martes, 9 de febrero de 2010

Farruco, un ministro de otra época.


Manuel Robinson

Sólo haré un único y necesario comentario, las conclusiones sáquelas Ud.: Sorprende mucho que cuando el Presidente llama a profundizar la revolución, a avanzar en la participación popular, a construir el socialismo y ordena que en su gobierno nadie negocie con la burguesía, uno de sus ministros, recién nombrado, haga un llamado contrario a este postulado. Además lo hace desde su columna en EL CORREO DEL ORINOCO.

Veamos que dice en su columna del 4 de febrero el Sr. Francisco Sesto. Primero habla genéricamente del Poder Popular, pero lo que desarrolla de inmediato es que hablará con los intelectuales y artistas oposicionistas. ¿Quiénes son esos? ¿Todavía hay alguno que no haya atacado a nuestro pueblo y a la revolución? ¿Acaso hay artistas e intelectuales vírgenes? ¿Acaso esos artistas e intelectuales ya no tienen bastante tribuna con el dinero de la derecha? ¿Cuáles pueden ser esos proyectos de interés mutuo que puede desarrollar nuestro gobierno anticapitalista con los intelectuales y artistas de la derecha? ¿Por qué, más bien, no se propone el ministro de la Cultura del gobierno de Chávez, dedicar todo su tiempo y los recursos públicos que él administra a construir la hegemonía del pueblo?

PD. Los subrayados y negritas son nuestros.

Retorno

En el trabajo de caracterización de la derecha venezolana que pacientemente voy haciendo cada jueves a través de esta columna, hoy no puedo dejar de referirme a un evento inesperado.

El martes el Presidente Chávez anunció mi retorno al Ministerio de Cultura. Es decir, al Ministerio del Poder Popular para la Cultura. Eso del Poder Popular es importante y nunca hay que olvidarlo. No es un eslogan. Es un principio. Es el componente ideológico básico en este hermoso proyecto de transformación.

Ahora me va a tocar relacionarme institucionalmente, es decir, desde un cargo oficial, con todos los venezolanos y venezolanas a quienes debe alcanzar la gestión cultural y, de un modo muy particular, con los intelectuales y artistas, entre los cuales una parte a tener en cuenta es oposicionista.

Como en cualquier paisaje humano allí hay de todo. Gente sensata con la que se puede hablar, trabajar, y hasta desarrollar proyectos de interés mutuo. Y así lo haremos. Gente con la que se puede establecer una buena polémica que, como ellos mismos saben, en lo personal nunca rehúyo cuando el tema vale la pena. Bien, espero que podamos hablar y discutir con altura. Pondré mi voluntad y buena fe en ello. Me gusta la batalla de las ideas.

Pero también hay algunos oposicionistas, obcecados y obsesivos, que de nuevo abrirán fuego y nos llamarán censores, estalinistas, comisarios, y todas esas pendejadas producto del odio y el fanatismo oposicionista. A ellos les aseguro que no les daré tregua.

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