Forma parte de la doctrina tradicional de los derechos humanos, la circunstancia que sólo los Estados pueden vulnerarlos, bien sea por acción u omisión. En función de esta premisa las Instituciones Nacionales de Derechos Humanos del continente, que forman parte del Estado no detentan el mandato constitucional para velar por los derechos humanos de las personas cuyos derechos hayan sido violados por empresas privadas.
Ya las Naciones Unidas sigue con preocupación el hecho de que son cada vez más frecuentes los casos en los que el accionar de las empresas privadas vulnera de manera particular o masiva los derechos humanos. En este sentido su Secretario General ha destacado a un representante que tiene la misión de estructurar una teoría que permita que el sistema universal pueda dar cabida a denuncias que impliquen este tipo de vulneraciones por parte de las empresas.
Con este mismo propósito se dieron cita todas las instituciones nacionales de derechos humanos en Edimburgo este mes de octubre para generar un marco de referencia que nos permita ampliar nuestro radio de acción más allá de las fronteras tradicionales de los Estados y Gobiernos.
Nuestra Defensoría incorporó en la Declaración final de países el hecho de que las privatizaciones de los servicios públicos pueden ser lesivas del derecho a la vida, si quien requiere del acceso a agua potable, electricidad, educación o salud no puede pagar. En efecto, la creciente ola de privatizaciones por diferentes Estados en el mundo priva de calefacción a los pobres que, en Europa, corren el riesgo de perder la vida en tiempo de invierno. O bien, del lado de esta latitud, ¿que será del destino de quienes no tengan la posibilidad de pagar el agua? ¿O aquel que requiera ser atendido por un galeno privado para salvar su vida? También enarbolamos una propuesta orientada a la instauración de sanciones si una empresa con su proceso productivo acidifica un río, deforesta o desertifica una comunidad.
La nota relevante es que esto ocurre con mayor frecuencia en los países pobres en un mundo en el que de sus 100 principales economías, 51 son transnacionales y sólo 49 son países. Los lapsos que normalmente toman estas discusiones pueden prolongarse a través de los años. Ojalá que cuando ello se concrete todavía tengamos un planeta para defender.
*Defensora del Pueblo de la República Bolivariana de Venezuela.
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