Eva Golinger
Fue a finales del año 2005 que la Embajada de Estados Unidos en Venezuela, bajo la jefatura del entonces embajador William Brownfield (ahora embajador de Washington en Colombia) inauguró la primera de lo que serían cuatro sedes de “consulados virtuales” o lo que llaman “American Corners” en América Latina. No son típicas sedes diplomáticas, ya que no cuentan con ninguna autorización por parte del Ministerio de Relaciones Exteriores en los países donde están ubicadas, y tampoco ofrecen servicios a los ciudadanos estadounidenses residenciados en ése país. Documentos recientemente desclasificados bajo mis investigaciones del Departamento de Estado, explícitamente destacan que éstos “rincones americanos” tienen como propósito facilitar el diálogo y la relación “sin filtros” entre la Embajada de Estados Unidos y el pueblo venezolano. En una clara flagrancia de la ley internacional y particularmente el Convenio de Viena sobre Relaciones Consulares, Washington intenta sobrepasar la autoridad del gobierno venezolano para poder establecer una relación bilateral directamente con sectores de la sociedad venezolana. Desde la llegada del Presidente Chávez y la Revolución Bolivariana al poder en el 1998, Washington ha intentado socavar la democracia venezolana a través de diferentes acciones desestabilizadoras, incluyendo el golpe de abril 2002, el sabotaje económico y petrolero del 2002-2003, guarimbas, intervenciones electorales, guerra mediática y un constante flujo de dólares a los grupos violentos y anti-democráticos de la oposición. Entonces, cuando la Embajada de Estados Unidos busca establecer una relación “sin filtros” con el pueblo venezolano, no se puede ver de otra manera sino con las mismas intenciones de siempre; su objetivo sigue siendo el derrocamiento del Presidente Chávez y la destrucción de la Revolución Bolivariana. Oficialmente, los American Corners (Rincones Americanos) son programas de asociación entre la Embajada de Estados Unidos y ciertas instituciones locales que crean espacios pequeños, o “rincones”, con acceso a información sobre los Estados Unidos a través de Internet, libros y documentales producidos por el Departamento de Estado (DOS). Su propósito es crear una suerte de “consulado virtual” que no esté formalmente patrocinado por el gobierno de Estados Unidos sino por una organización, asociación, escuela, biblioteca o institución local. En realidad, los American Corners constituyen otro instrumento de propaganda de Washington que no sólo funciona como rampa de lanzamiento para la guerra psicológica, sino también para subvertir y violar las regulaciones diplomáticas estableciendo sitios de acceso “consular” en una nación, sin la autorización del gobierno anfitrión. Los Corners son supervisados de cerca por el Departamento de Estado, quien mantiene un registro de su eficacia. El concepto de los American Corners fue creado en la década de los 90 e inaugurado en Rusia. La idea era preservar los avances alcanzados y el trabajo realizado durante la Guerra Fría y lograr que la presencia de Washington pasara inadvertida en Rusia, con el objetivo de garantizar que la propaganda estadounidense siguiera influyendo sobre la opinión pública. En el 2002, la Oficina de Diplomacia y Asuntos Públicos del Departamento de Estado amplió el programa de American Corners, y hoy existen más de doscientos a nivel mundial. La mayoría de ellos se ubicaron en naciones de Europa Oriental, como Bulgaria y Polonia; en asiáticas como Uzbekistán, Kirguistán, Turquía, Pakistán, Afganistán, Indonesia y Bangladesh; y en países del Oriente Medio, incluido Omán, entre otros. Venezuela es la primera nación de América Latina que forma parte de este programa. El 9 de diciembre del 2005, el entonces Embajador William Brownfield, inauguró el primer American Corner en la ciudad de Barquisimeto, Estado Lara, ubicado dentro del Colegio de Abogados de esa región. Durante los próximos seis meses, se inauguraron tres otros de éstos consulados ilegales en las ciudades de Margarita, Maturín y Lecherías (edo. Anzoátegui), casi todos ubicados en los Colegios de Abogados regionales, menos en Lecherías, en donde fue prestado un espacio dentro de la alcaldía municipal. Según los documentos recientemente desclasificados, que incluyen una séria de contratos entre la Embajada de Estados Unidos en Venezuela y los anfitriónes, y otros informes sobre el funcionamiento de éstas sedes diplomáticas no autorizadas, los American Corners en Venezuela reciben su financiamiento de la división de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado y de la Embajada. De hecho, las entidades anfitriónes, como los colegios de abogados o alcaldías municipales, firmaron contratos con la Embajada y reciben dinero del Departamento de Estado. Éste hecho las convierte en actores de Washington, financiadas y supervisadas por un gobierno extranjero que ha mantenido una postura agresiva contra el gobierno venezolano durante la última década. Los contratos entre la Embajada y sus anfitriónes venezolanos son de diez años renovables y obligan al anfitrión de proporcionar espacio “de la entera satisfacción” de la Embajada “para dar cabida a El Corner, incluyendo sus colecciones de materiales impresos y electrónicos, su acceso público a Internet, y demás programas y actividades relacionados…” Luego, el contrato destaca que la Embajada proporcionaría “…a El Corner una colección básica impresa y en CD-ROM sobre los Estados Unidos…A discresión de PAS [la sección de asuntos públicos de la Embajada] y con la asesoría de La Biblioteca, PAS seleccionará y comprará nuevas publicaciones impresas y electrónicas para incorporarlas a la colección de El Corner, sobre temas relacionados con: economía, gerencia, negocios, estudios estadounidenses, enseñanza del idioma inglés, ciencias políticas, derecho y sociedades democráticas. PAS acuerda suministrar a El Corner múltiples copias de las publicaciones producidas por el Departamento de Estado diseñadas para la distribución pública…” Entre otras cosas, la sede “realizará programas con conferencistas de Estados Unidos…[y]…proporcionará información y materiales sobre los programas, donaciones y oportunidades educativas que ofrece el gobierno de Estados Unidos.” En otras palabras, éstos American Corners son centros de propaganda y lugares de reuniones del gobierno de Estados Unidos, establecidos sin autorización. Son ilegales. Sirven como espacios para que Washington siga promoviendo su agenda desestabilizadora en Venezuela a las espaladas del gobierno venezolano. Si Venezuela abriera sedes parecidas en Estados Unidos sin la autorización de ése gobierno, de inmediato serían clausuradas y sus empleados estadounidenses presos por ser “agentes no autorizados de un gobierno extranjero”. ¿Porqué entonces el gobierno venezolano ha dejado operar éstos actores y lugares ilegales y dañinos durante más de tres años? No hay razón por lo cual en Venezuela se abre la puerta a la conspiración. El pueblo merece una mejor protección contra éstos actos que atentan contra su voluntad y socavan el trabajo duro que todos hacemos para lograr la justicia social.
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