Concluido el proceso electoral regional venezolano, y superado el riesgo que desde cualquiera de los sectores políticos enfrentados en nuestro país se nos etiquete y descalifique de alguna forma, siento un deber moral patrio de hacer un reclamo puntual a las actuales autoridades de la entidad y a toda su comunidad, por ser ellas en quienes recae la condición de herederas absolutas, aunque lo ignoren o no lo quiera asumir, de la cultura material y espiritual legada tanto por las generaciones pasadas como por las que construyen el presente.
Debo empezar por decir que Coro parece estar atravesando uno de los peores momentos de su existencia como ciudad. Ciertamente que hay una situación de afectación de la tranquilidad del vecindario que ha sido provocada principalmente por el fenómeno natural de la intensa y continua lluvia que ha estado cayendo en toda la zona de Falcón por más de veinte días y la cual no nos es posible evitar a los seres humanos. No obstante, en los estragos que esta circunstancia ha estado ocasionando a toda la población y a sus bienes patrimoniales, es innegable la evidente responsabilidad que en los mismos también tienen quienes ejercen funciones de gobierno comunitario, municipal, estadal o nacional. Por ejemplo, ¿Cómo evitar que una obra mal construida no sea arrasada por un aguacero o por cualquier otro inesperado evento físico? ¿Cómo impedir que las obras de arte de museos y documentación de archivos y bibliotecas no corran riesgo alguno, si las edificaciones en donde se custodian no son adecuadas y se encuentran en pésimas condiciones? ¿Cómo proteger la heredad histórica regional, sino existen políticas de Estado traslucidas en programas concretos de educación comunitaria para su defensa y preservación? ¿Cómo conservar la riqueza cultural falconiana, si ni siquiera los distintos niveles gubernamentales la asumen en la práctica como parte importante de su gestión?
Por esta razón, dentro de la orientación presidencial de la necesaria crítica y autocrítica para impulsar radicalmente los cambios estructurales en nuestro país, se debe incluir de forma urgente la propuesta de la revisión, rectificación y reimpulso en este sector cultural que involucra inevitablemente a una cuestión de soberanía, soportada en la defensa de la memoria histórica y de la identidad venezolana y sin cuya atención es imposible garantizar ningún proceso de formación del nuevo ciudadano, capaz de convivir con valores de solidaridad y paz universal y con un entrañable amor por su terruño, su región, su país, América y el Caribe. Es decir, que posea la disposición y condición moral y educativa que le permita superar la alineación cultural impuesta desde la invasión y conquista imperial europea e imperialista norteamericana, para que de esta forma trascienda aquella lapidaria expresión del escritor Octavio Paz, según la cual, “Los latinoamericanos, de tanto querer parecernos a los demás, hemos terminado sin parecernos a nosotros mismos”.
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