ANTONIA MUÑOZ.
Compartimos y aprobamos en todas sus partes la batalla contra la corrupción que promete y ya ha emprendido el Presidente Nicolás Maduro. Quienes leen esta columna conocen de nuestra angustia por este cáncer social que amenaza con engullir a nuestra Socialismo Bolivariano, y como afirmara recientemente el Vicepresidente Arreaza: está acabando con la Patria. Sin duda, la ley habilitante permitirá introducir en nuestro estamento legal ciertas medidas que harán más eficiente el combate contra la corrupción. Verbigracia: CONFISCAR LOS BIENES A LOS CORRUPTOS. Ante esta cayapa contra la corrupción que estamos obligados a emprender, hoy nos permitiremos señalar algunas ideas que parecen simples detalles, pero que estamos seguros contribuyen a que se entronice la corrupción. En este sentido, nos permitimos recordar una vez más a nuestro amado Comandante: el diablo está en los detalles. Así mismo, no olvidemos que pequeños cambios pueden producir grandes transformaciones.
Una de las acciones que la derecha ha practicado durante estos años de revolución, es tratar de sembrar en el colectivo nacional la idea de que todas y todos los políticos somos corruptos; que todo el que ocupa un cargo público siempre va a servirse y no a servir. Por eso, una de las leyes que se deben reforzar, es que sea castigado severamente quien hace denuncias de corrupción basadas en infundios o tergiversaciones de la verdad. Otra recomendación, es que estas acusaciones que les hagan a líderes de la revolución no se tomen con ligereza, no se le reste importancia, utilizando argumentos como: si nos dedicamos a defendernos de todas las acusaciones que nos hagan no tendremos tiempo para trabajar. Nuestra humilde recomendación es que trabajemos fuertemente con la gente y por la gente, pero que también defendamos nuestra reputación.
A propósito de lo anterior, decía nuestra abuela materna quien, era analfabeta, que: “el crédito de las personas es como el agua que después que se riega, no se puede recoger”. Nosotros le agregamos, que, cuando logramos hacerlo, recogemos sólo una parte del agua derramada, porque una porción se queda en la superficie donde ésta se derramó y otra queda en el material con el cual intentamos recogerla. Adicionalmente, la porción del agua que se recoge ya no es tan limpia como la original. Lamentablemente queda la duda, que es como una espinita que los intrigantes siembran en el corazón de los pueblos. Si la sociedad venezolana llegara a percibir que tanto los políticos de la derecha como los de izquierda somos unos bellacos, la desesperanza se apoderaría de buena parte del colectivo y la masa tendería a desmovilizarse.
En este contexto, recordemos algunas de las tantas enseñanzas que nos legó Bolívar y que, como expresara el maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, no basta con propalarlas sino que debemos seguirlas y practicarlas. Nuestro Gral. Muller Rojas diría: “No hay que enseñar valores, sino vivirlos”. ”LOS INTRIGANTES CORROMPEN LOS PUEBLOS, DESPRESTIGIANDO LA AUTORIDAD”, le expresó Bolívar al Gral. Carabaño, el 8 de octubre de 1828. Bolívar que no sólo era el hombre de las dificultades, sino que era blanco de envidias, traiciones e intrigas, también le expresó al Dr. J. Hipólito Unanúe en una carta que le escribiera el 30 de mayo de 1825: MAS HACE EN UN DÍA UN INTRIGANTE QUE CIEN HOMBRES DE BIEN EN UN MES. Ciertamente Bolívar tenía muy claro que: NADIE ES GRANDE IMPUNEMENTE, NADIE AL LEVANTARSE SE ESCAPA DE LAS MORDIDAS DE LA ENVIDIA (Carta a J. M. Restrepo, 8 de junio de 1828). Así que en la batalla contra la corrupción, no perdamos de vista que una estrategia de la derecha y de algunas “guabinas” disfrazadas de revolucionarias y revolucionarios, es banalizar el tema de la corrupción a través de denuncias basadas en rumores y campañas mediáticas, como una vía para desprestigiar a las y los revolucionarios y desmoralizar a la población, que vio en la Revolución Bolivariana, una esperanza de corregir esa manera corrupta de ejercer el poder, que sin ninguna duda es una herencia nefasta que a lo mejor data de un siglo.
El presidente Nicolás Maduro le ha pedido al pueblo en el recinto de la Asamblea Nacional que el Gobierno Bolivariano, con él a la cabeza, “ha pasado a la ofensiva en la batalla contra la corrupción, batalla que de veras es decisiva, y no la abandonaremos. Por eso mismo llamó al pueblo a no permitir la corrupción ni a los corruptos; a no tolerar la corrupción, sea ésta de cuello blanco, de cuello rojo-rojito o de cuello amarillo: es el mismo hamponato, vístase como se vista, la misma conducta apátrida y anti popular.” Decimos: CÚMPLASE, pero hacemos una recomendación que nadie nos pidió, pero que puede servir de algo. Para que el pueblo pueda ayudar en el combate contra la corrupción, entre otras cosas, se necesita que no se criminalice la denuncia bien fundamentada. Hay algunos de nosotros y de nosotras que le ponen un sello de escuálido, V columna, brinca talanquera, revoltoso, conflictivo… y pare Ud. de contar, a quien cometa la osadía de manifestarse en contra de irregularidades administrativas diversas. Por supuesto, desde ese día, para esa o ese “guarimbero”, como también es calificado, la persecución en caliente, abierta o soterrada, estará a la orden del día. Si Uds. creen que exagero, les recomiendo que oigan a la gente sin cortapisas. Ciertamente, necesitamos reforzar las leyes anticorrupción, pero creyendo en Bolívar, primero que nada necesitamos mucho más: “…HOMBRES Y MUJERES VIRTUOSAS; HOMBRES Y MUJERES PATRIOTAS; HOMBRES Y MUJERES ILUSTRADOS”. Todo sin olvidar que: “El talento sin probidad es un azote”. CHÁVEZ VIVE, LA LUCHA SIGUE.
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