lunes, 30 de marzo de 2009

De adioses y hasta luego.

Mariadela Linares

En esta semana triste Stefania Mosca nos dijo adiós. De tanto compartir espacios entre las páginas de este periódico (Últimas Noticias), uno termina siendo amigo sin serlo, cómplice sin siquiera habernos presentado, compinche de pensamientos y solidario en las emociones. La primera vez que la vi, y supimos ambas la una de la otra, nos abrazamos e intercambiamos carcajadas, porque nos resultaba risible que lleváramos tanto tiempo conociéndonos sin habernos visto nunca. Esta maravillosa aventura de hilvanar ideas y, en su caso, de construir con las palabras hermosas prosas cargadas de poesía, lo conduce a uno a levantar puentes imaginarios con aquellos con quienes siente identidad. A los que incursionamos en los rincones de este diario, en estos tiempos de política alborotada, nos toca caernos a trompada limpia, frase a frase, renglón por renglón, hasta encontrar alguna afinidad en los vericuetos de las columnas. Los lectores no saben que los articulistas casi nunca nos vemos, pero peleamos entre líneas en silencio, las más de las veces. Las otras, las menos, nos solidarizamos, nos hacemos amigos, también calladamente, y nos encontramos de pronto convertidos en camaradas de la subversión del pensamiento y la irreverencia de la palabra. Me declaro seguidora fiel de los escritos de Stefania. Y me alegro mucho de aquel abrazo de la primera vez y de aquella risa cómplice que nos unió. Stefania, la escritora, se desparramaba con fluidez sobre el teclado y lograba el prodigio de que de sus letras salieran sentimientos, y que la ideología, convertida en verbo creador e impulsor, tomara vigor con la fortaleza y la convicción de quien es revolucionario cabal y, por tanto, ejemplo a seguir entre tanta mente confundida. Nos deja una lección de entereza y humildad, de lucha y de compromiso. La vida está llena de paradojas incomprensibles y por eso nos corresponde hoy despedirnos de este espacio, en un por ahora que no será muy largo. Es un simple hasta luego, con la promesa del retorno. El de Stefania, cuánto lo lamentamos, es un adiós que tiene el sabor amargo de la eternidad y la enorme frustración del por qué no respondido. ¡Hasta siempre compañera!
Mlinar2004@yahoo.es

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