, es niche, el problema realmente es que no hay productos de primera necesidad de halloween
Okey, o sea, llega el halloween y la crisis, que ya era hurribli se hace más hurribli todavía, o sea. Es que no solo todo está carísimo, o sea, y no es que me importe que esté todo caro porque particularmente soy de las que cree que lo barato, o sea, es niche, el problema realmente es que no hay productos de primera necesidad de halloween.
Esto es típico de este país que no quiere progresar, o sea. Uno ya no ve las tiendas llenas de brujas, calabazas, telarañas y murcielaguitos cuchis. No se respira el espíritu del trick or treat, o sea, sino un atraso que asfixia, o sea, que estoy amoratada, sobre todo cuando pienso en todas mis amix que se fueron demasiado a Mayami y que ya tienen sus disfraces chísimos con pelucas, con su kit de maquillaje, con colmillos que chorrean sangre con sabor a fresa, con calabacitas luminosas para colgar en el halloween tree, o sea, el arbolito de halloween, lo último de lo último de la moda en esto de la celebración de nuestras tradiciones, o sea... Y yo tan lejos, tan sin nada.
Porque en esta dictadura ilegítima no hay forma de celebrar. ¿Cómo decir “¡buuu!” cuando lo que en verdad lo que me sale es un tristísimo “bujujujú”? No pienso repetir el disfraz del halloween pasado, y tampoco el que me trajo mi Tía Titi de Miami, full accesorios, cuando nos disfrazamos de zombis y cerramos la principal de Altamira para denunciar el consumismo. Me niego a caer tan bajo.
Es que esta crisis es tan hurribli que uno ni siquiera se puede disfrazar de momia, o sea, enrollándose en papel toilette, porque no hay. Y si agarro uno de los 152 rollos que tiene mi mamá ataluzados en mi baño, donde desde hace dos meses no puedo entrar porque se me caen todos encima y puedo morir aplastada, o sea... Si agarro uno y sobrevivo a la avalancha, me mata mi mamá, entonces terminaría disfrazada de cadáver muerto de verdad y, o sea, mejor que no.
Yo creo, o sea, que esta es otra de las formas que este gobierno consiguió para ponernos de rodillas, acabar con la libertad y hundirnos en lo autóctono, o sea, en el pasado, o sea, obligándonos a la gente decente y pensante de este país a disfrazarnos de cosas tercermundistas como la Sayona o como esos diablos de Yare. ¡Primero muerta! O sea, dead.
carolachavez.wordpress.com
Esto es típico de este país que no quiere progresar, o sea. Uno ya no ve las tiendas llenas de brujas, calabazas, telarañas y murcielaguitos cuchis. No se respira el espíritu del trick or treat, o sea, sino un atraso que asfixia, o sea, que estoy amoratada, sobre todo cuando pienso en todas mis amix que se fueron demasiado a Mayami y que ya tienen sus disfraces chísimos con pelucas, con su kit de maquillaje, con colmillos que chorrean sangre con sabor a fresa, con calabacitas luminosas para colgar en el halloween tree, o sea, el arbolito de halloween, lo último de lo último de la moda en esto de la celebración de nuestras tradiciones, o sea... Y yo tan lejos, tan sin nada.
Porque en esta dictadura ilegítima no hay forma de celebrar. ¿Cómo decir “¡buuu!” cuando lo que en verdad lo que me sale es un tristísimo “bujujujú”? No pienso repetir el disfraz del halloween pasado, y tampoco el que me trajo mi Tía Titi de Miami, full accesorios, cuando nos disfrazamos de zombis y cerramos la principal de Altamira para denunciar el consumismo. Me niego a caer tan bajo.
Es que esta crisis es tan hurribli que uno ni siquiera se puede disfrazar de momia, o sea, enrollándose en papel toilette, porque no hay. Y si agarro uno de los 152 rollos que tiene mi mamá ataluzados en mi baño, donde desde hace dos meses no puedo entrar porque se me caen todos encima y puedo morir aplastada, o sea... Si agarro uno y sobrevivo a la avalancha, me mata mi mamá, entonces terminaría disfrazada de cadáver muerto de verdad y, o sea, mejor que no.
Yo creo, o sea, que esta es otra de las formas que este gobierno consiguió para ponernos de rodillas, acabar con la libertad y hundirnos en lo autóctono, o sea, en el pasado, o sea, obligándonos a la gente decente y pensante de este país a disfrazarnos de cosas tercermundistas como la Sayona o como esos diablos de Yare. ¡Primero muerta! O sea, dead.
carolachavez.wordpress.com
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