Alba Mary Delgado Cuicas
Las comunidades rurales en nuestro país desde los años 60 reciben la atención de extensionistas, que con limitado éxito hemos llevado nuestros conocimientos y aprendizajes, con la pretensión de cambiar o transformar la realidad rural.Tradicionalmente, la función de la extensión ha sido transferir los conocimientos y aprendizajes adquiridos en la universidad hacia el mundo campesino, sin mayor preocupación por la dimensión social, económica, ecológica y cultural, desconociendo así su racionalidad y conocimiento. Ha existido la obsesión por una oferta tecnológica determinada, ejecutada con bastante rigidez, catalogando erróneamente a los productores que no quieren adoptar el paquete entero como “resistentes al cambio”.Cuando me inicié en PRODETEC2 a finales de los años 80, donde ejercía funciones como supervisora de agentes de extensión, manifestábamos preocupación por los problemas sociales que afrontaban los productores que atendíamos y sus familias; y se nos decía que ese era un problema que debían resolver otras instituciones y que el nuestro era aumentar la producción. En la actualidad en PROSALAFA II3, hemos avanzado en una atención integral, donde se consideran los aspectos sociales, económicos y ambientales, sin embargo, aun persiste entre nosotros esa actitud de creernos dueños de la verdad.Los extensionistas desarrollamos una actitud paternalista, creemos que poseemos la fuente del verdadero conocimiento agrícola, por tanto pretendemos guiar y dirigir la acción hacia objetivos y métodos que las comunidades rurales no son capaces de entender. Nos consideramos maestros de personas no desarrolladas o con bajo nivel de comprensión, desconocemos o poco nos interesa tomar en consideración el bagaje cultural, experiencia, saberes, vida y raíces de nuestros campesinos y campesinas. Aún muchos de nosotros tenemos el prejuicio que lo único válido es el conocimiento científico académico, y sino superamos esa idea – desaprendemos - no podremos construir soluciones e interactuar de forma colaborativa en el contexto, en las lógicas y en los tiempos de las propias comunidades rurales y de las personas que allí habitan.Argumenta, Paulo Freire en su ensayo titulado ¿Extensión ó Comunicación? publicado en 1973, que “la labor del extensionista no debería ser persuadir a campesinos a que acepten ideas o nuevas prácticas, sino que el extensionista debería establecer con los agricultores una comunicación en dos sentidos, es decir, un diálogo con ellos hacia la búsqueda de una transformación social”. Estamos llamados a desarrollar nuevas alternativas de comunicación que rompan con los esquemas tradicionales, que fomenten el protagonismo de campesinas y campesinos para de esa manera construir con ellos nuevas acciones en sus procesos de desarrollo.En este proceso de cambio que vive el país y el mundo, los extensionistas debemos cuestionar nuestra forma de actuar en las comunidades rurales, entender que el centro de desarrollo es la gente, sus familias y sus comunidades. Desaprender los prejuicios y viejos esquemas los cuales han convertido a la gente en un objeto y no en sujetos de la acción. No agradar al director, gerente o administrador, es agradar a nuestras comunidades rurales, lo que toca su sensibilidad, sus emociones y estimula el cambio voluntario, porque al fin y al cabo son la razón de ser de nuestra acción.Si los extensionistas aspiramos transformar la realidad rural, tenemos que empezar por asumir el reto de transformar primero nuestra vida personal y profesional, mejorando nuestra capacidad de comunicación y de construir conocimiento junto a los campesinos y campesinas. Lair Ribeiro4, señala que “un buen comunicador es el que logra entrar en el mundo de otra persona y establecer con ella una conexión perfecta y una comunicación perfecta”.Para que los extensionistas entremos en el mundo rural y podamos influenciar de manera positiva a campesinos y campesinas, tenemos que estudiar ese mundo rural con detalle, conocer su cultura, principios, valores, símbolos, el significado de sus palabras, sus señales al comunicarse, sus anhelos y aspiraciones. Para lograr una comunicación perfecta e influir, necesitamos una adecuada apariencia para causar una buena impresión, el apretón de manos para trasmitir simpatía y confianza, familiaridad con el nombre del interlocutor, saber escuchar y mostrar interés, el tono de voz junto a la postura corporal, los gestos y el contexto psicológico. Mientras más nos identifiquemos con los campesinos y campesinas, seremos más eficaces en la comunicación.Lo más importante de todo esto, es desarrollar la capacidad de observación para poder entender el comportamiento de las personas y poder descifrar las diversas formas de ejercer influencia sobre ellas. También, es esencial saber escuchar, pues el proceso de comunicación ahora se va construyendo a partir de ese dialogo, donde los emisores son receptores en ocasiones y los receptores son emisores en otra. Asumamos el reto, empecemos por desaprender y abrirnos a nuevos conocimientos, a nuevas formas de actuar, solo así, lograremos contribuir de manera significativa a la transformación de nuestro país.
albamdelgado@hotmail.com
martes, 24 de marzo de 2009
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