sábado, 14 de marzo de 2009

Los Sindicatos de la Cuarta tienen sus días contados.

Alexis Adarfio


Estamos viendo como gran parte de la masa de sindicalistas venezolanos, unos más “profesionales” que otros, de distintos colores partidistas, pero con ideología uniforme, entró en convulsiones, pataleos y delirios, producto de los siete minutos que el presidente Chávez le dedicó a las Empresas del Aluminio durante su visita a Ciudad Piar o Ciudad del Acero en el Estado Bolívar. Particularmente creo que estamos en el principio del fin de los Sindicatos de la cuarta. Quienes vamos rumbo a la Venezuela Socialista, tenemos la obligación de interpretar ese cuadro clínico con enfoque revolucionario.
Iniciemos el diagnostico con algunas preguntas:
¿Cuáles puntos atacó Chávez en esos siete minutos?
Qué figura describió Chávez como blanco de ataque?
¿Por qué es solo la cúpula sindical la que entró en convulsiones?
¿Qué entienden por revolución los chavistas que están en convulsión?
¿Qué dice la inmensa mayoría de los trabajadores y trabajadoras que la cúpula sindical les ha quitado la voz?
Mi comandante Chávez dirigió el ataque, fundamentalmente, contra la corrupción en la venta de aluminio, contra el despilfarro que significan los “beneficios económicos” de los trabajadores y contra la corrupción en la estructura sindical en el aluminio y mas allá.
Por ahora, solo vamos a tocar el tema sindical, buscando las razones por las cuales mi comandante Chávez identificó ese “aparato” como un blanco de ataque en esta fase de la revolución bolivariana.
Desde una perspectiva critica, el ataque al aparato sindical vigente se origina porque:
1. La mayoría mantiene las nefastas prácticas sindicales impuestas desde el año 1936: Discurso, cúpulas, gangsterismo, sicariato y venta de reportes entre otros vicios. Siguen “navegando” con las cartas de la CTV.
2. Generan parcelas entre los trabajadores: Sindicatos de obreros, Sindicatos de empelados, Sindicatos campesinos, Colegios Profesionales.
3.No Luchan por el Ambiente del Planeta, ni por las condiciones morales en el país, tampoco por la soberanía productiva. Resumen su lucha a pedir cuatro lochas que siempre terminan en los bolsillos capitalistas que venden carros, seguros y títulos universitarios.
4. Están divorciados del resto del pueblo trabajador y no les importa las necesidades más allá del portón. Cabe analizar la situación del HCM donde el Estado paga grandiosas sumas de dinero, suficientes para construir un hospital universitario cada mes.
5. No asumen el salario social y la distribución de excedentes como alternativa revolucionaria ante el sueldo y los bonos que aún mantienen “encantados” a los trabajadores.
6. No se incorporan al proceso productivo con los lineamientos de la revolución: Cogestión y Autogestión.
7. No forman a sus agremiados en el Proyecto Bolivariano, como el Plan Nacional Simón Bolívar (2007-2013)
8. No quieren entender que estamos en la revolución y que el objetivo estratégico es convertir el sindicato en un medio de formación y difusión del nuevo modelo productivo que sustenta la república. Un instrumento para la transformación de las relaciones de producción, propiedad y poder que incline la balanza hacia el pueblo.
9. No han entendido que desde el 15 de Diciembre de 1999 hay una constitución que se fundamente en la Democracia Participativa.
10. No han entendido que Chávez está profundizando la revolución.
11. No reconocen que las empresas públicas son de todos los venezolanos y con ellos hay que compartir los excedentes.
12. Conviven con la corrupción. Son incapaces de utilizar la fuerza con que pelean por un bono para sacar a patadas los corruptos de las empresas básicas: los que se roban el aluminio, los que cobran comisiones, hasta las que se hacen las tetas y las nalgas o se cambian de sexo con el HCM que paga el gobierno con los reales de todos los venezolanos.
Por esas y otras razones mi comandante Chávez desenvaino la espada de Bolívar, el Libertador.

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