Carlos Colina Yánez
El verdadero potencial económico y laboral en el Estado Bolívar ha
devenido de la actividad minera, especialmente en cuanto al aspecto
aurífero – diamantífero, que en la práctica constituye la principal
fuente de empleo para la población, estimándose que en el orden del
60% depende directa e indirectamente de la pequeña minería o minería
artesanal.
Además del oro y el diamante existen otros yacimientos importantes,
algunos super explotados, como es el caso del hierro y de la bauxita y
otros pertenecientes a la minería no metálica cuyas explotaciones no
poseen altas repercusiones económicas y laborales, respectivamente.
Las explotaciones de hierro y de bauxita con fines industriales
generan empleos directos e indirectos que no logran satisfacer las
exigencias del mercado laboral y se estima que apenas alcanzan menos
de un 20% del mercado. Las expectativas para los desarrollos aguas
abajo y aguas arriba, no fueron cubiertas y hasta ahora se sigue
pensando en ella más como una quimera que como proyectos en sí.
La pequeña y mediana industria, a raíz de la privatización de Sidor,
prácticamente desapareció. En la región se observan numerosos galpones
instalados en las zonas industriales de Matanzas, 321, Los Pinos y
Unare entre otros, convertidos en talleres mecánicos, ventas de
repuestos y accesorios, etc, otros permanecen abandonados. En este
sector, la ocupación laboral es muy poca, no llega al 5%.
El sector comercio es irregular y se caracteriza por bajos salarios.
En cuanto a la producción agropecuaria en municipios como Piar,
Roscio, Sifontes, Sucre y Cedeño, hay fincas ganaderas que en su
mayoría mantienen pequeñas poblaciones de rebaños, tanto vacunos como
caprinos, donde utilizan poco personal para las faenas y la producción
es muy deficiente en cuanto a la creciente demanda poblacional.
Por esa razón, la minería artesanal se convirtió en la principal
fuente de trabajo, no así de empleo, donde miles de personas invaden
las montañas en busca de oro o diamantes. Es una actividad altamente
depredadora, por la forma irracional como se acomete, en la cual se
ocasionan daños irreversibles a la biodiversidad y el producto final
termina volatizándose.
Las poblaciones mineras proceden de los Municipios Heres, Sucre y
Cedeño, Piar, Angostura y todo el sur, hasta La Gran Sabana. La
orfebrería que junto al calipso y el fútbol constituían el principal
atractivo de estos pueblos del sur, especialmente de Guasipati y El
Callao, también ha colapsado.
El malestar creciente de estos pobladores repercute profundamente en
el aspecto electoral, al extremo de que en la actualidad, de acuerdo a
sondeos realizados, estos mineros ahora no quieren saber nada de
Chávez, especialmente después de la aprobación de la nueva Ley que
rige la materia y estamos en riesgo de perder el Estado Bolívar por
completo, tanto a nivel regional como en las elecciones
presidenciales.
En ese sentido, urgen medidas del alto gobierno, para reorientar la
realidad política regional mediante la aprobación de algunas reformas
a la Ley de Minas que permita flexibilizar la actividad para esta
población y garantice resultados favorables en octubre y diciembre
próximos venideros.
LA CRIMINALIDAD
Este es el segundo aspecto que lacera el alma de quienes aquí
residimos, es decir, la violencia criminal y la impunidad. Es terrible
la ola criminal que vivimos en todo el Estado Bolívar, con énfasis en
los municipios Heres y Caroni, donde el promedio de asesinatos se
multiplica día tras día en forma alarmante, sembrando el terror a la
ciudadanía en general, al extremo de que nadie se siente seguro, ni
siquiera en el interior de su propia residencia, por cuanto han
ocurrido casos donde los homicidas ingresan a los hogares para matar
alevosamente, no solo a personas adultas, sino a niños, mujeres y
hasta a personas de la tercera edad. Los jóvenes, constituyen las
primeras víctimas.
La delincuencia se desbordó en todo el Estado Bolívar.
El miedo se apoderó de todo el mundo, en las urbanizaciones, las
calles fueron cerradas, las residencias con cercos eléctricos y
vigilantes privados sustituyen la presencia policial, para generar una
sensación de seguridad que no existe.
En consecuencia, se impone con toda urgencia la revisión profunda de
los cuerpos de seguridad, de las fiscalías y los tribunales, e
igualmente, de las alcaldías y la gobernación.
Es urgente e inaplazable porque el tiempo conspira contra el proceso
revolucionario fundamentalmente aquí, en el Estado Bolívar.-
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