I
Todos estos días han estado marcados por el desarrollo de una nueva gira internacional, a la que denominé, hace unos días atrás, de un marcado carácter estratégico. Hemos cumplido con un extenso periplo que es fiel reflejo de nuestra visión geopolítica.
En lo que sigue, quiero ir desgranando algunas reflexiones sobre esta gira a la que considero de veras trascendente.
II
Te propongo, compatriota que me lees, que nos remontemos al año 1999: hace once años la Revolución Bolivariana, consciente de los desafíos que le tocaría enfrentar, iniciaba una audaz estrategia de política exterior en función de los supremos intereses de la Nación. Se trataba de cambiar radicalmente las reglas del juego: queríamos relacionarnos con todo el mundo y no con una parte de él. Desde un principio entendimos que, como dijera el gran pensador palestino Edward Said, "sobrevivir es hacer relaciones".
En realidad y en verdad, por aquel entonces, estábamos aprendiendo a caminar con nuestros propios pies en el escenario internacional. No se olvide que nosotros no teníamos una política exterior propia, soberana: nuestra política exterior se trazaba desde Washington.
Hoy podemos decir, con total certeza, que tenemos una política exterior consolidada: unas relaciones internacionales fortalecidas y diversificadas, como corresponde a un país que goza de la más plena independencia política y que tiene voz propia en el concierto de las naciones. Somos un gobierno real y verdaderamente soberano para tomar nuestras decisiones hacia dentro del país, y hacia afuera cuando actuamos en el mundo.
Esta nueva gira internacional ha sido una nueva y luminosa confirmación de que Venezuela existe. Hoy ya no estamos al nivel de hacer relaciones para sobrevivir: hemos pasado a la ofensiva y hacemos relaciones para acelerar la caída de la hegemonía imperialista y asegurar el luminoso surgimiento de un mundo en equilibrio y en paz.
Parafraseando unas sabias palabras del gran estadista egipcio Gamal Abdel Nasser: nosotros, hoy por hoy, comprendemos a cabalidad el lugar que ocupamos en el mundo y el cumplimiento de la misión que nos confiere la ocupación de nuestro factor lugar. Antes, cuando éramos una colonia petrolera yanqui, no podíamos elevar colectivamente a conciencia ni el factor lugar ni, mucho menos, la misión por cumplir.
III
Dos grandes ejes han definido a esta gira internacional: la cooperación energética y la construcción del nuevo mundo pluripolar. Ambos ejes están íntimamente unidos en nuestra visión y en nuestra praxis.
Hemos consolidado nuestras alianzas estratégicas con Rusia, Bielorrusia, Irán, Siria, Libia y Portugal. Igualmente, hemos iniciado un auspicioso acercamiento con Ucrania.
Detrás de cada uno de los múltiples acuerdos que hemos firmado en esta gira, no sólo está el empeño indeclinable de dignificar la vida de todas y todos los venezolanos, está, también, la encarnación de un nuevo modo de entendernos y ayudarnos en el ámbito internacional.
Tengo la certeza de que ha nacido un mundo nuevo: el mapa geopolítico es radicalmente distinto al de la última década del siglo XX o al de principios del siglo XXI.
Definitivamente, la unipolaridad ha dejado de existir. Nuestro deber es apurar el pleno nacimiento del mundo nuevo: un mundo pluripolar y equilibrado, en lo político, en lo económico, en lo social, en lo cultural, en lo militar, en lo geopolítico. Es el mundo al que se refería nuestro padre visionario Simón Bolívar: es el equilibrio del universo que nunca puede ni podrá hallarse en el seno de la guerra y de la discordia.
Urge un nuevo orden mundial: un orden en el que prevalezcan los reales intereses de los pueblos en lugar de seguirle dando preeminencia exclusiva al capital. Si el capital prevalece como fiel de la balanza internacional los poderosos se seguirán tragando las economías nacionales.
El nacimiento del mundo multipolar no debe hacernos cantar victoria antes de tiempo: existe una situación extremadamente difícil en lo económico, en lo financiero, en lo alimentario, en lo energético.
Recordemos aquella lúcida orientación del Che Guevara: "debemos ponernos uno, dos pasos delante del caos". Venezuela lo viene haciendo: estamos uno, dos, tres pasos por delante de este caos contemporáneo que es la crisis del capitalismo global.
En Europa, en Estados Unidos, en buena parte del mundo, los pueblos están padeciendo las terribles consecuencias del caos capitalista. Pero los nuevos poderes fácticos se encargan de ocultar sistemáticamente la realidad: las transnacionales de la comunicación son funcionarias del capitalismo y hacen lo posible y lo imposible para tratar de sostenerlo.
Hay cifras que hablan por sí mismas y son francamente aterradoras: somos 6 mil millones de personas en el planeta y más de mil millones pasan hambre. Por primera vez, en la historia de la humanidad, la cifra de hambrientos pasó de mil millones. Es la magnitud del caos en toda su crudeza.
Hay que ponerse las manos en el corazón, y no en los bolsillos, y preguntarse cuál es el sentido de seguir legitimando semejante caos, semejante desastre.
Desde el sitial del poder económico, los poderosos llevan más de un siglo reiterándonos con arrogancia: "imítennos y cumplan nuestros mandatos ", lo cual es otra manera de decirnos: sean complacientes y súmense al empobrecimiento indetenible de los pueblos y a la destrucción sin pausa del planeta.
Bajo las actuales condiciones, lo que se ha globalizado son las estrategias reproductivas del capital, junto con el aberrante patrón cultural que acaba garantizando la subordinación necesaria y así la pervivencia del criminal modelo capitalista. Dicho de otra manera: es la globalización de la pobreza y de la miseria. Y a quienes nos oponemos, las transnacionales de la comunicación nos convierten en forajidos y desestabilizadores del mundo. Por eso mismo, mientras más me ataquen, más iré a Teherán, más iré a Minsk, más iré a Damasco, para ratificar que somos y seguiremos siendo libres. Auténticamente libres, por ejemplo, para asumir, con el apoyo de Rusia, el camino del desarrollo de la energía nuclear con fines pacíficos.
IV
Hoy por hoy, la geopolítica contemporánea se está redefiniendo aceleradamente y nosotros somos parte de esta dinámica. Sin abandonar los espacios subregionales, estamos extendiendo y profundizando los lazos con naciones que comparten con nosotros la voluntad política de enfrentar decididamente a la hegemonía imperial. Se trata, entonces, de una praxis común, orientada por una ética compartida, que debe sobreponerse al viejo sentido de la territorialidad y comenzar a minar, desde distintos flancos, al sistema-mundo contemporáneo que se nos ha querido vender como el único posible.
Ciertamente, ya es verdaderamente imposible que el imperialismo domine al mundo: su declive es inexorable. Pero no es menos cierto que éste sigue siendo un tiempo de grandes amenazas: apuntalar con mayor solidez nuestras alianzas estratégicas con otros pueblos, tal como ha ocurrido en esta gira, es maximizar nuestra capacidad de respuesta.
Necesario es multiplicar, decimos con Bolívar, los esfuerzos sensibles y bien dirigidos para que prevalezca la causa humana, el mundo humano, la Patria humana.
Ya para finalizar, debo decir, con el mayor orgullo patrio, que hemos contribuido a que el mundo de hoy sea radicalmente otro con respecto al que era once años atrás: la multipolaridad ha comenzado a ser real y tangible.
Recordemos al padre Bolívar y comencemos a congratularnos por nuestros grandes logros: no se equivocó el gran visionario cuando, al fijar su imaginación en los siglos futuros, veía a Venezuela en el corazón del universo.
Cuando salgan estas líneas, debemos estar ya cruzando el Atlántico, rumbo a la amada Patria Venezolana.
Y vamos cantando, rumbo al Sur:
"Llevo tu luz y tu aroma en mi piel""
"Llevo en mi sangre la espuma del mar
y tu horizonte en mis ojos"
"Llevo en mi sangre la espuma del mar
y tu horizonte en mis ojos"
¡Venceremos!
*Presidente de la República Bolivariana de Venezuela y del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). hugochavez@presidencia.gob.ve . www.chavez.org.ve . @chavezcandanga (Cuenta en twitter).
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