Carola Chávez
Clara, la de la vida oscura, sumerge la cara en la suave toalla aromatizada con mimosa y ylan ylang. Exóticas esencias terapéuticas penetran por la nariz de nuestra de una engarrotada amiga, que busca, y no encuentra, alivio en un lujoso spa de Mayami.
Suspira Clara mientras recibe un delicioso y carísimo masaje que debería acabar con los nudos que martirizan cada músculo de su cuello y espalda, todos culpechavez, of course. ¿Acaso habría para que una mujer como ella esté convertida en semejante zurullo de estrés?
La sola pregunta es estúpida. No hay otra razón más que es el comunismo y la crueldad con la que lo implanta, lentamente, dolorosamente, el maluco de Hugo Chávez.
Un verdadero vía crucis: Trece años de “tensa calma”, esa angustiosa espera de una catástrofe anunciada que no termina de llegar. Frase sobada y resobada hasta el insipidez del desgaste por los neo-reporteros opositores. Que viene el Coco y te comerá porque Ud. lo vio en Globovisión.
Trece años de angustia que solo cedió durante los dos días de furibunda felicidad de aquel, casi glorioso, abril de una década atrás. Clara solloza, avivando con la humedad de sus lágrimas el empalagoso olor del ylan ylang. Sufre, Clara, musitando palabras de amor: ”te queremos, Pedro...”
Trece años remodelando y redecorando una casa hermosa que le van a quitar. Alimentando a unos niños que ya son casi manos blancas, siempre a punto de ser adoctrinados, siempre al borde de la cubanización. Trece años prosperando como nunca, con desbordantes cuentas de ahorro producto de jugosas inversiones; porque justo ahí radica el sadismo del régimen: Dejar ver el cielo para luego arrebatarlo. Así que son trece años cambiando camionetas por una más nueva, más lujosa, antes de que vuelvan los soviéticos Lada, -¡oh my god!-. Trece años de apartamento de playa, y una lancha -¿por qué no?-, y viajes soñados, y casa en Mayami -porque uno merece vivir un poco-, y piñatas tan suntuosas que parecen bodas reales, y bodas que parecen piñatas suntuosas, implantes, Botox, cenas gourmet, vida VIP, aparaticos de última generación, lo último de lo último de la última moda... mientras se pueda, mientras nos dejen.
Entonces Clara piensa en el regreso, con sus trece maletas, con el inútil aroma de jazmín y ylan ylang en la piel de gallina y su cruz a cuestas: la horrible certeza de volver a ese comunismo que la está matando.
Los hábiles dedos de la masajista bilingüe tropiezan con lo que llamó “una pepa de aguacate más abajito del cogote” y agregó: ”Relájate que así no se puede, te saco un nudo y te salen diez...”
¡Son diez, son diez, son diez millones, son diez! -Zumbó la cabeza de Clara antes del alarido, de la carrera desnuda por jardines mayameros, del pinchazo, de la calma, del silencio...
tongorocho@gmail.com
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