En cierta ocasión, una dama le preguntó al Che Guevara la procedencia de su apellido, probablemente tratando de vincularlo a alguna familia de abolengo. Este le respondió con su característica irreverencia: "De verdad, no sé de qué
parte de España es mi familia (...) No creo que seamos parientes muy cercanos, pero si usted es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo, somos compañeros, que es lo más importante".
Cuando mi hijo -que no lo conoció- me preguntó, tratando de consolarme, el motivo de mis lágrimas mientras miraba atónita la pantalla del televisor escuchando los reportes sobre su desaparición, le respondí que tenía razón al decir que no era mi amigo; era un insigne compañero. No era un hombre dado a la conversación fácil, y las veces que me acerqué a él para hacerle un planteamiento me escuchó atentamente con el ceño fruncido para darme una escueta opinión que yo adoptaba como consejo. Lo recuerdo siempre absorto en la lectura de algún libro, sobre el cual tomaba anotaciones que relacionaba de una u otra manera con las circunstancias que atravesaba el país. Una vez que tomaba la palabra en el Parlamento, quienes lo seguíamos en su verbo genuino y exento de lugares comunes aprendíamos cuán potentes pueden ser las palabras en la defensa de una idea.
Presumo que el pueblo que se apostó pacientemente en las afueras de la Asamblea Nacional, formado en largas filas para darle el último adiós, sintió la pérdida de un compañero entrañable que supo conjugar prédica y práctica.
Willian Lara fue uno de los arquitectos que contribuyó a plasmar el pensamiento del pueblo en la Constitución de 1999 y más tarde se destacó por ser su más ferviente defensor ante quienes la atacaron de manera inmisericorde hasta fraguar un golpe de Estado. También en esa coyuntura demostró el poco miedo que le tenía a la muerte cuando desafió la violencia de los golpistas encarándolos como presidente de la Asamblea Nacional. Una frase atribuida al escritor Diderot declara que "la inmortalidad es una especie de vida que adquirimos en la memoria de los hombres".
Willian Lara vivirá en el afecto de un pueblo que supo reconocerse en su voz.
Presumo que el pueblo que se apostó pacientemente en las afueras de la Asamblea Nacional, formado en largas filas para darle el último adiós, sintió la pérdida de un compañero entrañable que supo conjugar prédica y práctica.
Willian Lara fue uno de los arquitectos que contribuyó a plasmar el pensamiento del pueblo en la Constitución de 1999 y más tarde se destacó por ser su más ferviente defensor ante quienes la atacaron de manera inmisericorde hasta fraguar un golpe de Estado. También en esa coyuntura demostró el poco miedo que le tenía a la muerte cuando desafió la violencia de los golpistas encarándolos como presidente de la Asamblea Nacional. Una frase atribuida al escritor Diderot declara que "la inmortalidad es una especie de vida que adquirimos en la memoria de los hombres".
Willian Lara vivirá en el afecto de un pueblo que supo reconocerse en su voz.
*Defensora del Pueblo de la República Bolivariana de Venezuela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario