jueves, 15 de marzo de 2012

Sobre “hilo sin perlas”


ROSA ELENA PÉREZ

En estos días de grato ambiente cultural, concebido desde el ánimo de hacer confluir a todos los miembros de la sociedad en un espacio diverso, atractivo y asequible como el de la 8ª Feria Internacional del Libro efectuada en el Teatro Teresa Carreño, conseguimos la obra Como el hilo sin perlas. Viaje al universo poético de Enriqueta Arvelo Larriva, de Alicia Jiménez de Sánchez, publicado en 2011 por el Fondo Editorial Fundarte y galardonado con mención especial en el Premio Nacional de Literatura Stefania Mosca, género de ensayo, el año pasado en el concurso realizado por la Alcaldía de Caracas.
Lo primero que hay que distinguir en esta obra en torno a la vida y creación de esta poeta bariniteña es la fluida prosa que con sencillez delinea el perfil humano y el entorno pueblerino y familiar que rodeó a esta artista, aún escasamente valorada en nuestro país. Si hay una virtud en este ensayo es, pues, la contextualización histórica de la Barinitas de finales del siglo XIX y principios del XX hasta casi la primera mitad de ese siglo, lo cual contribuye a conformar una idea singular del ambiente que acompañó a la poeta y que, en cierta medida, la esculpió en su carácter e intereses.
El ensayo plasma, igualmente, una atmósfera afectiva en torno a un personaje sobre el cual se han construido arraigados mitos que Alicia Jiménez logra desmontar mediante algunos testimonios de coterráneos que la conocieron, así como a través de opiniones dadas por escritores amigos, en textos diversos, donde hablan de Enriqueta Arvelo Larriva. Así se aclara lo que, al parecer, es un malentendido: la vida callada y de carácter monacal que esta tenaz mujer supuestamente llevaba; revelándose, en consecuencia, la verdadera naturaleza de un ser marcado por la pérdida y el abandono, que no dejó doblegar su espíritu por el desconsuelo y que, en cambio, se mostró como alguien locuaz, alegre y enérgico que lograba mantener relaciones amistosas perdurables con gente tanto sencilla y de poca formación como muy culta.
En cuanto al estilo, la prosa de Alicia Jiménez da cuenta de un registro que abarca la sobriedad académica, el dato curioso y una delicada voz literaria que aparecen conviviendo a un tiempo en párrafos correctamente escritos y sorprendentes por la gracia que brota de su versatilidad.
Finalmente, el uso de los poemas de esta escritora a lo largo del ensayo resulta acertado porque este recurso completa el carácter híbrido del ensayo, al tiempo que da a conocer textos poco difundidos de una escritora de quien se dice fue fundadora del modernismo en nuestro país.



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