lunes, 23 de abril de 2012

Paraguay: Afinidades electivas.



Por Sonia Tessa / Página 12
Como en el libro de Gioconda Belli El país de las mujeres, algo verdaderamente novedoso se gesta en la política paraguaya. “Pero nosotras no vamos a esperar al volcán”, promete Lilian Soto, candidata a presidenta en una fórmula “feminista y socialista” junto a Magui Balbuena. 

Entre risas, en lugar de rechazar la comparación con Viviana Samsón, la heroína del libro que se convierte en sorpresiva presidenta de un país centroamericano, Soto redobla la apuesta y confía en que no hará falta un fenómeno natural que debilite a los hombres para hacerse de la presidencia de Paraguay.

Las impulsa el movimiento Kuña Pyrenda, que puede traducirse igualmente como Plataforma o Huella de Mujer, nacido en octubre de 2010 por iniciativa de cinco mujeres que un mes más tarde eran 80 y hoy suman 1500 liderezas de diferentes sectores sociales. “No acostumbramos a hablar del futuro sino a construirlo, que es algo muy distinto”, responde sobre las posibilidades reales de la candidatura de dos mujeres sin padrinazgo en un país de “tradición patriarcal”.




Soto, de 49 años, renunció el 2 de marzo pasado como ministra de la Función Pública de su país para dedicarse a la campaña para las elecciones presidenciales que serán el 21 de abril de 2013. Si bien ponderan los “cambios iniciados” por el presidente Fernando Lugo, señala que deberán “continuarse, profundizarse y en algunos casos iniciarse” en un país de 400 mil kilómetros cuadrados con siete millones de habitantes, de los cuales el 35 por ciento vive por debajo de la línea de pobreza y el 17 por ciento en la extrema pobreza. Con elegancia, rechaza la denominación de oficialista. “Kuña Pyrenda se constituyó de manera autónoma, sin pedirle permiso a nadie para hacer este proceso y sin pensar en ser o no candidatas de alguien en particular. Con el presidente Lugo tenemos una relación sumamente cordial, respetuosa. Formé parte de su gobierno, que creo que en estos tres años y medio, y espero que culmine así, ha producido cambios importantes e iniciado procesos muy claves para lo que hace a la transformación social en nuestro país”, planteó Soto. Kuña Pyrenda no forma parte del Frente Guazú, que apoya Lugo, aunque planean iniciar negociaciones sobre temas programáticos.


Soto estuvo en la Argentina invitada por la embajada de su país en Buenos Aires. También llegó a Rosario, con la que tiene afinidades políticas por su gobierno socialista, pero también gratitud histórica. “Es una ciudad que acogió a toda mi familia materna; los cuatro hermanos de mi madre tuvieron que exiliarse en la revolución de 1947, ellos eran comunistas, y lo hicieron en Rosario. Tengo tíos, primos, primas acá”, relató.

La dupla de Kuña Pyrenda combina la historia de lucha urbana y campesina contra la larga dictadura de Alfredo Stroessner, que terminó en 1989, y los gobiernos posteriores, que Soto caracteriza como la “continuidad” del régimen, quebrada recién con el arribo de Lugo a la presidencia, en una amplísima coalición de fuerzas. “Magui Balbuena es un icono en nuestro país. Ella es una mujer que tiene una historia de lucha en el movimiento campesino muy larga. Tiene más de 60 años y empezó su militancia como a los 20. Fue perseguida, conoció la cárcel y el exilio. El movimiento campesino paraguayo se formó en el patio de su casa y luego hizo todo un proceso de lucha por los derechos de las mujeres, fundó la Coordinadora Nacional de Mujeres Trabajadoras Rurales e Indígenas de Paraguay y tiene un liderazgo muy claro tanto en lo que hace a las reivindicaciones campesinas como a la lucha por los derechos de las mujeres más excluidas de este país. Para mí es un honor que ella esté hoy en este proceso y que estemos juntas en esta construcción”, afirma Soto sobre su compañera de fórmula.

Ella también condensa una historia de resistencia: como estudiante, militó desde su ingreso a la Facultad de Medicina, en 1982, y fue presidenta del centro de estudiantes, además de formar parte de la Federación de Estudiantes Universitarios del Paraguay, que se opuso a la cooptación de la dictadura, durante diez años que define como “de destrucción y persecución del movimiento estudiantil independiente”. Cuando se recibió, continuó su militancia, esta vez en la Asociación de Médicos del Hospital de Clínicas, que participó en la formación de la Central Unitaria de Trabajadores. “Vengo de una familia que muy claramente tenía el pensamiento socialista incorporado; mi padre era del partido Febrerista, que históricamente está identificado con el socialismo en Paraguay, y era sindicalista también, era economista, trabajador bancario y sindicalista”, rememora Soto el origen de su compromiso, que cuando terminó la dictadura, en 1989, se plasmó en un movimiento independiente para gobernar la capital, Asunción, en el que ella participó como concejala. Cuando asumió Lugo, fue una de las cuatro ministras feministas que se incorporaron a un gobierno heterogéneo. A Soto le tocó ser secretaria de la Función Pública, mientras Gloria Rubin fue designada ministra de la Mujer, Esperanza Martínez en Salud y Liz Torres en Niñez.

Las cuatro fueron contundentes cuando el presidente Fernando Lugo afrontó denuncias por hijos no reconocidos. “Nos generó una posición muy firme al respecto, de plantearle al presidente y plantear públicamente el derecho del niño y de la niña a tener un padre reconocido. Nosotras lo debatimos con toda la sinceridad y no tuvimos ningún tipo de presión. Y digo nosotras porque fuimos cuatro mujeres feministas, las cuatro integrantes del gabinete, las que fuimos colocadas en el blanco de todo esto. Pero nuestra posición fue clara desde el principio. Si el presidente tenía una cuestión de paternidad irresponsable, tenía que hacerse responsable. Si no tenía la seguridad, tenía que hacerse el ADN. Y eso fue lo que hizo. Entendemos que él –ex sacerdote– formaba parte de una de las instituciones más patriarcales de la humanidad, que no era fácil la situación y que eso develó mucho lo que hace a la doble moral de una sociedad. Entonces pudimos discutir eso sin ningún tipo de cortapisas, sin ninguna censura”, afirma ahora, varios años después, Soto.

La candidata a la presidencia admite que “la sociedad patriarcal es muy fuerte en Paraguay y el machismo tiene expresiones, elementos de violencia intrafamiliar, doméstica, de género, que están muy extendidos y cada vez se visualiza más. Existe el concepto de que el lugar de las mujeres era la casa, el lugar de lo privado, el ámbito del cuidado y la reproducción, pero qué es lo que sucede con el proceso de cambio, que esto es muy fácilmente desmontable cuando vemos lo que las mujeres en realidad hacen en Paraguay, porque se ocupan del ámbito productivo, del reproductivo, hay más de 5000 movimientos de mujeres productoras, artesanas, que defienden los derechos de tal cosa, que se ocupan de los centros de salud, de la educación. La realidad es que las mujeres mueven diversos ámbitos en Paraguay, es una cuestión de hacer que eso sea visible”.

Y de esto se trata la dupla de Kuña Pyrenda. “Planteamos una restitución histórica: siempre hemos tenido duplas de hombres, entonces por qué no una dupla de mujeres. Esto constituiría en realidad un hecho de justicia para la participación política de las mujeres”, afirma Soto, quien también recuerda que su país “tiene una historia muy terrible con las presidencias y vicepresidencias. En general los vicepresidentes se convierten en los principales conspiradores de sus presidentes en pocos meses. Entonces nosotras decidimos construir todo lo que hace a Kuña Pyrenda con un proceso de discusión y de construcción de confianza para tener un equipo que se pueda plantear gobernar en condiciones de apoyo y soporte mutuo”. Como muestra, basta la actitud del actual vicepresidente, Federico Franco, que llegó a acusar a Lugo de “traición a la patria”.

Como suele ocurrir cuando las mujeres se organizan sin padrinazgo, las críticas arreciaron: una de ellas dice que la candidatura de Kuña Pyrenda le abrirá el camino para el triunfo de la derecha. “Nacimos hace menos de un año y medio, en 2010, primero como una conversación de cinco mujeres, 20 mujeres, al mes éramos 80, después éramos más de 100 y ahí decidimos hacer una planificación de qué queríamos como mujeres socialistas y feministas, y decidimos que queríamos gobernar nuestro país, con mujeres en los demás espacios de poder en condiciones paritarias. Esa extensión nos fue dando la pauta de que hay un espacio para la construcción. A los seis meses teníamos construcción en doce departamentos de los dieciséis que tiene el país, teníamos alrededor de 1500 mujeres líderes de diferentes espacios, lo que en Paraguay tiene mucha importancia”, rememora Soto, quien promete: “Iremos construyendo y seremos capaces de analizar cuál es la situación en su momento, una vez que hagamos todo el proceso de trabajo político y de expansión, vamos a tener las mediciones que nos digan cuál es la respuesta de la ciudadanía”.

A la hora de hablar de los proyectos de gobierno, Soto es muy prolija para deslindar los que ya fueron aprobados como la plataforma de Kuña Pyrenda y los que están en proceso de debate. Sobre los primeros, hace especial hincapié en la construcción de una política fiscal que le dé consistencia al Estado paraguayo, al tiempo que permita estrategias para industrializar el país. “Los tres impuestos que no tenemos y son básicos para Paraguay son el impuesto a la renta personal, el impuesto a la exportación de materias en estado primario y el impuesto al patrimonio. Son los tres impuestos directos clave para que se produzca un proceso de existencia de Estado. Cuando un país tiene menos del 14 por ciento de presión tributaria, difícilmente se pueda pensar que hay un Estado con capacidad para implementar las políticas adecuadas. Ese es un elemento clave de lo que hace a la transformación del modelo económico productivo”, apunta, al tiempo que señala la “soberanía alimentaria” como una de las claves del proyecto político colectivo feminista y socialista.

Aunque el tema no fue debatido aún por las integrantes del movimiento, Soto subraya su posición sobre la legalización del aborto. “Mi posición es pública hace mucho tiempo. La penalización sólo trae la muerte de mujeres que no tienen los medios para hacerse un aborto en condiciones seguras. En consecuencia, ése es un derecho de las mujeres a tomar las decisiones, que el Estado les debe garantizar las condiciones seguras. Esa es mi posición pública, escrita, y es lo que voy a discutir con las compañeras de Kuña Pyrenda, pero éste es un espacio participativo, de debate, no será solamente mi opinión la que prime. Sí espero que la mayoría de las compañeras tengan como un elemento fundamental un derecho de las mujeres y una posibilidad de que las mujeres que no tienen medios económicos no sigan muriendo por causa de abortos inseguros”. Asegura que es imposible que –como ocurrió con Dilma Rousseff en Brasil– puedan presionarla para que cambie esa posición antes de las elecciones.

Como candidata que es, Soto no hace bandera de las dificultades para hacerse de la presidencia. Y, en cambio, sabe que el contexto latinoamericano es parte de una trama que fortalece su candidatura. “El proceso de integración regional es indispensable para nuestras sociedades. Sí es importante la discusión en base a integración justa, que reconozca las asimetrías y en consecuencia brinde las posibilidades de que países como Paraguay tengan que ser apoyados. Creo que hoy hay en América latina un pensamiento que está teniendo cada vez más espacio, de la necesidad de que la exclusión no exista y ésa es una tarea conjunta, y la mayor parte de los gobiernos están con una tendencia de esas características. Eso posibilita mayores diálogos”, apunta la candidata, quien admite el valor que tiene “que haya existido una mujer presidenta en Chile (Michelle Bachelet), que hoy existan mujeres en Brasil, Argentina y que exista también una presidenta en Costa Rica, hoy por primera vez conviven tres presidentas en América latina y el Caribe. Por supuesto que es un elemento favorable al planteamiento de candidaturas de mujeres en Paraguay”. Claro que se imagina en una cumbre regional con Cristina Fernández de Kirchner y Dilma Rousseff. “Las mujeres podemos sentarnos a dialogar con varios elementos más de aquellos que se manejan en la política entre hombres. Y eso puede ser algo muy favorable para nuestra región”.

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