jueves, 5 de marzo de 2009

Santos pretende desatar el infierno de la guerra preventiva en la región.

Hernán Mena Cifuentes

Sólo una mente torcida como la del ministro de Defensa colombiano, Juan Manuel Santos, puede anidar la idea de desatar el infierno de un conflicto bélico en la región, aplicando la demencial Doctrina de la Guerra Preventiva, aberración del Derecho Internacional y negación de principios éticos y morales impuesta en un momento sombrío de la historia por el paranoico George Walker Bush en vano intento por frenar las ansias de libertad de los pueblos oprimidos. Y es que Santos, en otro de sus locos desvaríos, planteó el pasado lunes esa modalidad perversa que se ajusta perfectamente a la amoral política de seguridad democrática que desarrolla el régimen del presidente Álvaro Uribe Vélez, frente a los combatientes guerrilleros de las FARC y el ELN, expresando que “golpear a los terroristas, aunque estos no se encuentren en su territorio, es un acto de legítima defensa y una doctrina cada vez más aceptada por la comunidad y el derecho internacional”. Tan grave como lo peligroso que su planteamiento representa para los países vecinos de Colombia, es la mentira que encierra su declaración, pues la doctrina de la Guerra Preventiva ha sido impuesta únicamente en Irak y Afganistán por EEUU, lo mismo que los sionistas, que la han puesto en práctica con los asesinatos selectivos de combatientes palestinos, y el régimen de Uribe Vélez, que la viene aplicando reiteradamente con los “falsos positivos” causa de muerte de miles de inocentes, y con la artera incursión militar perpetrada por el ejército colombiano dentro del territorio de Ecuador. Santos escogió para plantear su obscena propuesta, precisamente el día que se cumplía el primer aniversario de aquel crimen de lesa humanidad que culminó con el asesinato del mítico guerrillero Raúl Rey, de otros 19 combatientes de las FARC, cuatro estudiantes mexicanos y un ciudadano ecuatoriano, olvidando que en la memoria colectiva de los pueblos de América Latina y el Caribe, quedó grabado para siempre ese crimen, condenado por sus gobernantes en la XX Cumbre Presidencial del Grupo de Río. De la misma manera, el presidente de Ecuador, Rafael Correa y el de Venezuela, Hugo Chávez Frías, a través de la cancillería, han rechazado de la forma más enérgica, el planteamiento del ministro colombiano que pretende darle validez a la inhumana doctrina de La Guerra Preventiva, recordándole que en la Cumbre de Río, quedó plenamente establecido que los pueblos de América Latina jamás aceptarán a esa diabólica criatura que engendró la enfermiza mente de Bush a raíz de los atentados del 11 de septiembre. Allí está, por si acaso Santos pretende ignorarlo, el Texto de la Declaración suscrita por los mandatarios de 19 naciones miembros del organismo, (ahora son 20 con la reciente incorporación de Cuba) que en nombre de sus pueblos condenaron la ilegal incursión del ejército y la polIcía (militarizada) de Colombia en territorio ecuatoriano, la cual destaca en uno de sus once puntos, lo siguiente: “Rechazamos esta violación a la integridad territorial de Ecuador, y por consiguiente reafirmamos el principio de que el territorio de un Estado es inviolable y no puede ser objeto de ocupación militar ni de otras medidas de fuerza tomadas por otro Estado, directa o indirectamente, cualquiera fuera el motivo, aún de manera temporal.” El documento expresa igualmente de manera clara y contundente, la culpabilidad del régimen de Uribe Vélez por ese acto violatorio de las más elementales normas y principios del Derecho Internacional y registra las disculpas ofrecidas por el mandatario colombiano como responsable de la criminal acción, señalando: “Tomamos nota con, satisfacción, de las plenas disculpas que el Presidente Álvaro Uribe ofreció al gobierno y al pueblo de Ecuador, por la violación del territorio y la soberanía de esta hermana nación el primero de marzo de 2008, por parte de la fuerza pública de Colombia”, y señala más adelante con meridiana claridad: “Registramos también el compromiso del presidente Álvaro Uribe en nombre de su país de que ESTOS HECHOS NO SE REPETIRAN EN EL FUTURO BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA, en cumplimiento de lo que disponen los artículos 19 y 21de la Carta de la OEA.” No obstante, este compromiso, que tuvo por testigo al mundo entero, resulta ser sólo “letra muerta”, para el prepotente y soberbio Juan Manuel Santos, quien insiste en aplicar la monstruosa doctrina de la Guerra Preventiva, en abierta desobediencia a las leyes y al mandato de los pueblos y gobiernos miembros del Grupo de Río, de los que se burla descaradamente con la mentira de que ese engendro es “aceptado cada vez más por la comunidad y el Derecho Internacional.” Sin embargo, para el observador acucioso, conocedor de la naturaleza perversa y revanchista del fascismo, lo más grave del caso, es el hecho, de que, lo que a simple vista parece ser la irresponsable y sádica conducta de un alto funcionario que plantea una acción de esa naturaleza al tiempo que califica como un acto de heroísmo el crimen perpetrado hace un año, en realidad se trata de un globo de ensayo dirigido a explorar la posibilidad de “resucitar” el plan de guerra que fue frustrado en la Cumbre del Grupo de Río, por la oportuna intervención del presidente venezolano, Hugo Chávez Frías. Porque lo cierto es que el objetivo que Washington perseguía con la violación del territorio ecuatoriano por parte del vasallo ejercito colombiano, además de asesinar a un grupo de guerrilleros, era encender las llamas de una guerra fraticida en la región, macabro proyecto que se inscribe en el marco de los planes que el Imperio ha diseñado para lanzarse desde su cabecera de playa que es Colombia, a la conquista de la Amazonía para adueñarse de su ingente riqueza de petróleo, agua, plantas y animales medicinales y demás recursos naturales. Al parecer todo había sido fríamente calculado, pues los estrategas políticos y militares yanquis y sus secuaces del Estado colombiano, pensaron que Ecuador, respondería con una declaración de guerra, generando así una reacción en cadena de violencia bélica que arrastraría a la vecina Venezuela a las llamas de un conflicto que progresivamente se extendería a toda la región, lo cual abriría las puertas para la intervención militar de EEUU, usando como siempre la excusa de que lo hace para proteger sus intereses. Pero, en medio de aquel escenario de violencia verbal suscitado en el seno de la cumbre presidencial de Río, surgió la voz del presidente Chávez para apagar con su mensaje conciliador llamando a frenar la amenaza de la avalancha bélica que, auspiciada por el Imperio y su secuaz colombiano atentaba contra la paz en América Latina y el Caribe, y, con el apoyo de otros gobernantes progresistas, llamó a la serena reflexión y se evitó la guerra. Ahora, otra vez vuelven a sonar los tambores de la guerra, golpeados con frenético ímpetu por Santos, quien repite el mensaje de terror de Bush, demente fracasado que dejó como herencia sólo ruina, desolación y muerte en el mundo al ejecutar la Doctrina de la Guerra Preventina”, aberración del Derecho internacional y negación de los principios éticos y morales que rigen a la sociedad humana, que se devolvió como bumerang contra su propio pueblo por efecto de esas guerras cuyo costo incidió en la crisis económíca y financiera y que ha llevado al país a una profunda recesión. Santos, como sus amos fascistas, pensaron que aquel monstruoso primer intento de hace un año con el que se pretendió sembrar la guerra entre hermanos, había sido olvidado, pero no era así, porque, Venezuela y Ecuador, respondieron otra vez, como lo hicieron en la Cumbre de Río, junto con todos sus hermanos, rechazando a ese engendro del Imperio, sobre cuya aceptación miente el ministro, al afirmar que “es un acto de legítima defensa y una doctrina cada vez más aceptada por la comunidad internacional”. “Señor Santos, -le ha dicho el mandatario ecuatoriano- no se meta con Ecuador, no cometa ese terrible error, pero si su criterio es perseguir y atacar terroristas en cualquier lugar, le puedo dar algunos libros para que sepa donde comenzar persiguiendo terroristas y narcotraficantes, para que empiece por casa.” Por su parte, la República Bolivariana de Venezuela, a través de un Comunicado emanado de la cancillería, “expresó su rechazo y suma preocupación por las declaraciones del ministro colombiano JMS y las considera una amenaza a la estabilidad y soberanía de los países de la región”. “El ministro Santos, -agrega el documento- incurre en un grosero desconocimiento del consenso alcanzado de forma unánime en la región tras la firma de la Declaración de los Jefes de Estado y de gobierno del Grupo de Río el pasado 8 de marzo de 2008 en Santo Domingo,” recordándole al taimado mentiroso funcionario que en esa cita presidencial, quedó ratificado y plenamente consensuado el principio del Derecho Internacional que establece: “El territorio de un Estado es inviolable y no puede ser objeto de ocupación militar ni de otras medidas de fuerza tomadas por otro Estado, dircta o indirectamente, cualquiera fuera el motivo, aún de manera temporal.” Con respuestas tan categóricas oportunas como esas, se ha derribado una vez más el andamiaje de la macabra conjura levantado por el Imperio y sus secuaces del Estado terrorista colombiano que pretendían encender las llamas de una guerra fraticida, aplicando la macabra doctrina de “La Guerra Preventiva”, engendro que EEUU desplegó sobre Irak y Afganistán, que Israel ha desatado con los “asesinatos selectivos” en Palestina y que Uribe y su ministro de Defensa pretendían lanzar sobre la región. Ahora, los pueblos sólo esperan que esos traficantes de la muerte, como el Imperio, que ha destruido y sigue destruyendo vidas en el mundo, y el Estado terrorista de Colombia, que ha segado y continúa segando vidas de miles de colombianos, aprendan la lección que se les dio en la Cumbre del Grupo de Río y reflexionen sobre el contenido de los mensaje enviados por el presidente ecuatoriano y el gobierno venezolano, y cesen en su empeño genocida de desatar la pesadilla de una guerra fraticida en la región.

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